Día Internacional contra el bullying: el rol clave del niño “testigo”

El 2 de mayo es el Día Mundial Contra el Acoso Escolar. En esta oportunidad, destacamos el papel crucial de quienes observan y cómo su influencia puede transformar el paisaje de la escuela.

El club Talleres de Córdoba encaró el año pasado una campaña para animar a los testigos de bullying a tomar cartas en el asunto. (La Voz)
El club Talleres de Córdoba encaró el año pasado una campaña para animar a los testigos de bullying a tomar cartas en el asunto. (La Voz)

El patio o las aulas de una escuela deberían ser un lugar de aprendizaje, crecimiento y amistad, pero para muchos niños se convierten en un campo de batalla donde el bullying dicta las reglas no escritas. En este contexto, aquellos que son testigos de estas injusticias a menudo enfrentan un dilema moral: intervenir o quedarse en silencio.

En el Día Internacional contra el Bullying, Los Andes consultó a especialistas sobre el papel crucial de estos niños y niñas observadores y cómo su influencia puede transformar el paisaje escolar.

María Zysman es psicopedagoga, fundadora y presidenta de la ONG Libres de Bullying Argentina. Para ella ese chico es fundamental: “Los niños espectadores son clave en este proceso. Son los que pueden frenarlo, no participando, no riéndose, no siendo parte de la agresión”.

En esa línea, Mayra Gómez, fundadora de la Asociación Bullying Mendoza (Abume), plantea que el niño testigo tiene un rol fundamental, principalmente, porque es quien “no está atravesando un daño emocional que sí ocurre con el agresor y con la víctima y, por ende, es el más sano y fuerte en ese contexto. Puede actuar y hablar”.

“Por un lado, la víctima está amedrentada. Tiene miedo, vergüenza. Está intimidada -agrega Gómez-, mientras que el agresor o agresora también es un ser sufriente que a través de su agresión hacia otros manifiesta su propio dolor. En cambio, quien atestigua situaciones de bullying en la escuela o en los clubes, puede actuar, incluso puede cortar el acoso sistemático. Ellos tienen el poder de intervenir”.

El “superpoder” de los testigos

Ahora bien, ¿cómo puede intervenir un niño para frenar un caso de bullying que observa a diario?, ¿A quién recurre? ¿Cómo se enfrenta al “brabucón” de turno? Las expertas consultadas aseguran que hay algunos pasos que los niños testigo pueden realizar y que ayudan a cortar con el círculo de agresión sistemática. Eso sí, en todos los escenarios está incluida, antes o después, la mirada lúcida y atenta del adulto.

Lo primero es no ser indiferente ante la burla o la agresión sistemática de un niño a otro. “No repito, no participo, no replico, no viralizo, no comparto lo que dice o hace el agresor hacia la víctima. Ya eso es una acción heroica”, afirma Gómez.

En ese caso, tanto Gómez como Zysman aseguran que los valores que se imparten en la casa y se fomentan en la escuela “son fundamentales”. Además del respeto por la diversidad y por el otro, hay que poner el foco también sobre la importancia de registrar el dolor ajeno y hacer empatía con el otro que sufre.

“El gran problema que tenemos hoy en nuestra sociedad es que no registramos lo que pasa alrededor. Muchos chicos no alcanzan a dilucidar un caso de acoso en la escuela. Por eso hay que visibilizar los problemas, como el bullying para luego poder detectarlos, tanto niños como grandes”, asegura la fundadora de Libres de Bullying.

“Preguntamos mal al niño que avisa”

El segundo paso, más activo aún, es alentar a los chicos a participar ante un caso de acoso sistemático notificando la situación a una persona adulta en su casa o en la escuela. Claro que, para ello, es fundamental inspirar confianza, algo que, en la mayoría de los casos no sucede, según afirman las consultadas.

Los adultos debemos preguntar de otra manera”, sentencia Zysman, quien señala que los adultos no sabemos inspirarles confianza a los chicos, sino todo lo contrario: los intimidamos.

“Le preguntamos mal. Apenas nos avisan que alguien está sufriendo le preguntamos el nombre del agresor. Los adultos debemos rastrear nosotros ese dato a partir del nombre de la víctima. No exponer a los chicos que lo detectaron a esa situación de `testigo cómplice´ como si fuera un acto criminal”, agrega la investigadora.

Gómez coincide en que garantizar la confiabilidad por parte de los adultos es clave para que el testigo no se sienta un “buchón” y sí, en cambio, un valiente por visibilizar una situación injusta que le molesta, lo incomoda o le duele. “Desde el conocimiento se puede tomar cartas en el asunto”, afirma la docente.

¿Y… por casa?

Desde la Asociación Bullying Mendoza, Gómez asegura que otro de los pasos y pieza fundamental de este rompecabezas es la mirada y la intervención de los padres de niños espectadores. “Nadie está ajeno. Ni los padres de la víctima, ni los del agresor, ni los del niño que solo observa y cuenta lo que sucede en la escuela.

Como mamá o papá de un testigo de acoso escolar lo peor que podemos hacer es no hacer nada. Podemos hablar en la escuela. También hablar con nuestros hijos sobre la importancia de no ser parte del acoso. Eso no implica hablar con el agresor, hay acciones no verbales que son muy potentes. Si muchos testigos ponen el disco “pare” ayuda a frenar la agresión”, explica la docente.

Para Zysman la comunicación en casa es fundamental. “El único recurso que tenemos es la palabra. Ningún chico quiere vivir en un espacio donde hay odio, maltrato o desprotección. Por eso la mayoría de los chicos que no están involucrados va a querer hablar. El tema es cómo abordamos esa oportunidad sin criminalizar a nadie”, agrega Zysman.

¿Cómo terminamos con esto, entonces? “Preguntándonos. Ya con eso estamos dispuestos a aprender, a estar atentos y participar. Nadie está exento”, sugiere la psicopedagoga y autora del libro sobre ´Bullying´ (Cómo prevenir e intervenir en situaciones de hostigamiento escolar).

La apuesta es involucrarse sin exponer a ningún niño, según las expertas, sin estigmatizar ni a la víctima ni al agresor (ver aparte). Por eso -concluyen- lo mejor es buscar “atajos emocionales”, como es ese público silencioso, esos chicos espectadores del bullying. Por suerte, coinciden ambas, son la mayoría. Solo basta que lo sepan.

El acoso escolar y algunos mitos para “desterrar”

El término “bullying” ya es confuso por un tema de idioma. No todo es bullying ni todo es “una broma inocente de niños”. En este punto, tanto Mayra Gómez, de Abume (Asociación Bullying Mendoza) como María Zyisman (Asociación Libres de Bullying) echan luz sobre algunos mitos o creencias que terminan impidiendo intervenir a tiempo casos que pueden terminar en algo serio.

  1. “El acoso escolar no son más que cargadas, bromas y burlas”. (Falso). El bullying es mucho más que simples burlas. Muchas veces se recurre a la violencia, la intimidación y otras tácticas. “Las bromas son divertidas si ninguno sufre. El acoso siempre es doloroso”, plantea Zysman.
  2. “Para que haya bullying solo basta con una cargada”. (Falso). “Para que haya bullying debe haber un desequilibrio de fuerza, una intención de hacer daño y una sistematicidad, es decir, se agrede con regularidad. Se trata de un acoso sistemático, aunque siempre la burla, aunque sea aislada esté mal”, explica Gómez.
  3. “El bullying es una parte normal del proceso de crecimiento”. (Falso) Que se burlen de una persona, se metan con ella, la manipulen, la amenacen, la acosen, la insulten, le hagan daño y abusen de ella no es normal ni necesario. Ni en los niños ni en los grandes.
  4. “Los buleros se meten con otra persona porque tienen baja la autoestima”. (Falso) “Algunos agresores tienen la autoestima muy alta. Están satisfechas de sí mismos y el hecho de molestar a otros los hace sentirse aún mejor. El bullying, en la mayor parte de los casos, no tiene que ver con una mayor o una menor autoestima, sino con el hecho de tener poder sobre otras personas”, explica Zysman.
  5. “La víctima de bullying tiene la autoestima muy baja” (Falso) Para Zysman es una creencia errónea, ya que muchos niños tienen una fuerte autoestima y simplemente no han desarrollado los recursos para defenderse de un ataque sistemático. “Y frente a un acoso sistemático, por supuesto, su autoestima se va al piso”, completa.

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