El físico británico

El físico británico Peter Higgs siente aversión a los artilugios tecnológicos y es unánimemente descrito como modesto, hasta el punto de disgustarle que el “bosón” que le valió el Premio Nobel lleve su nombre.

Higgs tuvo un destello de genio en 1964, cuando era un simple profesor no numerario, al defender la existencia de una partícula teórica que los investigadores del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) hallaron en 2012 tras una larga búsqueda: el bosón de Higgs.

Este hombre de gran modestia, ahora de 84 años, exclamó “¡Oh, ya sé cómo hacerlo!”, cuando intuyó la existencia de un “campo” que se asemejaría a una especie de pegamento en el que las partículas estarían más o menos atrapadas, relató su ex colega Alan Walker.

Higgs publicó un documento sobre su teoría, convirtiéndose en el portaestandarte de una teoría científica a la que muchos físicos han contribuido a lo largo de los años.

Tímido y discreto, Higgs vive en Edimburgo, en Escocia, donde fue profesor, sin teléfono celular, televisión y habiendo resistido hasta hace muy poco a comprarse un ordenador, según el semanario The Sunday Times.

“Me siento abrumado por recibir este premio” dijo Higgs en un comunicado difundido por la universidad de Edimburgo.

“Espero que este reconocimiento de la ciencia fundamental ayude a tomar conciencia sobre la importancia de la investigación imaginativa”, agregó, dando las gracias a la Real Academia sueca de las Ciencias.

“Nunca pensé que ello ocurriría estando yo vivo”, declaró Higgs.

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