La “guerra santa” de la que se habló en Siberia

¿Verá el mundo la conformación de un eje militar Moscú- Pyongyang? Todo es posible con Rusia empantanada en una guerra que puede prolongarse varios años más.

Kim Jong-un y Vladimir Putin, presidentes de Corea del Norte y Rusia respectivamente.
Kim Jong-un y Vladimir Putin, presidentes de Corea del Norte y Rusia respectivamente.

En suelo ruso, el líder norcoreano proclamó la “guerra sagrada contra Occidente”. Concepto inquietante y oscuro que escuchaba, sonriente, Vladimir Putin, quien afirma estar luchando en Ucrania para detener el expansionismo de la OTAN que se propone destruir a Rusia.

El viaje de Kim Jong-un a Siberia es una consecuencia inmediata de la guerra que lanzó Rusia contra su vecino eslavo. Ambos bandos están agotando sus municiones y buscan desesperadamente aprovisionamiento externo. El que lo consiga primero tomará ventaja en la contienda bélica.

Rusia necesita obuses, proyectiles antitanque y munición de artillería entre otras cosas. Corea del Norte posee arsenales repletos, aunque vestustos, y puede ponerlos a disposición de Rusia. Lo que le quita el sueño a Japón y Corea del Sur, aunque también a Estados Unidos y sus aliados europeos, es dilucidar qué está pidiendo a cambio el líder norcoreano.

Que el histórico encuentro haya ocurrido en Vostochny, podría ser una pista. En ese rincón de Siberia está el cosmódromo que hizo construir Putin para reemplazar a Baikonur, el cosmódromo soviético situado en Kazajstán que, al disolverse la URSS, quedó en manos de ese estado centroasiático y terminó convirtiéndose en un cementerio de transbordadores y cohetes.

Que la cumbre Putin-Kim se haya concretado en el cosmódromo siberiano insinúa que el líder norcoreano puede pedir a cambio de las municiones que tanto necesita el ejército ruso, tecnología misilística de avanzada.

Corea del Norte tiene sus propios cohetes para portar ojivas nucleares, pero Rusia, que llegó a desarrollar misiles hipersónicos, tiene mucho para ofrecerle.

¿Verá el mundo la conformación de un eje militar Moscú- Pyongyang? Todo es posible con Rusia empantanada en una guerra que puede prolongarse varios años más. Es posible que, detrás de la proclamada “guerra sagrada” a Occidente, ocurran cosas que no tienen antecedentes. Por ejemplo, ejercicios militares conjuntos.

Los norcoreanos nunca hicieron maniobras militares con sus aliados chinos y soviéticos. Por un lado, porque tras el acercamiento que tejieron Kissinger y Chou En-lai, a lo que se sumó luego la política de buenas relaciones con Occidente que impulsó Deng Xiaoping y mantuvieron Jiang Zemin y Hu Jintao, para Pekín sostener al régimen norcoreano tiene un valor geopolítico: evitar que una Corea aliada de Estados Unidos llegue hasta sus fronteras manchurianas.

Y por otro lado, porque la Doctrina Juche, impuesta por el fundador del régimen Kim Il-sung, establece la “autosuficiencia” en todos los aspectos, incluido el militar.

Si los norcoreanos no fueron arrasados por las fuerzas que encabezó McArthur en la guerra que estalló en 1950, fue porque Stalin les envió armas soviéticas y Mao les envió tropas chinas. Pero después de eso, la Doctrina Juche siempre hizo que Pyongyang rehusara de ejercicios militares conjuntos para sostener el mito de la autosuficiencia.

El padre y el abuelo del líder que llegó a Siberia a reunirse con Putin, hicieron construir un tren especial para muchos de sus viajes. Kim Il-sung fue a Moscú en 1949 para conseguir las armas que necesitaba su plan de invasión a Corea del Sur. Después fue a la histórica cumbre que en 1955 inició el Movimiento de Países No Alineados en Bandung, y a su viaje más prolongado lo hizo en 1984, cuando visitó la Unión Soviética, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania y Bulgaria.

Su hijo y sucesor, Kim Jong-il, cuyo pánico a los aviones confinó sus viajes al formidable tren blindado que esta semana llegó a Siberia, viajó a Pekín en el 2010 para una cumbre con Hu Jintao y también visitó Nanjín y Shanghai. Y al año siguiente viajó a Rusia para reunirse con el entonces presidente, Dmitri Medvediev.

Como a poco de hacerse con el poder, Kim Jong-un ordenó ejecutar a su tío, Jang Song-thaek, de una manera brutal, a lo que sumó más tarde el asesinato de su propio hermano, Kim Jong-nam, pocos líderes del mundo estaban dispuestos a reunirse con él.

Trump le hizo un favor inmenso al darle dos encuentros en el 2019. Uno en la zona desmilitarizada que oficia de punto de contacto entre las dos Coreas en el Paralelo 38, mientras que al segundo encuentro lo mantuvieron en Hanoi. Y fue en la capital vietnamita donde Kim le hizo ver al magnate neoyorquino que sólo le interesaba la prensa internacional que ambas cumbres le daban, pero no habría negociaciones para poner bajo control mundial el poder nuclear norcoreano.

También Xi Jinping recibió a Kim Jong-un cuando iniciaba su escalada de tensiones con Taiwán, Vietnam y Filipinas, además de agravar la confrontación con Estados Unidos.

Ahora, quien le abre los brazos al líder norcoreano es el presidente de Rusia, presionado por la escasez de municiones en el frente de guerra. Pero el visitante que bajó del tren blindado describió con más profundidad el proceso que se estaría dando: la “guerra sagrada contra Occidente”.

* El autor es politólogo y periodista.

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