Qué esperan las pymes mendocinas para el primer trimestre de 2024

Aunque ciertas problemáticas impactan en todas las pymes por igual, cada rama de actividad tiene particularidades que pueden generan condiciones diferenciales.

Las pymes mendocinas avizoran un primer trimestre complicado, con particularidades según cada sector de actividad. Foto: José Gutierrez / Los Andes
Las pymes mendocinas avizoran un primer trimestre complicado, con particularidades según cada sector de actividad. Foto: José Gutierrez / Los Andes

Ante un escenario de importante y abrupta suba de costos, a la par de una caída del consumo que ya empieza a mostrarse y se espera se acentúe en los próximos meses, las pymes entienden que este primer trimestre de 2024 será desafiante. Aunque consideran que algunas de las propuestas de la nueva gestión pueden beneficiarlas, sobre todo, las que se vinculan con lo impositivo y lo laboral, plantean que la supervivencia dependerá de cuánto tiempo demande estabilizar algunas variables.

Las pequeñas empresas, a diferencia de las grandes, no suelen tener la misma posibilidad de sostenerse ante una crisis profunda. En parte, porque les resulta más difícil acceder a ciertas posibilidades, como créditos o beneficios; en muchos casos, precisamente, porque la estructura es muy acotada y preparar documentación o desarrollar un proyecto demanda la dedicación de una persona, que deja de hacer otras tareas.

Y si bien cuando una compañía grande desaparece quedan en la calle cientos de personas en un mismo momento, por lo que el Estado -en todo el mundo- tiende a brindar apoyo de alguna forma, el entramado pyme en su conjunto genera 50% del empleo asalariado registrado en el país.

Según datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, que presenta estadísticas de trabajadores en blanco, que cuentan con cobertura de ART, en octubre de 2023 había 21.663 empresas y 434.688 personas empleadas en blanco en Mendoza.

De ese total, 284.622 trabajan en empresas con más de 101 empleados, es decir, el 65%. Pero el 35% restante (150.066) se desempeña en organizaciones de hasta 100 personas en su planta de personal. Y 116.985 mendocinos (27%) trabajan en empresas con menos de 50 empleados -micro y pequeñas empresas- pero a quienes tienen registrados.

Si bien AFIP toma la facturación en la mayoría de los casos como referencia para categorizar una pyme, la resolución 1479/2013 de la Secretaría de Empleo de Nación establece que las empresas se clasificarán, de acuerdo con la cantidad de trabajadores que conformen su planta de personal, en: micros cuando tengan hasta 5 empleados; pequeñas, cuando tengan de 6 a 50; medianas, entre 51 y 200; y grandes, más de 200.

Por otra parte, se debe considerar que estas estadísticas reflejan el escenario del empleo registrado, mientras que el informal alcanzaba, según datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de la provincia, basadas en la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), al 42% de los asalariados -145.400 personas- en el segundo trimestre de 2023.

Foto: José Gutierrez / Los Andes
Foto: José Gutierrez / Los Andes

Como el presidente de la Federación Económica de Mendoza, Santiago Laugero, proviene del sector de la construcción, vinculado en especial con la obra pública, planteó su preocupación por la paralización de las nacionales y expresó que espera que sea una suspensión temporal. En cuanto a los proyectos que tienen financiamiento provincial, indicó que también se ha ralentizado el avance y ya empiezan a ver algunas paralizaciones.

Advirtió que el efecto de esto es muy importante, en dos sentidos. En primer lugar, en el empleo, ya que las empresas se ven obligadas a reducir sus plantillas de personal y reconoció que ha habido -y todo indica que va a seguir habiendo- desvinculaciones de trabajadores. Pero también impacta en la salud de las compañías, ya que armar un equipo de trabajo y una estructura toma años, pero la caída puede ser muy rápida y sumó que sería muy negativo que el resultado de este proceso que se está atravesando sea que algunas pymes desaparezcan.

Laugero comentó que también están observando acomodamientos de precios que siguen la evolución del dólar, que primero subieron y, de a poco, han empezado a bajar -de modo similar a como sucedió con la carne- y que esto les da una señal positiva de lo que puede suceder hacia adelante.

Como titular de la FEM, que representa a diversos sectores de la economía mendocina, reconoció que el sector turístico está teniendo una temporada difícil, vinculada a una menor llegada de los visitantes nacionales, que tienen menos recursos, y con un tipo de cambio apreciado, que hace que la provincia ya no sea tan atractiva para los chilenos. En cuanto a los otros turistas extranjeros que más vienen a Mendoza, los brasileros, en esta época eligen otros destinos.

El sector vitivinícola, añadió, “viene golpeado desde hace tiempo” y ahora está intentando de lograr que el Congreso lo considere como a otras economías regionales, que no están gravadas con derechos a la exportación, y sacando las cuentas para ver si el vino que no están pudiendo vender en el mercado interno se puede comercializar en el exterior.

Laugero analizó que la disminución de la actividad, que viene reflejando la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), tiene un impacto muy directo en el comercio, sumado a las subas de precios. Pero sumó que hay quienes son más optimistas y creen que la situación se irá acomodando al final de este primer trimestre, mientras otros consideran que será un proceso largo.

El Índice de Ventas Minoristas Pymes, de la CAME, elaborado en base a un relevamiento mensual entre 1.256 comercios minoristas del país, mostró que éstas tuvieron una caída, en 2023, del 3,4%, con respecto a 2022. Solo el rubro de Calzado y marroquinería tuvo un leve aumento del 0,4%, a precios constantes. En contraste, los demás ramos cerraron el año con números en descenso, destacándose especialmente Alimentos y bebidas, con un retroceso del 5,7%.

Laugero señaló que los salarios seguirán perdiendo frente a la inflación y que, si esto se extiende por mucho tiempo, va a impactar aún más en el consumo y, por eso, en el empleo en todos los sectores. Por eso, se está esperando que se acomoden pronto las variables y surjan nuevos procesos de inversión o algunos sectores comiencen a repuntar y generen un círculo virtuoso. Citó a Santiago Kovadloff, quien plantea que es un deber no perder la esperanza.

Por otra parte, comentó que hay modificaciones que establece el DNU del presidente Javier Milei, como también propuestas en la ley ómnibus, que las empresas ven con buenos ojos, pero otras sobre las que tienen más reservas. Así, enumeró como positivos el proceso de desburocratización, que se comiencen a discutir reformas impositivas y laborales, pero también resaltó que es necesario que haya participación de distintos sectores en esas discusiones para que le den más sustentabilidad y fuerza a las decisiones que se adopten.

En cambio, indicó que entre las 41 empresas estatales que se ha planteado privatizar, hay algunas, emblemáticas, como el Banco Nación, YPF o Arsat, sobre las que hay posiciones diferentes, por lo que es importante que se realice un análisis profundo.

Aunque ciertas problemáticas impactan en todas las pymes por igual, cada rama de actividad tiene particularidades que pueden generan condiciones diferenciales.

Vitivinicultura

El gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, Mauro Sosa, consideró que este primer trimestre no va a diferir de la situación que esperaban, “atento a lo ocurrido en los últimos años: el proceso inflacionario, la consecuente caída del poder adquisitivo, y por ende su impacto en el consumo doméstico de vinos, se hacen sentir gravemente y se manifiestan en el debilitamiento de las estructuras pymes”.

Éstas, al perder competitividad, se ven obligadas a reorganizarse -en el mejor de los casos-, a través del inevitable ajuste, lo cual suele tener como consecuencia la pérdida de puestos de trabajo.

Añadió que la restitución de los derechos de exportación a la vitivinicultura y las restricciones a los insumos importados que requiere la industria también atentan contra esta competitividad y esto conlleva la pérdida de mercado, tanto para vinos, como mostos y uvas en fresco. En este sentido, celebró las modificaciones a la ley ómnibus que se acordaron en el Congreso y que incluyen la quita de la alícuota del 15% para las economías regionales (para llevarla nuevamente a 0%).

Resaltó que este primer trimestre coincide con la cosecha de uvas y elaboración, donde ya se percibe la falta de mano de obra y las empresas enfrentan dificultades para programar la elaboración en vista de los costos, como la tarifa de energía eléctrica o la necesidad de financiamiento para levantar la cosecha.

La diferencia respecto a otros momentos, precisó, “parece estar en las expectativas de que se defina en este primer trimestre el marco institucional propuesto por la Presidencia de la Nación a fin de dar contexto a un plan económico” y sumó que eso es lo que esperan que suceda.

Sosa detalló que en estos días esto se está discutiendo en el Congreso y opinó que, en la medida en que esto se postergue y no se encuentren los puntos de equilibrio, se profundizará la incertidumbre y las variables económicas referenciales -dólar, tasas de interés, inflación, precios, etc.-, seguirán “a la deriva”.

Resaltó que esta situación retroalimenta el circulo “pernicioso” de inflación, pérdida de poder adquisitivo, caída del consumo y debilitamiento de las empresas. “Si el sector pyme se ahoga, ¿quién sostendrá lo que se ha dado en llamar el ajuste del Estado?”, lanzó. Y concluyó: “El escenario es grave, apenas atenuado por la expectativa de un cambio de dirección que marque un rumbo que dé esperanzas de revertir esta calamitosa e inédita situación que vive el país y en la que las pymes, sobre todo las que sostienen las economías regionales, están en peligro”.

Metalmecánica

La metalmecánica también tiene una situación compartida y una particular. El presidente de la Asociación Industrial Metalúrgicos de la Provincia de Mendoza (Asinmet), Mariano Guizzo, explicó que están atravesando un momento de incertidumbre, en particular con respecto a la ley ómnibus, que plantea una suba de las retenciones a las exportaciones metalmecánicas, que las llevaría del 0% al 3% actual para el 95% de las posiciones, a un 15%, lo que les quitará mucha competitividad.

Por otra parte, indicó que las importaciones, con el Impuesto País, incrementa el precio de los insumos necesarios para generar máquinas con valor agregado y exportar, lo que también hace que queden fuera de los mercados. “La situación es crítica”, planteó y comentó que desde Adimra (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina) se está intentando modificar esto, que se está discutiendo en el Congreso de la Nación.

Y sobre el panorama en la provincia, Guizzo señaló que esperan que Mendoza crezca, pero también advirtió que aún faltan definiciones, en particular sobre la actividad petrolera y que están expectantes de lo que pueda suceder con YPF este año.

La CAME también realiza un relevamiento mensual de la producción en la industria manufacturera pyme, con consultas a 413 establecimientos en todo el país. En noviembre, los datos más recientes disponibles, la actividad experimentó un crecimiento del 0,9% interanual (a precios constantes).

Sin embargo, a pesar de esta mejora, se acumulaba una caída del 0,4% en los primeros 11 meses del año pasado. En noviembre, las empresas operaron con el 73,3% de su capacidad instalada, un incremento de 1,5 puntos porcentuales respecto a octubre. El 63% de las firmas reportó dificultades para reponer stocks, especialmente en la obtención de materias primas e insumos, con variaciones notables dentro del mismo rubro.

A pesar del crecimiento, las industrias advierten sobre un panorama complejo, debido a la aceleración inflacionaria, que genera problemas para determinar costos, precios de reposición y escenarios futuros de distintas variables. Las expectativas de los empresarios, revela el informe, se centran en una eventual normalización en el suministro de insumos y partes de origen importado. No obstante, anticipan cierta retracción en la demanda, atribuida al incremento de precios de la mercadería importada.

Conocimiento

Aunque se suele pensar que el sector de conocimiento escapa a ciertas problemáticas de otros sectores, Rodolfo Giro, vicepresidente de Conocimiento de la FEM, resaltó que los cambios y, sobre todo, la incertidumbre, no son saludables para ningún sector. Sumó que lo que más preocupa a los empresarios de esta rama de la economía es definir qué índice tomar para ajustar salarios, en una industria en la que el talento es el principal insumo.

En este caso, indicó, no se trata de un tema de competencia salarial entre distintas empresas, sino de acompañamiento de la inflación. Sin embargo, para poder aplicar estos incrementos salariales se debe renegociar el contrato con el cliente y la mayoría están complicados en este momento. “Tenemos que pelear en las dos puntas: tratar de compensar la inflación para nuestros colaboradores y ajustar los valores con nuestros clientes”, precisó.

Aunque muchos contratos en el sector están fijados en dólares, Giro subrayó que no se puede generalizar, porque esta moneda es el valor de referencia habitual, pero otros acuerdos están definidos en pesos. Por otra parte, las empresas están tratando de no modificar demasiado las ecuaciones, hasta que se estabilicen un poco las variables.

La principal expectativa de los empresarios del sector conocimiento, detalló, están puestas en la exportación, aunque en el mercado externo hay que ajustarse al valor internacional y no es tan sencillo ajustar tarifas, porque los clientes de afuera, cuando se les modifican los valores, buscan otro proveedor. “Es compleja la venta al exterior, pero se está realizando un trabajo, tanto desde Mendoza como desde la cámara nacional y los Gobiernos, de enfocarse en el mercado externo, porque hay demanda”, explicó.

Giro manifestó que las pymes necesitan estabilidad en las reglas, aun más que un determinado tipo de cambio, porque se buscan negocios que sean rentables a ese valor del dólar. En cambio, resulta fundamental que se estabilice la economía y el escenario sea claro, porque los contratos de tecnología generalmente son a largo plazo: seis u ocho meses, o más. Y, como lo que ofrecen es algo intangible (software), en realidad lo que “venden” es confianza, y esto se complica si se modifican las condiciones sobre la marcha.

Como contraparte, resaltó que el gobierno de Milei no ha mostrado señales que puedan atentar contra el sector y no ha mencionado la posibilidad de modificar la ley de software, que establece ciertos beneficios impositivos. De todos modos, resaltó que éstos no implican un costo significativo para el Estado y, en cambio, representan un símbolo de la importancia que se le otorga al desarrollo de esta industria.

En cuanto al panorama local, Giro analizó que el gobernador Alfredo Cornejo conoce muy bien el sector, al igual que el ministro de Producción, Rodolfo Vargas Arizu, y Tadeo García Salazar, hoy ministro de Educación, Cultura, Infancias y DGE, pero que fue intendente de Godoy Cruz (donde se encuentra el Polo TIC). De ahí que destaque que existen en el Ejecutivo provincial varios interlocutores con quienes pueden sentarse a hablar sobre cómo seguir posicionando a Mendoza como tierra del conocimiento.

Pesimismo

La visión de Rubén Palau, presidente en Mendoza de Apyme (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios), es de desaliento. Señaló que las perspectivas son negativas para las pymes de servicios, comercio e industriales porque el libre juego de oferta y demanda, sin ningún tipo de regulación, conduce a que no puedan competir.

“Todo es válido, empiezan a entrar cosas de afuera y se pierden la industria nacional y el comercio”, planteó. Recordó que esto ya ha sucedido en el pasado y que, si bien la situación económica ya era compleja, con una alta inflación, se mantenía un nivel de actividad y la industria rondaba el 70% de ocupación de la capacidad instalada; algo que estimó se irá perdiendo en textil, calzado, juguetes, entre otros rubros.

Asimismo, indicó que las pymes se sostienen por el poder de compra del asalariado, pero con una inflación altísima y unas paritarias que no acompañan la suba de precios, las pequeñas y medianas empresas necesitarían de una estructura tributaria diferente, que les facilite competir con los grandes grupos económicos.

Va a haber despidos y va a bajar el consumo interno, por lo que vamos a tender a desaparecer”, sentenció. Y si bien reconoció que los salarios ya eran muy bajos, destacó que había un 7% de desocupación, por lo que el cambio debería haber apuntado a ir mejorando este índice a la par de los salarios.

Asimismo, advirtió que el nivel de ventas todavía se está sosteniendo por la gente que cobró aguinaldo y no se fue de vacaciones, o lo hizo de modo “gasolero”, pero que, si no hay paritarias en forma urgente, cuando se les agoten esos recursos, la situación se va a complicar. “Soy pesimista, pero ojalá dentro de tres o seis meses tenga que decir que me equivoqué. Por el bien de todos”, lanzó.

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