José Lodovico Palma: “El problema profundo es que tenemos una desigualdad manifiesta en el acceso a la salud”

El presidente del Círculo Médico de Mendoza habló sobre la actualización del “honorario médico ético mínimo”, pero también analizó la preocupante situación del sistema sanitario.

El presidente del Círculo Médico de Mendoza, José Lodovico Palma, analizó la compleja situación que atraviesa el sistema de salud en el país y dejó entrever los riesgos en el largo plazo.
El presidente del Círculo Médico de Mendoza, José Lodovico Palma, analizó la compleja situación que atraviesa el sistema de salud en el país y dejó entrever los riesgos en el largo plazo.

El mes pasado, los médicos mendocinos establecieron un “honorario médico ético mínimo”, como un modo de visibilizar la situación de atraso de sus honorarios y las demoras en el cobro de las consultas. El presidente del Círculo Médico de Mendoza, José Lodovico Palma, se refirió a la situación actual de los profesionales y del sistema de salud, que señaló es muy inequitativo e ineficiente.

La semana pasada, el médico, quien integra el consejo directivo de la Confederación Médica de la República Argentina (entidad que agrupa a federaciones de distintas provincias), participó de una reunión en la que se analizó el trabajo médico y el monto de este honorario ético mínimo -que se tomó en todo el país y hoy es de $6.000-, y se confirmó la aplicación de una actualización bimestral, de acuerdo con el índice de inflación.

- ¿Cómo está actualmente la situación con las obras sociales y las prepagas?

- Creo que tenemos que hablar primero de que esto surgió por un retraso en la recomposición salarial de los médicos. Básicamente, dijeron basta, porque los valores habían caído estrepitosamente por el aumento del costo de vida. Además de la devaluación de los honorarios, todo el mundo sabe que tenemos atraso en los pagos, porque cobramos, como muy pronto, dos meses después de la consulta.

Esto lo puedo unir a una encuesta que se realizó en Buenos Aires a residentes médicos para medir el grado de satisfacción con su trabajo y la retribución económica. La mayoría estaba a gusto con su práctica, en el sentido de que les gustaba la especialidad que habían elegido, pero 90% estaba insatisfecho con sus honorarios. Esto explica que, en Mendoza, a principios de año, vivimos la experiencia de la emigración de médicos, en particular de especialidades como terapia, neonatología y pediatría.

La encuesta también preguntaba a los profesionales si considerarían la posibilidad de irse del país y el 50% dijo que sí, lo que nos dice que hay un problema crítico en Argentina para retener el talento médico. Es decir, el Estado invierte en formar, pero después cuesta mucho conseguir médicos para cubrir guardias porque están trabajando, en el caso de Mendoza, en Chile; en el norte, en Paraguay; y en Buenos Aires, en Uruguay. Es decir, se van a distintos lugares a buscar mejores salarios u honorarios.

- ¿Cómo se definen los honorarios médicos?

- Dentro de la cadena del sistema, los médicos somos el eslabón más débil, porque nunca imponemos el honorario. Quien hace el convenio con las entidades prepagas, dándole el valor a la consulta médica, es la unidad prestadora, ya sea hospital, clínica, policlínico, centro de atención ambulatoria. La negociación se establece entre esas partes y no participa el médico.

Cuando, a nivel nacional, a través de la confederación, acordamos los $6.000, hubo una lucha de intereses entre estos intermediarios. Un porcentaje logró convenir ese valor, otros no modificaron el convenio -estoy hablando de algunas prepagas nacionales, que dijeron que, si aceptaban ese monto, después iban a tener aumentos en todas las prestaciones-, y algunos aplicaron una modificación, pero para llegar a $4.000 o $5.000. En este último caso, le dijimos al profesional que cobre un bono complementario. Esto demuestra que el médico no determina sus honorarios. Y algunos están cobrando $3.000 por la consulta, dos, tres o cuatro meses después.

- ¿La implementación del honorario ético mínimo les trajo dificultades?

- Desde la Federación Médica de Mendoza emitimos un comunicado para denunciar presiones, porque a las entidades intermedias, que es donde trabaja el profesional, les conviene que se sostenga el ingreso de pacientes y esta medida redujo un poco el número de consultas. Por eso, presionan al médico para que no cobre ese monto, sabiendo que, en general, se quedan con el 30% de la consulta y les cobran el IVA. O sea, de esos $6.000, el profesional recibe $3.500.

También han presionado las obras sociales, especialmente las nacionales o prepagas, que desconocieron los $6.000 y el médico atiende al paciente como si fuera particular. Y cuando el asociado pide el reintegro, amenazan al médico con dejarlo fuera de la cartilla si no acepta lo que ellos pagan.

Y al paciente no le gusta y el médico no lo pasa muy bien, pero es que cobrar $3.000, de acá a tres meses, es algo descabellado y no se admite prácticamente en ninguna otra profesión liberal. Ni en la mayoría de los oficios, que se cobra en el momento o, a lo sumo, al mes.

- Ha crecido el porcentaje de mendocinos que tienen cobertura, pero se atienden en el sistema público…

- Normalmente, el paciente, cuando la prepaga no le cubre determinadas prestaciones, tiene que gastar de su propio bolsillo; o los médicos de cartilla son pocos y quiere atenderse por otro, o pide un turno y se lo dan a dos o tres meses, cuando ciertas patologías no admiten esa espera y busca un médico particular. Con la inflación, mucha gente ha perdido esa posibilidad y un cierto porcentaje acude a los servicios públicos, sea centro de salud u hospitales del Estado.

Pero el problema profundo es que tenemos una desigualdad manifiesta en el acceso a la salud. Hoy, el sistema no es equitativo y eso es lo peor que puede pasar, porque solamente el que está en el nivel superior de ingresos económicos puede acceder a una atención digna.

- ¿Cómo se resuelve esta inequidad?

- Hay una responsabilidad del Estado, porque tenemos un sistema de salud anárquico, segmentado, sin una verdadera política sanitaria sustentable en el tiempo y que sea refrendada por los distintos actores. Esto es lo que da como resultado la desigualdad en el acceso a la salud y una falta de calidad en los servicios, porque si me atienden tarde, me atienden mal.

Lo demás tiene que ver con la burocracia y la cantidad de intermediarios, porque en realidad el gasto en salud es alto. Representa un buen número del PBI. Pero los resultados no son adecuados. De manera que hay ineficiencia en el sistema. En otros países se gasta menos con mejores resultados, porque hay un fuerte acento en la medicina preventiva y la promoción de la salud. Entonces, las enfermedades son menos intensas y frecuentes. Pero el Estado debe fomentar esa prevención y el dinero que se designa a esto es muy escaso.

También hay una falta de recursos para afrontar distintos problemas de salud, porque muchas patologías se fueron convirtiendo en ley y pasaron a la esfera de las prepagas, que tienen que hacer frente a gastos extraordinarios en discapacidad, enfermedades crónicas, catastróficas, oncológicas. Pero la Superintendencia de Salud es renuente al aumento de las cuotas a los afiliados. En este momento, están congeladas hasta diciembre, pero la medicación siguió aumentando, como también el material descartable, las prótesis y órtesis, que son muy costosos.

- Este éxodo de profesionales que mencionaba, ¿se ha acentuado? ¿Se van a vivir a Chile o viajan?

- Empezaron a ir para hacer una guardia o dos y se volvían. Conozco un médico que hacía tres guardias en una semana, sólo una vez por mes. Pero tengo dos vecinas médicas que al principio viajaban ellas, los esposos consiguieron trabajo y se fueron a vivir a Chile, porque las condiciones de vida son distintas, cobran bien y es un país estable, con una inflación muy baja.

Y esta práctica se va a ir acrecentando en la medida en que la situación del país no mejore y tengamos que lidiar con este menoscabo en los honorarios. Se puso en evidencia en esa encuesta, porque la mitad de los médicos emigraría para trabajar y el porcentaje más alto se da en los menores de 40 años.

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