Por estas horas, desde las cámaras y entidades aún no alcanzan a dimensionar el impacto que tendrá en la cadena el que Bodega Norton se haya presentado en concurso de acreedores el viernes pasado. Sin embargo, hay preocupación en la industria vitivinícola porque el monto adeudado es significativo.
Por otra parte, advierten que, si bien hay bodegas que se están pudiendo adaptar al nuevo contexto, el panorama de caída tanto de las exportaciones como del mercado interno crea un panorama desafiante para la industria, que pone en relevie las alarmas que se veían planteando desde el sector.
Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas de Argentina, manifestó: “La vitivinicultura es una industria centenaria, que ha atravesado y superado diversas crisis a lo largo de su historia. Sus actores siempre supieron enfrentarlas y superarlas”.
En este sentido, resaltó que hay empresas que están creciendo, haciendo inversiones, innovaciones, relanzando sus productos y servicios de enoturismo. Por eso, consideró que lo ocurrido con “Norton no debe enmarcarse en una situación generalizada del sector. Es un tema particular, centrado en una empresa y que de ninguna manera afecta la operación normal del resto del negocio”.
NORTON
Crisis en el mundo del vino. Bodegas Norton una de las afectadas por la crisis de la cadena de pagos.
Según registros de la Central de Deudores del Banco Central, Bodega Norton tiene 108 cheques rechazados, por un monto de $ 1.442 millones. Además, la deuda total con entidades financieras que deberá reestructurar es, según datos del Banco Central, de unos $ 44.300 millones (unos US$ 30 millones).
En un comunicado de prensa, el CEO, Tomás Lange, informó que la decisión “fue tomada para asegurar los puestos de trabajo y la continuidad de la operación”, en el marco de “un contexto desafiante para la industria vitivinícola tanto a nivel local como internacional”.
La empresa subrayó que “reafirma su compromiso con sus colaboradores y la comunidad vitivinícola” y que “continuará trabajando con el mismo espíritu de esfuerzo y excelencia que la caracteriza desde hace 130 años”.
Sin embargo, en la industria hay preocupación por lo que puede suceder con la cadena de pagos. Matías Manzanares, secretario de la Asociación de Viñateros de Mendoza, mencionó que sabe que algunas bodegas del Este trabajan con Norton, elaborándole vino y que el temor es que éstas también tengan problemas financieros.
Señaló que el productor que le vende uva o vino a una empresa que se presenta en convocatoria está a la espera de cheques y de pagos -porque los plazos se han extendido en el tiempo- y ahora deberá renegociar en la Justicia y acreditar ese pago pendiente.
“Sería como poner el tarrito de venta a la finca, porque se traduciría en un problema de liquidez. El productor ya tiene organizado todo su ciclo productivo. Cuando negocia los cheques, tiene prevista la fecha de sus labores culturales. Sabe que va a ir contando con ese dinero para ir haciendo las tareas y proyectar su cosecha”, planteó.
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Norton adapta maceraciones y barricas para vinos de guarda con estructura y complejidad.
Bodega Norton
Un contexto complejo
Sergio Villanueva, gerente del Fondo Vitivinícola Argentino, comentó que, para entender lo que sucedió con Norton, hay que analizar el contexto. Por un lado, que el mundo está cambiando y el menor consumo de alcohol -y de vino en particular- se traduce en menos hectáreas de viñedos y bodegas.
Por otra parte, también hay una caída del mercado interno. Los datos del INV reflejan que, en el acumulado de enero a septiembre, la comercialización en el país ha tenido una caída del 2,5% en comparación con el mismo periodo del año pasado.
Asimismo, se empieza a acumular stock, que no marca una situación dramática, pero, en un contexto de altas tasas de interés, la mayoría prefiere no guardar producto y eso hace que los precios al consumidor bajen. Villanueva resaltó que, en los supermercados, hay amplia oferta de vinos a precios muy económicos, lo que reduce la rentabilidad de las bodegas.
Ante esto, surge una necesidad de adaptarse a los cambios. Y la capacidad de adaptación, señaló, es diferente, no tanto en las empresas grandes o chicas, sino según la flexibilidad y el mayor o menor peso de costos fijos y variables. “La estructura de fraccionamiento tiene que ser lo más austera y flexible posible, porque los costos fijos son los que más pesan”, lanzó.
Añadió que hay otro fenómeno que está impactando: el cambio demográfico empresario. Mientras hace unos años las bodegas estaban en manos de mendocinos, “que morían con las botas puestas”, ahora, en muchos casos, pertenecen a multinacionales que, cuando los números no cierran, se van.
Pese a esto, opinó que no es que esto vaya a generar una ola de quiebras, pero que sí es una advertencia, una señal de que es necesario adaptarse y el negocio no da para estructuras demasiado grandes.
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Necesidad de medidas
Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, coincidió en que no todas las empresas están en la misma situación, pero que sí hay un contexto desfavorable internacional y doméstico.
Subrayó que el consumo per cápita pasó de 90 litros en los ’70 y ’80, a 38 cuando se lanzó el plan estratégico y hoy ronda los 15 litros anuales por persona. Esto hace que “todo el engranaje de venta se resienta”, porque se suman cuestiones de competitividad y de falta de financiamiento.
Indicó que los productores todavía no terminan de cobrar la uva y que, si bien su precio no acompañó la evolución de la inflación ni el aumento de costos, las bodegas que compraron esa materia prima tampoco pudieron recuperar el valor que habían pagado, porque el del vino tampoco aumentó.
Sosa planteó que, cuando una empresa se presenta en convocatoria, los proveedores -productores, bodegas y otros- se ven arrastrados en la problemática y se abre una etapa de renegociación.
Pero insistió en que esto no significa que todo el sistema esté en las mismas condiciones. “Que está complicado, sí, porque el mercado está paralizado: el de traslado, el de consumo doméstico, el de las exportaciones. Con precios más bajos que el año pasado y costos crecientes. La situación es muy delicada, pero lo venimos advirtiendo hace varios meses”, señaló.
Mencionó que le han hecho propuestas al Gobierno de la provincia, porque hay herramientas, como el Banco de Vinos, que nunca ha operado, para atender las necesidades más inmediatas. Esto, porque las ventas domésticas de vino dependen del poder adquisitivo de la población y las exportaciones, de la competitividad, del tipo de cambio, de lo que compran los países destino de los vinos argentinos. “Por algún lado hay que empezar a tratar de mitigar esta situación”, evaluó.