Eliana Molinelli: el ECA abre una muestra a 20 años del adiós de la gran escultora mendocina

Fue una de las más destacadas e influyentes escultoras que ha dado Mendoza, dueña de un estilo poderoso, expresado a través del metal de sus obras. Hoy abre una exposición que la evoca.

Eliana Molinelli: el ECA abre una muestra a 20 años del adiós de la gran escultora mendocina
La escultura, fallecida en 2004, es objeto de una muestra en su homenaje, en el Espacio Contemporáneo de Arte que lleva su nombre.

Si la escultura es, de las artes plásticas, aquella que toma forma ante el que la ve, se instala con toda su corporeidad junto al que la admira, Eliana Molinelli comprendió como pocos de los artistas locales, nuestros artistas, el increíble poder simbólico de su creación.

Nacida en 1943, Eliana se destacó por una obra de imponente presencia, capaz de conmover y perturbar, y muy extraña si uno tiene en cuenta los materiales elegidos: trabajaba la chapa y el hierro, algo poco común para una artista mujer en sus tiempos. Pero esa combinación podría haber sido algo anecdótica sin el apabullante poder expresivo que Molinelli conseguía en sus obras, siempre bañadas de un contenido simbólico a la vez sutil y contundente, duro y frágil, como si la llave maestra de su arte le permitiese abrir las puertas de la combinación de opuestos. Cuando falleció, el 13 de junio de 2004, el prestigio de la artista ya era enorme, en su tierra y fuera de las fronteras, y por eso aquel velorio que lloró su partida, fue tan concurrido y conmovedor.

Hoy, el Espacio Contemporáneo de Arte (ECA) que lleva su nombre, ubicado en Gutiérrez y 9 de Julio, abrirá una muestra dedicada íntegramente a su legado. Se titula “Gota a gota”, como una de sus obras, y será inaugurada hoy a las 20, con entrada libre y gratuita.

El título de esta muestra tiene un hondo valor para las hijas de la escultora, Tania y Natasha Driban Molinelli, quienes así lo expresan: “Gota a gota una mujer se derrite. Gota a gota forja su vida, sus sueños, gota a gota se derrumba en el dolor, se sujeta de besos. Gota a gota emerge. Su sangre en cada gota”.

“Las obras que integran la muestra son cuatro de las que se encuentran ya en el ECA y que están en forma de préstamo en ese lugar. Se llaman En el nombre de Dios, Adán expulsado del paraíso, Gol y un autorretrato”, detalla Natasha. “A esas cuatro obras se suma la construida con armas, que es parte patrimonial del museo. Y la figura central de la muestra es La impunidad, que esa es una obra que tenemos nosotros y que va a estar en ‘Gota a gota’ de cierta manera como el personaje central de esta muestra. En la escultura se ve a una mujer crucificada que se derrite y su figura se repite en un en un espejo de una cruz que está sobre el piso. Está hecha de un vertido de plomo que justamente simboliza esa mujer derritiéndose por los actos cometidos impunes que no la redimen”, completa.

La impunidad, obra de Eliana Molinelli.
La impunidad, obra de Eliana Molinelli.

Con Tania, Natasha dice que “la figura en sus obras expresa y simboliza aspectos más profundos del ser humano y en ese sentido fue una adelantada para su época: una de sus últimas y más significativas obras, La impunidad, nos muestra una crucifixión femenina, y es desprejuiciada, ya que se opone a un símbolo religioso y a una religión paternalista”.

Hablábamos antes del influjo simbólico que conlleva pararse frente a una obra de Eliana Molinelli. Eso puede haberlo atestiguado cualquiera que contemple con atención su obra (por ejemplo, el friso de la plaza Independencia), y siempre estuvo preocupada por transmitir un mensaje que resumiera una preocupación de su tiempo.

La crítica supo destacar, junto con la perfección técnica de sus obras, este aspecto. En un texto publicado poco antes de su muerte, en la revista Huellas, Silvia Benchimol escribió: ”Los matices críticos —asentados en una base de emocionalidad afectuosa hacia el prójimo—, comunican a las esculturas y a quien las contempla, sensaciones de un humanismo que elabora su historia hacia el futuro. Intuición del presente y utópica, es transfigurada en solución plástica de conciliación dinámica de forma y espacio, finito e infinito. Los antagonistas clásicos convergen en un modelo de tensiones sin resolver que simboliza la inestabilidad y fragilidad de la condición humana. Las texturas policromáticas de fases previas son reemplazadas ahora por el tinte rojo saturado y bidimensional, de arcaica evocación, o pátinas planas en la superficie”.

Adán expulsado del paraíso, obra de Eliana Molinelli.
Adán expulsado del paraíso, obra de Eliana Molinelli.

Para sus hijas Tania y Natasha esas preocupaciones de su madre por transmitir un mensaje no eran menores: ”Eliana Molinelli se involucró con contenidos controvertidos como la muerte, el sentimiento religioso, y con asuntos candentes como el asesinato de María Soledad Morales y José Luis Cabezas. Su preocupación ideológica fue la temática contemporánea de la actualidad. Vivía con pasión y tenía una visión aguda sobre el dolor y las injusticias de la vida cotidiana, por eso sus obras apuntan a la emoción, movilizan a la reflexión y son una crítica a la violencia del ser humano y a los más vulnerables”.

Toda esa fuerza de su obra escultórica, los premios que recibió en vida (Primer Premio en el Salón Nacional de Santa Fe, Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Buenos Aires, entre muchos otros) hacen que la figura de Molinelli sea tan importante hoy en día. Benchimol recordaba que Molinelli había “sido incluida en las historias del arte argentino, en libros de Romualdo Brughetti y Rafael Squirru. Notables críticos de arte se han ocupado de ella, además de los mencionados: Fermín Fevre (diario Clarín), Diario La Nación), Nelly Perrazo (Academia Nacional de Bellas Artes), Elba Pérez, Raúl Vera Ocampo, César Magrini, Guillermo Whitelow, Andrés Cáceres y Albino Diéguez Videla, entre otros”.

Para Natasha, “la influencia de ella en los artistas de Mendoza ha sido muy grande. Mi madre ha trascendido, durante estos 20 años, a su persona con su obra. Pero también queda lo que dejó su persona, esa mujer que ella fue, desbordante, con esa manera de ser huracanada que no no dejaba de proponer ideas creativas con las que dejaba sorprendidos a quienes la escuchaban, ese ser trasciende a la vez a su obra, tan impresionante que tien. Ese legado tiene un gran valor y creo que se ve en todos estos homenajes que recibe, como el de esta muestra”.

Dos décadas después de su partida, y fuera de esa impronta que dejó en quienes la conocieron (conocimos) aquellos que no tuvieron esa suerte bien pueden sentir su presencia a través de la contundente fuerza y belleza de sus obras. La muestra que se abre hoy es una excelente oportunidad para hacerlo.

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