Mendoza se acerca a los 150.000 casos de Covid con grupos estancados en la vacunación

La inminente llegada de una tercera ola y las nuevas necesidades creadas por la variante Delta, le ponen presión a una campaña que debe sortear diversos obstáculos. Adultos mayores y los más jóvenes, estancados en la cobertura.

Uno de los problemas es que hay un segmento que prefiere no recibir la vacuna y por ello ni siquiera se inscribe. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Uno de los problemas es que hay un segmento que prefiere no recibir la vacuna y por ello ni siquiera se inscribe. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Mendoza se acerca a los 150.000 casos notificados de Covid-19, lo que es probable que suceda esta semana. Claro, se sabe que quienes han tenido el virus son muchos más, ya que no todos consultan ni se notifican.

Las estimaciones en este sentido suelen apuntar a que de lo notificado se ha presentado el triple, plano en el que también juegan fuerte los asintomáticos, para quienes el virus pasa sin pena ni gloria pero, sin saberlo, lo diseminan.

La provincia llega a esta instancia en un contexto de meseta de casos pero aún con muchas notificaciones diarias, así como fallecimientos por esta causa. Además, con una ya anunciada tercera ola, quizás para agosto, y con la amenaza cada vez más posible de la llegada de la variante Delta.

El contexto también se tiñó de angustia esta semana cuando la cuenta, entre tantos números que evalúan la pandemia, arrojó un dato demasiado doloroso: Argentina superó los 100.000 fallecidos por Covid y Mendoza había superado hacía poco los 3.500.

Y allí están las vacunas, que vienen a traer las promesas de salir de “esta” en cuanto se pueda. Sin embargo, se está en la lucha por avanzar casi a contrarreloj en una campaña de vacunación que llega tarde y con algunos grupos estancados en un impasse, en un contexto en el que el tiempo es oro... y vidas.

Carrera de obstáculos

Que la campaña de vacunación se inició tarde es algo que desde el Gobierno local aseguran casi desde que comenzó. Este jueves la ministra de Salud, Ana María Nadal, lo repitió y dijo que debería haberse empezado con más intensidad en enero o febrero. Así se habría llegado mejor plantados a la temporada de invierno y los nuevos rebrotes.

Se inició el 29 de diciembre y con lo que fue llegando en un contexto de falta de inoculantes. Después ha habido aceleradas y frenadas, emoción e incertidumbre.

El escenario actual encuentra a la provincia con segmentos en una especie de “parate”, ya que algunos grupos avanzan a cuentagotas o se ha llegado incluso a un núcleo duro.

Entre los adultos mayores se cuenta el grueso, ya que muchos aguardan la tan ansiada segunda dosis para completar sus esquemas, que Rusia ha enviado a cuentagotas. “La mayor cantidad de dosis que ha recibido Mendoza es de Sputnik”, afirmó la ministra Nadal.

De este inoculante han llegado 408.000 primeras dosis y 100.000 segundas dosis. La directora de Inmunizaciones, Iris Aguilar, observa el mismo escenario: “El mayor pool está en la población ‘cautiva’, por decirlo de alguna manera, mayores de 65 años, la mayoría con Sputnik”. “El estancamiento franco es con la Sputnik componente dos; es el cuello de botella”, expresó a Los Andes.

En un mes, la colocación de segundas dosis se aceleró menos de lo esperable en este contexto. Entre el 10 de junio y el 8 de julio la cobertura con esquema completo en el segmento de entre 60 y 69 años pasó de 19,28% a 40,50%. En el de 70 a 79 años, de 29,01 a 46,97 y en el de más de 80, de 23,42 a 39,11. En definitiva, no se llega ni a la mitad.

Incluso hay un grupo al que se le está cumpliendo el intervalo recomendado aunque las autoridades sostienen que esto no afecta la eficacia al colocarse la segunda dosis. Un pequeño alivio llegó con los últimos ingresos pero que cubren una pequeña proporción, aproximadamente una sexta parte, de quienes aguardan. Hasta hace unas semanas eran 265.000 personas, luego ingresaron 18.000 dosis de segundo componente en junio y en julio, poco más de 39.000.

Los trabajadores de la salud que habían recibido esta vacuna antes que ellos ya han completado el esquema en su gran mayoría, dijo Aguilar.

Cambio de necesidades

El escenario cambió luego del surgimiento de la variante Delta, a la que se le atribuye mayor poder de contagio pero no mayor letalidad. Sin embargo, tiene lo que se llama escape inmune, lo que reduce la eficacia de las vacunas. Por ello, mientras que en marzo se prefirió priorizar primeras dosis para llegar a más gente, desde hace algunas semanas cambió y ahora se recomienda completar esquema para asegurar mayor protección frente a esta variante del Sars CoV-2.

La situación no es la ideal: sólo 15% de la población mayor de 18 años tiene el esquema completo, mientras que 65% ha recibido sólo la primera dosis, según datos aportados por la ministra Nadal. El panorama es más o menos similar en la mayoría de las provincias grandes, aunque en general tienen un poco más cobertura que Mendoza.

Hay otra particularidad: la vacuna de AstraZeneca requiere un intervalo mínimo más amplio, de entre 8 y 12 semanas, por lo que muchos están aguardando que se cumpla, lo que genera una nueva dilación y de allí la importancia que hubiera tenido poder comenzar antes la campaña. La funcionaria dijo que desde el 15 de julio comenzaba a cumplirse ese plazo.

Otro paréntesis ocurrió con la vacuna de Sinopharm, ya que la entrega fue interrumpida y se reintegró hace un mes, por lo que desde entonces se están completando esquemas.

Entre los adultos mayores también podría haberse llegado casi a un “núcleo duro”. Es que hay un segmento que prefiere no recibir la vacuna y por ello ni siquiera se inscribe y no ha recibido ni la primera dosis. Otros tendrán dificultades de acceso y para ello se han generado estrategias territoriales.

Los números se mueven poco en ese plano: entre el 22 de abril y el 8 de julio (dos meses y medio) la cobertura con una dosis entre quienes tienen desde 70 hasta 79 años pasó de 71,51% a 89,12% (este último bastante estable las últimas semanas). En igual periodo, pasó de 60,50% a 76,15% en mayores de 80 años. De hecho, en este último grupo, el aumento desde el 10 de junio fue de sólo 2 puntos.

Aguilar explicó que hay un segmento entre los adultos mayores que accedió más tarde por las dudas de ellos mismos, su entorno o incluso sus médicos. “Vimos que fue una decisión evaluada por la familia, a veces ella no quería y él sí o al revés. Fue una situación familiar meditada y consensuada”, observó.

También hizo referencia a que hay sobreinformación, mucha de la cual es errada, lo cual genera confusión. Dijo que todavía llegan personas que sostienen que se está experimentando con la gente, que las vacunas modifican el ADN, que con ellas se coloca un chip y que incluso, aún hoy, dudan de la existencia del coronavirus. Pero agregó que al darles las explicaciones del caso comprenden y acceden.

Entre los más jóvenes también hay menos vacunados de los que podría esperarse. El jueves el gobernador Rodolfo Suárez alertó sobre el tema. “Hay un dato de las estadísticas que nos alerta. Los adultos entre 30 y 40 años son los que menos están asistiendo a vacunarse. La información oficial nos dice que, de 285. 498 personas de ese segmento, solo han asistido a vacunarse 168.565, lo que representa el 59,04%”, afirmó el mandatario.

La ministra Nadal también salió a pedir “por favor” que se acerquen a vacunarse los adultos jóvenes, cuando ya la inscripción es abierta para todos los mayores de 18 años. Destacó que, a medida que baja la edad, observan menor cantidad de inscriptos y que es algo que sucede también en otras provincias. Aclaró que la población objetivo es de 1.400.000 y se han inscripto 1.000.000 de personas.

Aguilar tiene una conjetura que sería parte del problema: “Coincidió la apertura de los grupos más jóvenes con la llegada más fuerte de AstraZeneca, que se asoció a la enfermedad tromboembólica, que fue todo un tema y llevó falsa información. Obvio que si la gente ve un riesgo no va a querer vacunarse”, apuntó.

Otro tema que cree que influye es la falta de percepción de riesgo, en lo que incide la disminución de casos y la creencia de que lo peor ya pasó.

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