La falta de gasoil lleva a muchos mendocinos a “circular en reserva” para hacer las tareas diarias

Franco Tejerina es de Tupungato y quedó varado en Salta con su camión de verduras. Carolina Huczak, emprendedora y docente, no puede distribuir su mercadería. Algunos ejemplos de la crisis por escasez de diesel.

Carolina es docente y tiene un emprendimiento de venta de plantas. Posee un vehículo utilitario y tiene problemas para movilizarse por falta de diesel.
Foto: José Gutierrez / Los Andes
Carolina es docente y tiene un emprendimiento de venta de plantas. Posee un vehículo utilitario y tiene problemas para movilizarse por falta de diesel. Foto: José Gutierrez / Los Andes

La actividad laboral de Franco Tejerina y Carolina Huczak, ambos mendocinos, resulta seriamente afectada debido a la frecuente escasez de gasoil, hecho que se agudizó en estas horas y también en marzo y principios de este mes.

Franco es camionero y traslada distintos productos. Hoy está varado en Salta con el camión repleto de verduras. Carolina es docente de Biología, emprendedora y mamá de tres hijas. Vive en Chacras de Coria y ya no puede utilizar su vehículo porque, además de la falta de combustible en la mayoría de las estaciones de servicio, donde hay abastecimiento las filas son eternas.

Oriundo de Tupungato, Tejerina es uno de los tantos transportistas afectados por la escasez de gasoil, situación que en Mendoza se dio también en marzo y a principios de mes: hoy se encuentra varado en Salta con su camión repleto de verduras y sufriendo la incertidumbre de su próximo destino, Puerto Iguazú (Misiones) donde debe cargar madera y trasladarla a Buenos Aires.

Franco Tejerina es un camionero mendocino varado en Salta por el faltante de gasoil.
Franco Tejerina es un camionero mendocino varado en Salta por el faltante de gasoil.

“Estoy con la reserva, muy preocupado. En Chamical, provincia de La Rioja, no quisieron venderme combustible. Voy cargando de a puchos, pero ya no tengo nada”, relató, en diálogo con Los Andes.

Lo mismo le sucedió kilómetros más “arriba”, en Frías, pequeña localidad tucumana donde la estación de servicio “rebalsaba” de camiones en la misma situación.

“Algo sé que tenían pero sólo les vendían a los conocidos, a la gente de esa zona. De hecho me preguntaron si tenía cuenta corriente”, comentó.

Varado en Salta capital, Franco, que tiene 25 años y camión propio, también observó varios cortes de ruta en el camino.

“Estoy a la espera de la respuesta de mi comisionista, que es quien me dirige las cargas y los destinos. No puedo adquirir compromisos con nadie porque no sé cuándo ni cómo podré salir. Por ahora, insisto, estoy acá y sin gasoil”, advirtió.

También agregó: “Nunca me había sucedido esto en los cuatro años que hace que trabajo”.

Juan Tejadas, miembro de la Asociación Camioneros Unidos de Mendoza, no descartó un bloqueo de rutas como señal de protesta.

“No es lo ideal ni lo que queremos, pero es la única herramienta para que nos escuchen. Ya hemos hecho reclamos al gobierno y hasta ahora no tenemos respuesta. No somos escuchados”, sostuvo.

Opinó: “No podemos ser nosotros rehenes del juego de la variación de tarifas, que es el motivo de todo este descontrol”.

La problemática, dijo, es mucho más grave de lo que se piensa. “A veces hay 12 horas de espera. Se agota el tanque a las 21 y recién al día siguiente llega el camión a reponer”.

Dijo que la variación de tarifas es una de las causas, aunque también juega en contra la exportación y el valor del barril de petróleo, falencias que se trasladan al surtidor chico.

“YPF dijo que había reforzado cada estación pero no fue así. Además, es raro que aeropuertos y mineras no sufran esta situación, por más acuerdo que existan con ellos”, criticó.

“Dejé el auto en Ciudad”

Además de distribuir sus plantas en su Kangoo gasolera modelo 2012, Carolina Huczak necesita su vehículo imperiosamente: vive en Chacras, es docente en Ciudad y además tiene tres hijas.

“Me compré un auto gasolero justamente para optimizar mi trabajo y lo único que me está dando son dolores de cabeza”, definió a Los Andes.

Si solo se desempeñara como docente, podría tomar colectivos (que tienen hasta una hora de demora), pero Carolina distribuye cactus y es imprescindible la movilidad.

“Ni hablar si a esto le sumo las actividades de las nenas. Estoy preocupada porque esta situación no es de ahora, sino que se dio también hace un par de meses”, recordó.

“Cargo donde puedo, donde veo que existe abastecimiento, pero las colas son impresionantes y no me da el tiempo porque las niñas tienen horarios que cumplir”, sostuvo, para agregar: “Además hay mucha distancia entre una estación y otra: no llego y tengo miedo de quedarme en el camino… y de noche”.

Por eso, concluyó, a veces opta por dejar el vehículo en casa de su madre y, desde allí, manejarse como puede, porque dicta clases en el DAD y en el Normal, muy lejos de su domicilio.

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