JxC y el riesgo de errar un diagnóstico

Juntos por el Cambio (JxC) ya casi tiene la mayoría de las provincias, pero eso no implica que tenga ganada la presidencia. Hoy arrasar en las provincias no implica ganar en la nación.

Patricia Bullrich, Javier Milei y Horacio Rodriguez Larreta
Patricia Bullrich, Javier Milei y Horacio Rodriguez Larreta

Un crimen atroz visibilizó una realidad espantosa. Un personaje grotesco le ponía su propio nombre a los barrios y escuelas que construía con los millones que recibía de las arcas provinciales y parte de los cuales nutría su obsceno enriquecimiento.

Emerenciano Sena era la señal del esperpento socio-político que sostenía el poder de Jorge Capitanich, mantenido además desde las arcas nacionales por ser un emblemático jihadista de Cristina Kirchner.

Que un clan del poder chaqueño haya asesinado y hecho desaparecer una mujer a la que veía como una amenaza a la indecente riqueza amasada a la sombra de Capitanich, es una explicación de la caída del feudo kirchnerista. Otra explicación es el naufragio de una nave a la deriva, cuya capitana ya no puede manejar el timón y debe entregarlo a personajes que desprecia y la desprecian.

Juntos por el Cambio (JxC) ya casi tiene la mayoría de las provincias, pero eso no implica que tenga ganada la presidencia. Hoy arrasar en las provincias no implica ganar en la nación.

En ese rubro, JxC da señales de debilidad. ¿Cómo se explica que gane intendencias y gobernaciones a granel, mientras se debilita en la carrera presidencial?

El lugar común es considerar que fue la destemplada contienda entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en las PASO, lo que debilitó a JxC. Pero no fue eso, sino la irrupción de Javier Milei.

Fue ese “cisne negro” lo que cambió el escenario, descolocando a la fuerza que hasta entonces marchaba hacia una segura victoria.

El triunfo estaba al alcance de JxC. Pero la certeza generalizada a la hora de explicar por qué Sergio Massa aparece en encuestas con más chances de entrar al ballotage y disputar la presidencia con Milei, es que el enfrentamiento entre Bullrich y Rodríguez Larreta impactó en la línea de flotación de la coalición centrista.

Resulta de verdad increíble que con tantas promesas incumplidas y expectativas defraudadas, Massa tenga alguna posibilidad de llegar a la presidencia. El ministro de Economía que fracasó en bajar la inflación y usa descaradamente su cargo para adoptar medidas electoralistas, puede pasar del tercer puesto en las PASO a la presidencia si en el ballotage la alternativa es un extremista con rasgos delirantes y síntomas de desequilibrio emocional.

Quien entre al ballotage con Milei tiene chances de ganar, porque el líder ultra-conservador expresa niveles de violencia verbal y gestual, que anuncian un brote sicótico gubernamental capaz de causar un suicidio institucional.

Por cierto, la mediocridad del gobierno kirchnerista y la sinuosidad de su candidato, sumado a la opacidad de Bullrich, el mal recuerdo que dejó Macri, la decadencia de la dirigencia argentina en general y al fenómeno global de los liderazgos anti-sistema, otorgan a Milei serías posibilidades de triunfo.

El candidato anarco-capitalista es la expresión local de una tendencia global y también consecuencia del fracaso del gobierno que armó Cristina Kirchner. La vicepresidenta no le sumaría a Massa un solo voto por fuera del espacio que aún la venera, sino que le obstruiría la absorción de los sufragios que el candidato oficialista necesita en las franjas centristas; mientras que el presidente Alberto Fernández no suma votos ni por dentro ni por fuera del espacio rebautizado Unidos por la Patria.

Aún siendo un ministro sin éxitos en un gobierno fallido, crece la sensación de que Sergio Massa pasaría al ballotage y, por ende, tiene chance de ganar la presidencia.

La sensación dominante es que fue la puja entre las principales figuras del PRO lo que malogró eso que, hasta hace poco, se daba por seguro: la victoria de JxC.

Su estrepitosa decadencia instaló la certeza de que la causa fue el enfrentamiento por la candidatura. Por cierto, fue una puja dura, en la que ambos contendientes se excedieron. Pero esos excesos no cruzaron líneas sin retorno. Al contrario, lo peor en las PASO es que las fuerzas políticas, más aún las coaliciones, presenten candidato único o la falsa competencia entre un postulante bendecido por la cúpula y otro en el rol de sparring.

Bullrich y Rodríguez Larreta representan vertientes diferentes dentro de un ideario institucionalista y liberal-demócrata, que se contrapone al populismo personalista y estatista.

La sensación de que fue esa contienda la que debilitó a JxC es engañosa. De no haber aparecido Javier Milei, la coalición del PRO, la UCR y la Coalición Cívica avanzaría hacia una victoria arrolladora.

De tal modo, si fue Milei lo que modificó el escenario electoral, él es la causa de la súbita declinación de la fuerza que parecía tener el triunfo asegurado.

El proceso electoral no está definido. Patricia Bullrich aún puede ganar la presidencia. La posibilidad existe. Pero difícilmente resolverá la ecuación política planteada si equivoca su diagnóstico sobre lo que la debilitó súbitamente.

* El autor es politólogo y periodista.

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