Alberto y sus dos amorosas jefas: Cristina y Kristalina

Dos damas muy poderosas le están pidiendo a Alberto Fernández que se anime de una vez por todas: Kristalina Georgieva, la titular del FMI, le pide que más que pagar al organismo se anime a definir un plan integral de gobierno. Y Cristina Kirchner, la vicepresidenta, le pide que se anime a gobernar. Y Alberto quisiera animarse a ambas cosas, pero...

Alberto Fernandez y Kristalina Georgieva.
Alberto Fernandez y Kristalina Georgieva.

Tímidamente, Alberto Fernández desearía ver si es posible (luego de la derrota triunfal y de la última carta de Cristina) encontrar algo de identidad propia entre los jirones gigantes de personalidad que fue perdiendo durante dos años en los que se convirtió en menos que nadie, tratando de complacer a una jefa política que no se dejaba complacer con nada.

Aterrado frente a quien le quitaba toda entidad, Alberto decidió gobernar con una estrategia basada sólo en dos temáticas: Primero, echarle la culpa de todo lo que hacía mal (y hacía todo mal) a la herencia macrista, culpable de todos los fracasos nacionales desde la revolución de Mayo hasta ahora. Y segundo, a los pocos meses de iniciada su presidencia, ponerse al frente de la lucha contra la pandemia y desde allí devenir un Napoleón Bonaparte del cono sur con sus mapas geoestratégicos internacionales (que no le pegaban en ningún dato) y sus vacunas antiimperialistas.

De más está decir que le fue horrible. No había baldosa con la que tropezara que no le echara la culpa de su existencia a Macri. Todo le salía mal, horriblemente mal, pero todo por culpa del gobierno anterior. Hartó tanto con esa excusa que en menos de dos años perdió todos los millones de votos con los que ganó y que no eran del palo directo, vale decir de Cristina. De tanto insultar a Macri, la mayoría de esos votos volvieron a Cambiemos.

Con ver los indicadores mundiales de cómo la Argentina trató la pandemia (última en todos los lugares) basta para comprobar que nuestro Napoleón vivió desde el principio una eterna Waterloo y nada más.

Ahora, luego de la paliza electoral, la culpa de Macri ha quedado reducida a una leyenda urbana compartida tanto por Alberto como por Cristina: que hubo una no tan secreta conspiración entre Macri y el FMI_(el FMI liderado por Trump) para prestarle dinero a Macri a fin de que ganara las elecciones, pero que el pérfido de Macri prefirió darle una parte del dinero a sus amigos y el resto permitir que se fugara del país. Ningún documento demuestra esas afirmaciones pero la leyenda siempre es más poderosa que la ficción y es en base a ese argumento ideológico que se está encarando la negociación con el Fondo. Mejor dicho es el argumento con que se contiene a la platea popular K.

Pero, paradójicamente (y no gracias a Cristina sino gracias al FMI de Kristalina Georgieva) podría llegar la hora de Alberto. Porque ya no alcanza gobernar despotricando contra Macri y luchando malamente contra la pandemia, ahora hay que definir una estrategia para los próximos 2 años. Eso que Alberto no se anima pero que le pide el FMI: definir un plan integral de gobierno como condición sine qua non para arreglar. El imperialismo pidiéndole al gobierno que defina un plan de acción a corto, mediano y largo plazo que no sea mero macaneo como el seguido hasta hoy.

Y Alberto parece querer animarse. Está contento porque cree haber perdido ganando las elecciones, como creen todos en su gobierno menos Cristina Kirchner que es la única con la suficiente inteligencia política como para no menospreciar la derrota.

Y entonces el presi (ante una vicepresi que le dice que empiece a gobernar de una vez por todas y se haga cargo -junto con los macristas- del problema con el FMI, que ella no se meterá) se anima a dar sus primeros pasitos independientitos, haciendo un acto militante a su favor (o al menos un poco a su favor), echando a una funcionaria cristinista a la que ni siquiera nunca nombró por haberse atrevido a decir que su jefa es ella y no él. Y ahora, en lo que parece su máxima audacia -que veremos si es capaz de cumplir- asistir a una asamblea convocada por Biden, antichina, antivenezolana y antinicaragüense.

De todo eso veremos qué sale. Cristina le dijo que arregle lo del FMI con la misma filosofía con que Néstor arregló el default de la deuda externa. Que si no ella, que ahora no se va a meter, se volverá a meter. Con lo cual le está diciendo lo mismo que le dice siempre: que los fracasos serán de Alberto y los éxitos de todos. Pero él igual está contento porque esta vez, después de la derrota triunfal, al menos no lo retó y lo deja hacer algo.

En fin, ojalá que Alberto no siga ningún camino que siguieron Néstor y Cristina en estos temas. Como los 10 mil millones de dólares que les pagaron a puro insulto al FMI para liberarse de una deuda imperialista pagadera al 4% anual, y asumir a cambio una deuda liberacionista de Chávez al 16% anual. O la expropiación revolucionaria de YPF por la cual hoy le reclaman a nivel internacional que pague tres veces el valor total actual de la empresa. O la estatización de Aerolíneas que con lo que llevan de pérdidas hasta hoy se podrían haber comprado dos o tres aerolíneas nuevas de igual o mayor tamaño. Y siguen los casos......

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