La solidaridad le da una nueva esperanza a Dana, la niña ciega que fue adoptada por una madre generosa

Una lectora de Los Andes representante del Rotary Club Mendoza Sol se contactó con la mujer para que pueda acceder a un moderno dispositivo (un escáner portátil) adaptado para el estudio.

Mirian Ortiz (62) adoptó a Dana, con una discapacidad visual y daño cerebral 
Viven en departamento La Paz y viene a tratarse al Hospital Humberto Notti

Foto: Orlando Pelichotti
Mirian Ortiz (62) adoptó a Dana, con una discapacidad visual y daño cerebral Viven en departamento La Paz y viene a tratarse al Hospital Humberto Notti Foto: Orlando Pelichotti

Las historias tristes o dolorosas muchas veces encuentran un final feliz, como el que protagonizaron Miriam y Dana Ortiz, madre e hija del departamento de La Paz, esta última con severas discapacidades.

Miriam adoptó a Dana con siete meses y, desde entonces, comenzó una verdadera odisea, un camino largo, engorroso, repleto de dificultades por los bajos recursos. Pero también de amor y generosidad.

Lo cierto es que apenas fue publicada la historia, Marta Carosio, una vecina mendocina con espíritu solidario que pertenece al Rotary Club Mendoza Sol y fundadora del Banco Rotario de Elementos Ortopédicos-Mza se contactó con la mamá de la niña para acercarle la posibilidad de que cuente con un dispositivo llamado Prócer 3, que está siendo difundido por el Rotary, para que la chiquita, que es ciega, tenga mejor calidad de vida.

Marta le acercó a Miriam una planilla que la mamá presentará tras reunir toda la documentación. Se trata de una convocatoria especial para personas con ceguera, discapacidad visual o dislexia y que contempla a quienes cursen el nivel medio de la escuela.

“Hace ocho años, estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) crearon un dispositivo de tecnología inclusiva para facilitar la lectura de libros y apuntes. Se trata de un instrumento portátil que convierte el texto impreso a voz. El invento se llama Prócer y está dirigido a personas con ceguera, discapacidad visual o dislexia”, dijo Marta a Los Andes, quien está guiando a Miriam para que pronto su hija cuente con esta ayuda.

El 16 de enero de este año, mediante la resolución 47/2023, la Agencia Nacional de Discapacidad acordó con Prócer una convocatoria especial para que estudiantes con discapacidad visual certificada puedan acceder de manera gratuita al dispositivo Prócer 3.

Mirian Ortíz (62) adoptó a Dana Ortiz (8), con una discapacidad visual y daño cerebral 
Viven en departamento La Paz y viene a tratarse al Hospital Humberto Notti

Foto: Orlando Pelichotti
Mirian Ortíz (62) adoptó a Dana Ortiz (8), con una discapacidad visual y daño cerebral Viven en departamento La Paz y viene a tratarse al Hospital Humberto Notti Foto: Orlando Pelichotti

Esta decisión está enmarcada en el Programa de Apoyos Técnicos para Personas con Discapacidades.

El dispositivo Prócer 3 es un escáner portátil adaptado, diseñado especialmente para el estudio y el trabajo. Además, cuenta con la posibilidad de almacenar información en un pendrive o en la nube de Internet.

“De este modo, permite el procesamiento de grandes cantidades de material. Y eso no es todo: también tiene una botonera que facilita el uso del dispositivo, con comandos por voz y compatibilidad con teclado externo”, explicó la mujer.

Miriam, quien de inmediato se puso a recabar todos los papeles necesarios, dijo estar emocionada y feliz por este posible gran avance de su hija.

“La adopté cuando ella no tenía a nadie y a mí no me sobraban recursos. Me he sentido sola mientras vivíamos en Santa Fe, pero desde que nos mudamos a La Paz se nos abrieron numerosas puertas. Mi hija no tiene solamente un grado de ceguera, sino muchísimas otras dificultades, pero no me daré por vencida y seguiré luchando”, dijo.

Tal como este medio contó recientemente, en el momento más difícil de su vida Miriam encontró una razón de vivir: Dana, de ocho años.

Miriam, que hoy tiene 62 años, es viuda y ya abuela, se había mudado a Villa Cañás, en Santa Fé, en busca de horizontes de progreso. Siempre generosa, tras criar a sus hijos su hogar se convirtió en una suerte de refugio donde, incluso, acudían embarazadas o niños pequeños.

Cuando una mañana llegó a la terapia intensiva del hospital público de esa ciudad una bebé discapacitada que, además, había sido castigada por su mamá, la llamaron a Miriam para ofrecerle la responsabilidad de su cuidado. El municipio conocía su accionar.

“Me acerqué al hospital y la vi. No pude desentenderme. Era una beba abandonada que necesitaba una mamá y así comenzó nuestro camino. Fue duro y sacrificado por las numerosas patologías de la nena, fractura de cráneo, daño cerebral, toxoplasmosis, ceguera y mucho más”, relata.

Le otorgaron documentación provisoria y, tiempo después, obtuvo la adopción definitiva. Hoy la chiquita tiene nombres y apellido: Dana Marina Ortiz.

Nacida y criada en el departamento del este mendocino, Miriam decidió hace poco más de un año regresar a su tierra de origen donde sabía que contaría con todo el apoyo que necesitaba. Y así fue. Lo cierto es que se mudó a La Paz con unos ahorros que tenía y pudieron alquilar una vivienda. Con ellas vive también Rómulo, papá de Miriam y abuelo de Dana, de 84 años.

Confiesa que su vida dio un vuelco impensado desde que regresó a su tierra de origen e hizo mención a la gran cantidad de personas que le dieron una mano importante. Entre ellas a Noelia Rolón, madre de un hijo con parálisis cerebral (y toda una referente, en La Paz, de personas en esa condición).

También valoró la labor humana del intendente Fernando Ubieta, que puso a disposición un equipo para que Dana tuviera una pensión y atención adecuada en materia de salud.

“Hoy me doy cuenta de que con Dana se perdió mucho tiempo y estamos tratando de recuperarlo. Hoy ella va a la escuela especial de La Paz y está muchísimo mejor. Camina, habla, se expresa y a veces me dice: ´Te amo, ma’. Aprovecho para aconsejarles a las personas solas, deprimidas, personas que creen que no podrán salir adelante, a que piensen en todo lo que brinda un niño. No digo que sea fácil, pero es una inyección de vida. Me iré algún día de este mundo con la satisfacción del deber cumplido, de haberle dado a mi hija una familia, de haber logrado que se independice…”, concluyó.

Hoy, Miriam espera con alegría esta gran posibilidad que le brindó una vecina con corazón gigante y muchos deseos de ayudar.

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