31 de diciembre de 2025 - 16:44

En qué activos conviene invertir en 2026 y el rol de la inteligencia artificial

Con la inflación en retroceso, la política monetaria más laxa y un escenario geopolítico aún inestable, el nuevo año se perfila como uno de oportunidades.

Tras un 2025 marcado por la volatilidad política y financiera, el escenario para 2026 abre una ventana de oportunidades para los inversores, aunque con un mensaje claro: el contexto exige selectividad al momento de elegir activos, diversificación y una lectura fina tanto del panorama internacional como del doméstico.

Así lo plantea el informe de Perspectivas 2026 de IOL Inversiones, que identifica a la inteligencia artificial, los commodities estratégicos y ciertos activos argentinos como los principales ejes para armar carteras el año que comienza.

Panorama global

En el plano global, el mercado accionario estadounidense llega a 2026 con valuaciones exigentes, pero sostenidas por fundamentos que, al menos por ahora, continúan firmes.

La Reserva Federal de Estados Unidos ya concretó tres recortes consecutivos de tasas y el consenso del mercado descuenta al menos dos bajas adicionales durante 2026, un contexto que históricamente favorece a los activos de riesgo.

A esto se suma un dólar más débil y una mejora persistente en las ganancias corporativas, que en el caso del S&P 500 encadenan varios trimestres de crecimiento de doble dígito, impulsadas en gran medida por los avances en productividad asociados a la inteligencia artificial

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En qué activos conviene invertir en 2026

En qué activos conviene invertir en 2026

El rol de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial A aparece como el gran motor del ciclo actual. Lejos de tratarse de una burbuja clásica financiada con deuda, como ocurrió en la crisis puntocom, el auge de inversiones en data centers, chips y capacidad de cómputo se apoya mayormente en flujos de caja propios.

Sin embargo, el informe advierte sobre un fenómeno clave: la fuerte interdependencia dentro del ecosistema tecnológico. Alianzas estratégicas entre desarrolladores de modelos, fabricantes de chips y proveedores de infraestructura generan una “circularidad” que potencia el crecimiento, pero también introduce fragilidad si alguno de los eslabones se debilita.

En este contexto, Estados Unidos enfrenta un desafío político y económico central: sostener el boom tecnológico. La inversión vinculada a la inteligencia artificial explicó hasta la mitad del crecimiento del PBI estadounidense en 2025, lo que convierte a este sector en un pilar no solo económico, sino también geopolítico. La competencia con China y la necesidad de asegurar liderazgo tecnológico anticipan niveles elevados de gasto de capital durante los próximos años, aun en un escenario de menor tensión comercial global.

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Diversificar: esa es la clave

Más allá del equity norteamericano, el informe recomienda ampliar el radar. Europa y los mercados emergentes aparecen como alternativas para diversificar riesgo, al igual que sectores específicos dentro de Estados Unidos, como salud y utilities.

En commodities, el diagnóstico es mixto. El oro, tras marcar máximos históricos en 2025, es visto con cautela ante la expectativa de menor conflictividad geopolítica. En cambio, el cobre sobresale como una oportunidad: sus precios muestran un rezago relativo y la demanda estructural ligada a la electrificación y a la infraestructura energética lo posiciona como un activo estratégico para el mediano plazo.

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Qué pasa en Argentina y qué activos son convenientes

En el plano local, el panorama para Argentina en 2026 es sensiblemente más constructivo que el del año previo. Con la estabilización macroeconómica en marcha, una inflación que cerraría 2025 en torno al 30% y expectativas de crecimiento cercanas al 4%, el foco se desplaza desde la urgencia fiscal hacia la recuperación económica.

La clave estará en la dinámica del crédito, la acumulación de reservas y el avance de las reformas estructurales en los frentes laboral y tributario.

Para la renta fija, el informe señala que los bonos soberanos ya capturaron buena parte del rally post electoral, pero aún ofrecen valor si se consolida un proceso sostenido de acumulación de reservas. En un escenario favorable, el riesgo país podría converger hacia niveles cercanos a los 450 puntos básicos, habilitando retornos adicionales en títulos como el GD35. En pesos, el contexto de tasas reales negativas y desinflación gradual abre espacio para estrategias de carry trade, aunque solo aptas para perfiles más agresivos y con estricta atención al riesgo cambiario.

En renta variable, el mercado argentino entra en una nueva etapa: menos dominada por la política y más por los fundamentos microeconómicos. El Merval ya no se mueve como un bloque y obliga a ser selectivos. En ese sentido, el sector energético sigue siendo el principal atractivo. Aun con precios internacionales del petróleo más bajos, compañías como YPF y Vista Energy avanzan con planes de expansión en Vaca Muerta que las posicionan como actores clave para la generación de divisas y el equilibrio externo de la economía.

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De cara a 2026, el mensaje es claro: el entorno global ofrece oportunidades, pero con márgenes de error más estrechos, mientras que Argentina transita un delicado pasaje desde la estabilización hacia el crecimiento.

Para los inversores, el desafío será combinar prudencia y visión estratégica, apostando a activos con fundamentos sólidos en un mundo que seguirá atravesado por la innovación tecnológica, la disputa geopolítica y la búsqueda de nuevas anclas de estabilidad económica.

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