El Coronel Dorrego y el Ejército de los Andes

La indisciplina de Dorrego, su carácter y sus inclinaciones por la lucha política privaron al Ejército Nacional de contar con su probado valor en las campañas del ejército libertador y años después en la guerra con el imperio de Brasil.

Manuel Dorrego
Manuel Dorrego

El acuerdo de los cuatro generales -San Martin, Belgrano, Pueyrredón y Güemes- fue la clave para consolidar el proceso independentista.

Pueyrredón asume como jefe del estado, como director supremo, votado por el Congreso de Tucumán. Su gobierno apoyará el cruce de la cordillera para terminar con el poder hispano en Chile y luego dirigirse al Perú.

Belgrano con el ejército acantonado en Tucumán preservará el orden en las provincias asegurando las comunicaciones entre Buenos Aires con el Norte y Cuyo.

Güemes se ocupa de frenar las invasiones del Virreinato del Perú.

Instalado en Buenos Aires, de regreso de Tucumán y de las entrevistas con San Martín en Córdoba del 20 y 21 de julio, ambos neutralizaron la influencia artiguista en esa provincia, que, afectaba los planes libertadores y acuerdan la prioridad en los recursos para equipar el ejército de los Andes a fin de emprender la campaña en Chile.

Pueyrredón, convoca al Coronel Dorrego a su despacho para ordenarle su incorporación al ejército de los Andes con el regimiento ocho de infantería y su inmediata salida a Mendoza.

El Coronel Manuel Dorrego luego de su separación del Ejército Auxiliar del Perú, por disposición del general San Martín, en su breve paso por su comando, participa de las campañas en la guerra civil del Litoral instigadas por Artigas: estará bajo las órdenes del general Soler y en 1816 parte a Santa Fe con refuerzos para el general Diaz Vélez, a cargo de las fuerzas nacionales que buscaban retener el control de ese territorio.

Desde su regreso de Chile al año siguiente de la revolución de Mayo, Dorrego mostró coraje en el combate, pero problemas disciplinarios con todos sus jefes, Azcuénaga y Manuel Belgrano que lo separó del ejército en dos ocasiones y luego lo volvió a reincorporar al servicio, pues el general estadista sostenía que en el ejército se “requiere 15 minutos de coraje y una vida de subordinación”.

A mediados de 1816 regresa a Buenos Aires con el regimiento 0cho de infantería, del que era jefe.

Dorrego tenía que responder por actos de indisciplina y actos de pillaje cometidos por sus soldados sin que fueran reprendidos y sancionados.

Además, desde la Inspección general del Ejército, a cargo del Coronel Gazcón, se le requería informes sobre el estado del regimiento, pues el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón había dispuesto el desplazamiento del ocho de infantería a Mendoza para incorporarse al Ejército de los Andes.

Otra vez comete actos de indisciplina al no cumplir esas órdenes.

Ante la reticencia de Dorrego a marchar a Mendoza es convocado por Pueyrredón a su despacho el 10 de octubre.

El Director del estado conoce la cercanía del coronel con el grupo nucleado por el periódico La Crónica Argentina, dirigido por Vicente Pazos Kanki.

En sus páginas, sostenían, que la campaña del Ejército de Cuyo, era una “quijotesca e irrealizable empresa a través de los Andes” y, que desplazar tropas a Mendoza, desguarnecía a Buenos Aires, pues creían en un ataque portugués español a la ciudad.

Pueyrredón le expresa a Dorrego que con San Martín han convenido en incorporar al ejército para liberar Chile.

Ante la negativa de Dorrego le dice: “Extraño mucho coronel que usted hable de castigos contra su patriotismo cuando el jefe del estado lo llama a usted, precisamente para pedirle que coopere a la más grande empresa de guerra que hasta ahora se ha tentado para cambiar en un día la situación lamentable en que nos hallamos”.

A lo que contesta Dorrego: “Es que, señor director, yo veo a los enemigos de Buenos Aires más próximos que los realistas que ocupan a Chile”.

La respuesta de Pueyrredón fue: “Lástima que un hombre de tantos talentos como usted tenga la vista tan corta coronel”.

Y agregó: “Los pueblos soberanos han depositado su confianza en mi juicio; le han impuesto a usted el deber de obedecer a la autoridad y cuando nosotros creemos que es en Chile donde nuestras armas deben ir a resolver esos mismos peligros que usted ve tan cerca , es el deber de un oficial tan bravo y experimentado como el coronel Dorrego, marchar a los campos de batalla donde sus compañeros necesitan de su cooperación y experiencia”.

Dorrego insiste y entre otras frases dice que no entiende que se desguarnezca la capital para un expedición quijotesca y aventurada y agrega: “Aventurada….o serán exterminados o servirán para entronizar allí con las bayonetas el despotismo insoportable del señor general San Martín”.

La terminante negativa de Dorrego, reiterada en una segunda reunión llevó a Pueyrredón a separarlo del mando.

El regimiento ocho de infantería marchó a Mendoza con la jefatura del Coronel Bernardo San Martín.

Por otra parte, el Director Supremo sospechó que, el coronel Dorrego se podía sublevar, ya fuera a Mendoza o permaneciera en Buenos Aires y resolvió desterrarlo, agregando a ese destino, semanas después a todo el grupo de la Crónica Argentina.

La indisciplina de Dorrego, su carácter y sus inclinaciones por la lucha política privaron al ejército nacional de contar con su probado valor en las campañas del ejército libertador y años después en la guerra con el Imperio del Brasil.

* El autor es Miembro de número de la Academia Argentina de la Historia y del Instituto Argentino de Historia Militar.

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