El tipo de cambio “recontraalto” agita la campaña - Por Daniel Fernández Canedo

Todos los políticos saben que cuando el dólar se dispara, también se dispara la inflación.

El tipo de cambio “recontraalto” agita la campaña - Por Daniel Fernández Canedo
El tipo de cambio “recontraalto” agita la campaña - Por Daniel Fernández Canedo

Que el peronismo hable de la necesidad de un dólar “recontra-alto” para que la economía funcione podría considerarse un clásico de la economía política de los últimos 30 años.

En un artículo titulado “Menem es electo presidente-14 de mayo de 1989”, el historiador Felipe Pigna destaca que en medio de una sequía terrible y después de que el 23 de enero el Movimiento Todos por la Patria (MTP) liderados por el ex ERP, Enrique Gorriarán Merlo, intentaron copar el Regimiento 3 de Infantería el La Tablada con un saldo de 35 muertos, hubo dos diputados justicialistas que hacían campaña contra Raúl Alfonsín en el exterior.

Dice Pigna: “ dos diputados justicialistas, Guido Di Tella y Domingo Cavallo, de gira por el exterior, hacían curiosas declaraciones. El futuro canciller de Menem hablaba de un dólar “recontra-alto” si ganaba el peronismo y el padre de la convertibilidad decía que si su partido llegaba al poder no pagaría la deuda externa. Estas palabras tuvieron el efecto de baldes de nafta en un incendio: los que pudieron se lanzaron a comprar dólares y los acreedores externos aumentaron su presión sobre Alfonsín”. Y concluye el párrafo: “todo estalló en mayo en el último tramo de la campaña electoral”.

La historia viene a cuenta de las declaraciones de Alberto Fernández sobre el futuro del dólar, de los salarios, las jubilaciones y los intereses de las Letras de Liquidez (Leliq) en caso de que llegue a ser Presidente.

El candidato del Frente con Todos que encabeza la lista de la ex presidente Cristina Kirchner dijo en el programa El Destape que “todos saben que el dólar está retrasado y que se va a mover”.

Y agregó: “siempre creímos en el dólar alto para promover el desarrollo, las exportaciones y el consumo”.

Responsabilizó a Macri de “destinar US$ 11.000 millones del préstamo del FMI” para mantener el dólar bajo control y remató el tema diciendo que “los exportadores no están liquidando los dólares de la cosecha” por considerar que el dólar está barato.

La definiciones de Fernández fueron categóricas:

-El dólar tiene que se más alto.

-Al día siguiente de ganar las elecciones elevaría 20% las jubilaciones y abriría “paritarias”, para que los sindicatos y los empresarios acuerden aumentos de salarios.

-“Vamos a dejar de pagar los intereses de las Leliq” para destinar ese dinero a la mejora de las jubilaciones y a los remedios gratuitos para todos los jubilados.

-“Hay que desdolarizar las tarifas”.

Tal fue el revuelo que generaron algunas de las definiciones que dos economistas cercanos al candidato (Guillermo Nielsen y Arnaldo Bocco) salieron hablar en el intento de suavizar los conceptos del candidato. ¿Quien tendrá razón, el candidatos o sus asesores?

Los operadores interpretaron que los dichos de Fernández habrían respondido a dos objetivos:

Uno y muy claro, complicar la estabilidad cambiaria que, según sostienen las encuestas, estaría ayudando a una mejora de la imagen de Mauricio Macri a dos semanas de las PASO.

El otro, y más evidente, es que Alberto Fernández estaría convencido que en la campaña hay que prometer aunque se sepa que no todo se va a cumplir.

Siempre está el viejo ejemplo de Carlos Menem y el “salariazo” que no se produjo y tuvo aquella respuesta de que: “si decía lo que iba a hacer no me votaban”.

Eso viene a cuenta de que Alberto Fernández, cualquier estudiante de economía y cualquier argentino adulto que haya vivido los últimos años sabe que cuando el dólar se dispara, también se dispara la inflación y eso termina derrumbando el poder de compra de los salarios.

Fernández y todos los políticos conocen a la perfección que, en la Argentina, el dólar quieto favorece a los oficialismos y que, tradicionalmente, constituye un arma política contundente.

Y si alguien lo sabe bien es Cristina Kirchner que entre diciembre de 2009 y diciembre de 2011 generó un aumento de salarios nominales de 75,5% que en términos reales fue de 17% como consecuencia de que el dólar subió sólo 13%. Ese fue uno de los instrumentos de su reelección.

Claro que ya en noviembre de 2011 tuvo que recurrir el cepo cambiario que le puso un corsé infranqueable a una mejora de la actividad económica al empezar a quedarse sin dólares porque el atraso cambiario se le hizo insostenible.

Alberto Fernández reinstala la polémica por el dólar “recontra-alto” que, según la experiencia de los últimos 30 años, también fue la contracara de la desconfianza que caracterizó a la economía argentina. Y eso no es bueno más allá de cualquier elección.

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