Conectados al miedo: el relato de mendocinos con familiares en Ucrania asediados por la guerra

Nora es descendiente de ucranianos y Dmitri nació allí. A ambos sus familias le describen el horror que viven y comparten sus temores.

Dmitri es ucraniano pero vive hace 25 años en Mendoza. Lo aqueja lo que pasa en su tierra natal. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dmitri es ucraniano pero vive hace 25 años en Mendoza. Lo aqueja lo que pasa en su tierra natal. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

En la madrugada del último jueves, Rusia invadió a Ucrania luego de semanas de amenazas y expectativas. A través de un mensaje televisado, el presidente ruso Vladimir Putin aseguró a la comunidad que no se trataba de una guerra, sino de una “operación militar” con el objetivo de “proteger a los ciudadanos de los abusos y del genocidio de los cuales son objeto, por parte del Gobierno ucraniano desde hace ocho años”. Y mientras la población sufre los devastadores efectos de los combates, y pese a estar a miles de kilómetros, mendocinos sufren a la par de sus familiares en Ucrania con quienes permanecen conectados por las redes. Y por el miedo.

Putin acusó a Estados Unidos y a sus aliados de desatender las exigencias de Rusia, en las que pedían evitar que Ucrania -y otros países de Europa del Este y Asia Central- sean integrados a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y de ofrecerle a Moscú garantías en materia de seguridad.

Una vez que Putin terminó de dar el comunicado iniciaron los primeros bombardeos, bajo la mirada atónita de una comunidad internacional que sigue suplicándole al mandatario ruso que se detenga, “en nombre de la humanidad”.

Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, le pidió ayuda a diferentes países y aplicó la Ley Marcial en una desesperada estrategia de evitar el avance de la ofensiva del ejército ruso.

En Ucrania es primavera, pero lejos de recibirla entre ambiente cálido y nuevos colores, Kiev (capital del país) y la región de Dombás (en el límite con Rusia) fueron las primeras en quedar teñidas de tragedia con la llegada de las tropas rusas. La tristeza y el pánico abundan en las calles, con ciudadanos desesperados que viven al azar de no saber qué zonas serán bombardeadas a medida que pasan las horas, suministros que empiezan a escasear y la duda de todos los días: irse o quedarse a luchar.

Cuando la sangre tira

Nora Bugaychuk tiene 59 años y es descendiente de ucranianos. Su abuelo combatió en la Primera Guerra mundial y una vez finalizada, se vino a la Argentina y se quedó a vivir en General Alvear. Corría el año 1923 y con sólo 26 años se lanzó a forjar su futuro junto a otros inmigrantes del mismo país en estas latitudes.

En 2019, Nora y sus familiares viajaron a la tierra natal de sus ancestros con el objetivo de conocer al resto de la familia Bugaychuk. Gracias a la Embajada argentina lograron encontrar a sus primos y demás parientes ubicados en Karasyn y Zamostya, en la provincia de Volynia, al Oeste de Kiev. Desde el momento en que se conocieron no perdieron contacto “ni un solo día”, como ella misma dice.

Nora se aferra a cuanto objeto la vincule con sus ancestros. Admite que teme por su familia en Ucrania. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Nora se aferra a cuanto objeto la vincule con sus ancestros. Admite que teme por su familia en Ucrania. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

“Hay bombardeos en aeropuertos, muchos están refugiados en trenes, la situación es desesperante. Las estaciones de servicios están colapsadas porque temen quedarse sin combustible, y muchos ya empezaron a escaparse como sea”, cuenta Nora con notable angustia en diálogo con Los Andes, luego de haberse comunicado minutos antes con sus familiares.

Miedo e incertidumbre

Los parientes de Nora relatan el minuto a minuto de lo que ocurre en sus ciudades, por lo que ella a veces se entera de las novedades antes que los medios locales. Entre los últimos detalles compartidos hubo relatos escalofriantes: sus familiares le aseguraron que cada vez que cae un misil sienten cómo vibra la tierra, cual sismo, y que los vidrios se estremecen, por lo que han tenido que optar por nuevas medidas de seguridad ante el miedo de que estallen.

El presidente de Ucrania dio la orden - basada en la Ley Marcial- de prohibir la salida del país a todos aquellos que tienen entre 18 y 60 años porque pueden ser reclutados para enfrentar a las tropas rusas. Esto genera mucha angustia e incertidumbre en la familia de Nora porque “ellos son sumamente patriotas y están decididos a enlistarse al Ejército para defender su tierra, porque los ucranianos son muy unidos y están cansados de perder territorios”, cuenta.

En junio de este año, la familia Bugaychuk iba a emprender un nuevo viaje a Ucrania porque uno de los sobrinos de Nora ya tenía fecha para casarse con su novia. No sólo que todos los eventos han sido suspendidos, sino que Ucrania vive un momento en el que ni siquiera sabe qué va a suceder mañana. La guerra no sólo afecta en lo global, político y socioeconómico, sino que también destruye sueños y las muertes repentinas desmiembran familias llenas de ilusiones.

De Ucrania a Mendoza

Dmitri Korolev tiene 34 años y llegó a Argentina de la mano de su madre cuando tenía apenas 9, pero toda su familia se quedó en Ucrania. Tanto su abuelo Victor, de 86 años, como sus tíos y sus primos viven en el centro de Kiev, epicentro del conflicto.

“Somos una familia chica, allá no es como acá que tienden a ser numerosos en cantidad de primos, sobrinos, etcétera. Pero mantenemos contacto de forma permanente”, explica este joven ucraniano que trabaja en una farmacia y es dueño de una imprenta.

Con un español hablado a la perfección, Dmitri, que además sigue dominando su idioma natal, ha estado en estrecho contacto con su familia ucraniana. En el caso de Nora, ella habla en inglés con sus familiares.

Entre relatos y ya ahondado en detalles, el joven explicó a Los Andes que está muy preocupado por su primo de 18 años, ya que se verá en la obligación de tener que enlistarse en el Ejército para salir a pelear, en caso de que se desaten los enfrentamientos.

“Les mando mensajitos todo el tiempo para que me cuenten cómo están. Están todos muy asustados, no saben qué hacer, ni qué va a pasar. Se mantienen encerrados en sus casas pero escuchan los bombardeos”, explica.

A su vez, Dmitri cuenta que uno de los mayores problemas que están teniendo es que corren muchas “fake news” (noticias falsas) sobre bombardeos y zonas tomadas. Esto genera mucha incertidumbre para quienes quieren iniciar un éxodo o simplemente salir a buscar suministros.

El reencuentro

Al igual que Nora, Dmitri también decidió un día armar la valija y emprender viaje a Ucrania. En 2017, junto a su mamá, su novia Paula y su pequeño hijo Nico, viajaron para poder visitar a su abuelo y a sus tíos, a quienes llevaban años sin ver en persona.

Su abuelo Víctor tenía 13 años cuando se desató la Segunda Guerra Mundial y pensó que no volvería a ver un conflicto bélico. Sin embargo, por estas horas una vez más vive un momento lleno de temor rodeado por las amenazas constantes de Rusia de tomar Kiev.

“Estoy totalmente en contra de lo que está pasando. Es un conflicto civil que viene desde hace un montón, no es de ahora, pero los ucranianos ya están cansados”, asegura Dmitri, y remarca el patriotismo que reina en el país y que es unos de los motivos que más los asustan a ellos, ante el temor de perder un familiar.

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