“El Lago de los Cisnes trata de nosotras”: un clásico con mirada actual

El Ballet de la Universidad de Cuyo sube al teatro Independencia con “El Lago de los Cisnes trata de nosotras”, bajo la dirección de Pamela González. Una versión distinta, que muestra la vulnerabilidad de la mujer, ante el sometimiento. Belleza, arte y co

Proponer otra mirada de un ballet tan transitado como “El Lago de los Cisnes” no es tarea sencilla. El desafío es grande, pero no imposible. Y para inaugurar una nueva etapa del Ballet de la UNCuyo, nada mejor que volver a escena a la sala mayor, con una pieza fundamental de la danza clásica.

Manteniendo la esencia de la obra, el lenguaje neoclásico contemporáneo se funde en el hilo conductor del relato y aquí la novedad. La imagen vulnerable de los cisnes traza un simbolismo analógico, con las mujeres víctimas de las múltiples formas de explotación, siendo la trata de personas el tema de la obra.

Con coreografía de Pamela González y Priscila Resca, más de treinta bailarines interpretarán “El Lago de los Cisnes trata de nosotras” este ballet clásico, desde una visión actual y profunda. Esta noche, en el Teatro Independencia.

Una versión reducida y contemporánea del ballet compuesto por Tchaikovsky, es lo que propone el cuerpo de baile de la Universidad. Respetando a los personajes protagonistas de la pieza, la historia no tiene un espacio y tiempo definido y en la historia se afirma, las relaciones de poder y debilidad. “Presentar esta obra, desde otra visión es un gran riesgo.

Para el público acostumbrado al ballet clásico puede resultar extraño, pero no es la primera vez que se usa la historia y se cambia el argumento. En cuanto a lo coreográfico tomó preponderancia el lenguaje neoclásico”, apunta la directora del ballet Pamela González, que ahora desde su flamante rol inicia un proceso de renovación necesario para la compañía.

Con una gran puesta en escena, un vestuario especialmente diseñado para la ocasión, con un estilo contemporáneo, esta versión de “El Lago de los Cisnes” plantea una ruptura desde la trama.

En este caso, el personaje principal de Odette y Odile (Cisne Blanco y Cisne Negro), no es interpretado por la misma bailarina, si no que dos hermanas juegan esos roles, atravesadas por el mismo conflicto. Al igual que el malvado brujo Rothbart, sigue siendo antagónico, solo que ahora es el pederasta de la historia.

“Utilizando la simbología de la obra original, la debilidad y el mal, reformulamos el relato, con un tema sensible y actual. La manipulación, el engaño, el sometimiento de las mujeres a la esclavitud para placer de otros. En cuanto a la música, no está la obra completa, el ballet tiene tres actos y cada coreografía tiene un argumento, que se profundiza con el sentimiento que transmite la interpretación”.

La escenografía despojada, no invade ni sobrepasa el movimiento, pero si acompaña la acción dramática, siendo una puesta diferente al tradicional lago.

Acercarse a un nuevo público, ávido de propuestas dentro de la danza clásica local, es el desafío del Ballet, que refuerza su trabajo con nuevas ideas y bailarines.

“Conozco el ballet y aunque el cambio fue sorpresivo, antes bailaba y ahora soy directora, sé de las necesidades de mis compañeros y la idea no es ver desde afuera todo. Ahora contamos con nuevos bailarines contratados, que se suman al cuerpo de baile y eso genera una energía positiva al resto de los artistas, que venimos trabajando hace tiempo”.

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