Imágenes de naufragios

La mezcla de pánico y aversión que en gran parte de la sociedad causa la estridencia agresiva de Milei y las propuestas desopilantes de quienes lo rodean, fue mayor que la frustración y el enojo que provocan el estrepitoso fracaso del gobierno nacional y el fracaso del propio ministro de Economía.

De repente, la imagen mostró a Juntos por el Cambio (JxC) haciéndose el harakiri con la motosierra de Milei.

A eso se pareció el anuncio de Patricia Bullrich. No pasaron ni dos segundos hasta que todos los sorprendidos gritaron “piedra libre por Mauricio Macri que está detrás del acuerdo negociado entre gallos y medianoche”.

Sergio Massa seguramente pidió a los suyos que se queden quietos y callados, siguiendo la máxima napoleónica “si ves a tu enemigo equivocándose, no lo distraigas”.

La escena resultaba increíble. Desde la interna hasta el domingo de la primera vuelta, Bullrich había venido equivocándose en cuotas. Pero al error más caro lo cometió al contado, después de la elección en la que resultó derrotada.

Más allá de lo controversial que implica aliarse con alguien que expresa una posición extremista, irradia violencia política y profirió contra los radicales, la coalición JxC y la mismísima Patricia Bullrich insultos y descalificaciones absolutamente desmesurados, la forma y el momento en que se realizó (sólo un par de días después de la elección) constituyen un estropicio tan grande que justifica la sospecha de que tuvo una intención destructiva hacia la coalición opositora.

Si no fue un acto perpetrado con premeditación y alevosía, fue un error gigantesco producido por negligencia o por desorientación, como si el urnazo recibido en la primera vuelta la hubiera dejado grogui y, en ese estado, hubiese sido empujada por Macri a un acto que no debía hacer siendo la titular de un partido miembro de una coalición.

Otro enigma se suma a la política argentina: ¿por qué Macri y Bullrich no se tomaron el tiempo adecuado (aunque sea un puñado de días) para realizar las consultas pertinentes en dos cuerpos colegiados sobre los que impactaría de lleno la decisión de aliarse a Milei? ¿Por qué tanta torpeza y apuro para dar un paso que requiere la delicadeza de un monje de Kung Fu al caminar sobre papel de arroz?

Bullrich, que no puso las bombas que Milei la acusó de haber puesto, detonó un bombazo contra su propio partido y su coalición política, con el insólito argumento de que haberle ganado la interna a Morales, Lousteau y Rodríguez Larreta la habilitaba para manejar esas fuerzas políticas como si fueran de su propiedad.

La reunión de los gobernadores peronistas el jueves parece haber tenido la intención de obtener una postal que muestra orden y armonía, por lo que contrasta fuertemente con la sensación de caos que se instaló en lo que hasta hace poco se consideraba que era la principal fuerza opositora.

Pero el caos alcanzó también a La Libertad Avanza (LLA). Sucede que al salir mejor parado Sergio Massa de la primera vuelta, quedó claro que la mezcla de pánico y aversión que en gran parte de la sociedad causa la estridencia agresiva de Milei y las propuestas desopilantes de quienes lo rodean, fue mayor que la frustración y el enojo que provocan el estrepitoso fracaso del gobierno nacional y el fracaso del propio ministro de Economía respecto a las metas que él mismo había prometido alcanzar en materia económica al asumir el cargo hace más de un año.

The Washington Post resumió la coyuntura electoral diciendo “to choose between anger and fear” (elegir entre la ira y el miedo): pues bien, ganó el miedo que provoca el candidato ultraconservador.

Esto implica que lo que le sirvió a Milei para llegar a la pole position, no le sirve para ganar la presidencia. Por lo tanto, si lo que le dio un piso alto le pone también un techo bajo que le impide ascender hasta la presidencia, de lo que se trata ahora es de reemplazar las herramientas para hacer el piso por las que sirvan para perforar el techo. Y Milei lo está haciendo también con increíble torpeza.

Bajó con demasiada premura banderas como dolarización, cierre del Banco Central, venta de órganos, mercado de bebés y libre posesión de armas, entre otras. Y es posible que sólo queden con derecho a hablar quienes tienen prestigio por sus despeños profesionales y no representan extremismos desbocados. Pero no son muchos más que Diana Mondino.

Lo imperioso para el candidato que creía ganar en la primera vuelta, es que se callen los que derraparon con ideas como romper relaciones con el Vaticano, o posibilitar la renuncia a la paternidad en determinados casos.

Los frenazos, vueltas en U y marchas atrás están sacudiendo el vehículo con el que Milei esperaba llegar hasta la Casa Rosada. Y es posible que, dejando de lado hipótesis más oscuras, lo que haya visto Macri sea la posibilidad de convertir a Milei en el caballo de Troya que le permita regresar a las cumbres del poder, aunque no con el cargo de presidente, infiltrando también a sus más leales.

* El autor es politólogo y periodista.

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