Los problemas de la emisión monetaria y el déficit

El Gobierno nacional sigue emitiendo pesos de manera excesiva, lo cual impacta no sólo en la inflación, sino también en la confianza de ahorristas y de inversionistas; y además, sube el riesgo país.

El Gobierno financia casi el 60% de su déficit fiscal con emisión de billetes.
El Gobierno financia casi el 60% de su déficit fiscal con emisión de billetes.

Faltan los números finales de noviembre, pero la emisión monetaria ya llegó al billón y medio de pesos. Como diciembre suele tener picos de déficit fiscal, 2021 volvería a rondar los 2 billones, lo emitido el año pasado.

Una economía estable no sería capaz de resistir semejante impacto. Por lo tanto, en el caso de Argentina, que lleva dos años sin un plan económico y está inmersa en una crisis muy severa al menos desde mediados de 2018, el cuadro es muy preocupante.

El Gobierno financia casi el 60% de su déficit fiscal con emisión de billetes. El restante 40% se cubre con emisión de deuda en pesos, indexada por inflación. En consecuencia, la cifra total de la emisión es superior.

El Presupuesto 2021 preveía una emisión monetaria cercana al billón de pesos. O sea que ya se superó esa meta en un 50% y podría llegar a duplicarla. Como en el caso de la inflación proyectada, la realidad supera las hipótesis oficiales.

Se pueden hacer muchas evaluaciones de los números con que históricamente los gobiernos argentinos elaboran año tras año sus presupuestos. En cualquier caso no son números creíbles. Tal vez no nos llame la atención. Pero para los inversionistas, los mercados y los gobiernos de los países que influyen en las decisiones de los organismos multilaterales de crédito, las falencias en las proyecciones económicas de quienes nos gobiernan resultan alarmantes.

Por ello, por ejemplo, el riesgo país de Argentina se mantuvo por encima de los 1.100 puntos después del canje de deuda del año pasado y desde entonces no paró de subir: ya está en los 1.900. Eso clausura toda posibilidad de contraer nueva deuda externa y nos posiciona como un país insolvente que no podría pagar ninguno de sus compromisos, sean viejos o recientes. La demora en un acuerdo con el FMI, que condiciona la negociación con el Club de París, corrobora y agrava esa visión pesimista.

Sobre todo porque el Gobierno nacional, mientras negocia con el FMI, no da ninguna señal positiva, sino todo lo contrario. Hasta antes de las elecciones primarias, la emisión monetaria apenas fue de unos 850 mil millones. En los 3 meses que transcurrieron desde entonces, equivalió casi a unos 700 mil millones. El efecto de la carta de Cristina Kirchner y el llamado “plan platita”.

Esa aceleración repentina de la emisión repercutió en la inflación: si de marzo a agosto había bajado escalonadamente (del 4,8% que encendió todas las alarmas a un alentador 2,5%), en septiembre repuntó hasta ubicarse en un 3,5% en octubre.

La sobreactuación del Gobierno, que dice entregará estos días un presupuesto plurianual, podría ser contraproducente. Lo que se necesita es asumir con modestia y responsabilidad la necesidad de frenar el déficit.

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