22 de junio de 2025 - 00:05

Cuál es el futuro del trabajo en el mundo de la inteligencia artificial

Los Andes organizó, junto con el Polo TIC, un encuentro para intentar responder a este interrogante y dar claves de qué habilidades se requieren en el nuevo contexto.

La inteligencia artificial no solo ha venido a revolucionar profundamente los modos de hacer las cosas, sino que lo está haciendo a un ritmo mucho más acelerado de lo previsto. De ahí que estas tecnologías despierten a la vez curiosidad y temor, en particular en lo que tiene que ver con el impacto que tendrán en el mundo del trabajo.

El encuentro Pilares “Tecnología, futuro del trabajo e inteligencia artificial”, organizado por Los Andes y el Polo TIC, con el apoyo de la Agencia Mendocina de Innovación (del Ministerio de Producción), convocó a cinco expertos en innovación, para que aportaran su mirada sobre las luces y las sombras de este proceso, y sobre cómo se pueden preparar las personas, las empresas y la sociedad en general para subirse a la ola del cambio (más bien olas).

Los disertantes fueron Sebastián Campanario, economista, periodista y divulgador; Lalo Zanoni, periodista y consultor de tecnología y comunicación; Mariano Blejman, periodista mendocino, referente en inteligencia artificial y tecnología, quien habló de los diez escenarios del impacto de la IA en el periodismo; Martina Rua, periodista especializada en innovación y productividad; y Santiago Siri, presidente de Democracy Earth Foundation y fundador del Partido de la Red (primera fuerza política en Argentina enfocada en la democracia digital que participó en elecciones).

¿Reemplazo del hombre?

En América Latina, la IA ha tenido una adopción significativa en términos de proporción de habitantes; más que en Estados Unidos, por ejemplo. Esto se puede explicar, plantea Sebastián Campanario, por la existencia de mucho talento tecnológico, pero también porque se trata de una herramienta conversacional, que se complementa muy bien con la cultura latina, proclive a la charla.

Muchos la han utilizado a modo de prueba, para generar imágenes para sus redes sociales, pero varios recurren a herramientas de inteligencia artificial para realizar su trabajo cotidiano. Y al verificar la rapidez y accesibilidad, surge el temor de cómo podría reemplazar, en muy poco tiempo, a un buen número de empleos actuales.

“Hay un debate que genera mucha incertidumbre, con el futuro del trabajo”, señaló Campanario. Pero aclara que existe en esto un sesgo, porque es más fácil identificar las habilidades que pueden ser impactadas por la IA que avizorar cuáles serán los nuevos trabajos que surjan. De ahí que tienda a haber más inquietud que entusiasmo por su adopción. Sin embargo, resalta que hace 80 años el 60% de las profesiones actuales no existían.

“Uno no va a perder su trabajo, sino la descripción de su trabajo”, aseguró y sostuvo que, hasta ahora, no se están viendo despidos masivos, sino que el nivel de empleo se mantiene en récords en la historia del capitalismo. De todos modos, aclara que su interpretación es hecha con “extrema humildad”, porque ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022, hace poco más de dos años, y, como sostiene el empresario Martin Sorrell, “todos estamos tratando de arreglar el motor del avión en pleno vuelo”.

Campanario estimó que habrá “mucha riqueza para capturar en esta nueva era, y que esa riqueza será para la gente que se mueva, que tome decisiones, los constructores”. Y sumó que la mejor forma de aprender hoy es animarse a operar con algunas herramientas.

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El economista y divulgador habló sobre el vértigo tecnológico y la necesidad de pensar a largo plazo sin ansiedad.

El economista y divulgador habló sobre el vértigo tecnológico y la necesidad de pensar a largo plazo sin ansiedad.

Nuevas habilidades

Martina Rua lanza una pregunta: “¿Tenemos las habilidades para este nuevo mundo?”. Y menciona un informe de 2024, de la consultora ManPower, que muestra que se está experimentando un pico de desajuste en el talento global, entre la formación y la experiencia, y la demanda del mercado. En 2014, la brecha entre ambas era del 36%, mientras en 2024 trepó al 75%.

“¿Qué hacemos con ese dato?”, lanza, para responder: “Nos ponemos en marcha”. Y una de las invitaciones es a reflexionar sobre qué habilidades que uno tiene son particularmente susceptibles de ser automatizadas en los próximos tres años. Añade que es común que se sobreestimen las propias capacidades, por lo que es importante analizar qué valor se está aportando hoy.

Otro interrogante que considera que deben plantearse, tanto las personas como las empresas, es: “¿Qué habilidades van a ser difíciles de reclutar en los próximos tres años?”. Esto permite entender en qué línea se puede avanzar. Pero resalta que otro informe, de Mercer, menciona que la mayoría no son tecnológicas, como pensamiento crítico, agilidad, inteligencia emocional, creatividad, gestión del cambio y pensamiento analítico.

“Fíjensé que muchas habilidades están ligadas a ser más humanos que nunca”, advierte. Así, señala que hay quienes buscan con desesperación el último curso de IA, cuando tal vez deberían enfocarse -o, al menos, complementar- con capacitaciones en liderazgo, influencia social, escucha empática, motivación y autoconocimiento.

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Desaprender y salir del lugar conocido es clave para captar lo nuevo y fomentar la innovación.

Desaprender y salir del lugar conocido es clave para captar lo nuevo y fomentar la innovación.

Roles en el trabajo

Rua expresa que los cambios van a requerir que las personas sean protagonistas. Aún más, “surfers de olas bravas”, en una analogía que fue siguiendo a lo largo de su presentación. Es que se conocen las tareas que pueden realizar los humanos, también las que se podrían automatizar, pero lo difícil -y donde radica el desafío- es pensar las nuevas que se podrán hacer con ayuda de la tecnología.

Compartió los resultados de un estudio de Microsoft, que señala que 2025 es el año en que nace la “empresa de frontera”, la que se apoya en la tecnología y la IA desde sus cimientos, pero “para volverse más humana que antes”.

Para entender si se está cerca de ese modelo, lanzó algunas preguntas al auditorio en el Hotel Hilton, donde se realizó el encuentro Pilares: ¿quién está familiarizado con la palabra agentes de IA?, ¿quién usa regularmente a la IA?, ¿quién confía en la IA para hacer trabajo importante?, ¿quién espera estar trabajando con agentes de inteligencia artificial pronto?, ¿quién está usando a la IA como un partner para tomar decisiones de difíciles?, ¿quién está usando a la IA como un acelerador de su carrera?

“Hay una curiosidad extrema que hay que tener en este tiempo”, resaltó. Y explicó que la IA puede hacer cosas que los humanos no, como tener disponibilidad 24/7, un flujo ilimitado de ideas y realizar tareas más rápido. En cambio, optó por dudar de que sean de mejor calidad.

Detalló que, en Argentina, la mayor parte de las personas está en la fase 1 de uso de la inteligencia artificial, en la que se utiliza las herramientas a modo de asistente. El próximo paso, o fase 2, implica que empiece a entenderlas como “colegas”, en el armado de equipos mixtos. Y esto, para llegar a una tercera fase, de productividad aumentada en las empresas, en las que el trabajo esté liderado por humanos, pero ejecutado por agentes.

En este contexto, los roles de trabajo no serán estancos e inamovibles, sino que habrá que redefinirlos de manera más creativa. También será necesaria una mayor colaboración, para que los datos puedan “conversar” y eso requerirá de equipos que estén dispuestos a “subirse a la ola”.

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Con entradas agotadas, se realizó la edición Pilares Tecnología, futuro del trabajo e inteligencia artificial

Con entradas agotadas, se realizó la edición Pilares Tecnología, futuro del trabajo e inteligencia artificial

Liderazgo redefinido

Sin duda, esta revolución en marcha demanda un ajuste de mentalidad y preguntarse, una vez más, cómo se puede ser protagonista, porque Rua asegura que “no hay lugar para espectadores”. “Decidiendo dónde se va a poner la atención y dónde no”, indica y pone de relevancia que se suele cuidar mucho el presupuesto en dinero, pero no el cognitivo y que los líderes deberán establecer a qué poner el foco, qué automatizar y qué no, qué delegar, ya que este tiempo requiere de “agendas que respiren”, con tiempo para explorar, en lugar de repetir lo que se viene haciendo.

También habrá que desaprender, porque cuanta más experiencia se tiene, más difícil resulta salir del lugar conocido y adoptar un pensamiento que permita crecer. Y entender que la industria deberá ser colaborativa, porque la información ya no es sinónimo de poder -de hecho, hay sobreinformación-, sino que se tiene que conectar de la manera más inteligente posible. “No hay innovación sin colaboración”, advierte y subraya que esa transformación debe ser cotidiana y no algo aislado o espasmódico.

“Para poder subirnos a esta ola tenemos que ser muy adaptables, porque vendrán cosas no esperables”, augura la especialista. Y detalla, como claves para aumentar esa capacidad de adaptación, sostener una actitud de exploración, mantener humildad cognitiva, escuchar sin subestimar (sobre todo a las generaciones más jóvenes), cocrear los roles de trabajo, establecer un liderazgo colaborativo, más humano y que inspire. “Lo que hacen los líderes habla más fuerte que lo que dicen. Si sos un líder que explora, tu equipo va a explorar. Si aprendés permanentemente, eso a permear en la cultura”, señaló.

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Creatividad

Es mentira que la IA mata la creatividad”, lanzó Lalo Zanoni. Esto, después mostrar diversos ejemplos de cómo la inteligencia artificial generativa crea nuevo contenido en base a fotos, videos, audios y avatars, entre otras fuentes. Y que ya no es necesaria la intervención humana en buena parte del proceso de creación de una publicidad o, incluso, parte de un programa televisivo.

Sin embargo, sostiene que la idea pasa a ser más importante que la capacidad de concretarla. “Es más fácil hacer lo que pensemos”, indica. Y, en esa línea, considera que la IA expande las posibilidades de creación. Mostró, entonces, cómo una app le permitió, en base a su propia imagen, crear videos en los que habla en una gran variedad de idiomas y en los que los labios se mueven de acuerdo con cada idioma.

“La era de la información está llegando a su fin, porque la información está disponible en todas partes. Estamos entrando en la era de la imaginación. Como dijo Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento”, señaló para explicar el cambio de paradigma que estamos viviendo.

“El tema es qué imaginamos hacer con ese dato”, manifiesta. Y suma que empieza a cobrar valor lo autoral, el contenido creado con una cara, firma o foto (se haya usado o no inteligencia artificial para su creación). Planteó que, en unos meses, se va a invertir la ecuación y, en lugar de aclarar que algo no es real, se empezará a resaltar que “esto no es IA”.

Zanoni considera que no tiene sentido resistirse al avance tecnológico, porque es apostar al fracaso, como evidencian los taxis versus Uber, o Blockbuster y Netflix. “Es muy difícil competir con un dispositivo que hace las cosas más rápido y más barato”, apunta. Pero también subraya que surgió de los humanos y que, aunque suene utópico, prefiere seguir pensando como sostuvo en su libro “Las máquinas no pueden soñar” (2018), que las personas tienen un amor por la vida, por la sociedad, una pasión, que pueden marcar una diferencia.

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Lalo Zanoni durante su exposición sobre inteligencia artificial y la transformación de los contenidos.

Lalo Zanoni durante su exposición sobre inteligencia artificial y la transformación de los contenidos.

Convivir con la incertidumbre

Rua expresa que vivimos en un mundo Rubyk (el cubo tiene 43 millones de combinaciones posibles). Y que el rol de las personas es diseñar futuros posibles, en una realidad que es más impredecible que nunca. Si ya salimos, como humanidad, cansados de la pandemia, hoy se nos lleva a reformular el propio rol y la propuesta de valor, lo que está generando una “gran fatiga de cambio”. El proceso, propone, se debe gestionar de manera intencional, para evitar la parálisis cognitiva.

Del lado de las sombras, Zanoni, cerca del cierre de su exposición, menciona que a la IA la están manejando unas pocas grandes empresas, que la tecnología tiene sesgos -recordó cómo Google tuvo que disculparse porque el algoritmo etiquetó a una mujer negra como gorila (unos años atrás)- y que consume mucha energía.

También expresó que no tiene idea de cómo puede ser el mundo en el que van a crecer sus hijos. “¿Qué van a estudiar?, ¿de qué van a trabajar?, ¿va a haber robots?, ¿autos autónomos?”, compartió con el auditorio. Y todo esto lo lleva a preguntarse: “¿Qué mundo vamos a hacer? Porque, en definitiva, lo hacemos”, cerró.

Campanario, por su parte, arroja que, frente al vértigo del avance tecnológico, y la abrumadora cantidad de herramientas disponibles (que crece casi cada día), se está viviendo una híper humanización, una demanda de experiencias profundamente humanas. “Cuando todo se automatiza, quedan las conexiones”, señala.

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La importancia del autocuidado ante el cambio permanente

El cambio permanente y la sensación de que el tiempo no alcanza para seguirlo, con el temor de quedarse fuera de lo que está sucediendo, está llevando a altos niveles de ansiedad. Sin embargo, el bienestar emocional es clave para la creatividad, una de las habilidades que más se demanda en el nuevo contexto. ¿Cómo se puede escapar a esta trampa?

Campanario señala que “lo que estamos viviendo no tiene precedentes. Es impensado a inimaginable”. Los temas quedan viejos en apenas unos días, porque lo que se anticipaba que iba a suceder para 2035 ahora se cree que se concretará en uno o dos años. Un ejemplo de la aceleración es que a ChatGPT le tomó dos meses alcanzar los 100 millones de usuarios, cuando la aplicación que le sigue, TikTok, demoró nueve e Instagram, 30 (dos años y medio).

Quienes se encargan de divulgar estas novedades tecnológicas, cuenta, coinciden en que en este primer semestre de 2025 se vio el equivalente a décadas de innovación y comparten una sensación de que se está ante un fenómeno cualitativa y cuantitativamente distinto.

Nuestro cerebro no está preparado para inteligir este vértigo de cambio que estamos viviendo”, advierte. Porque, además, el mundo se ha vuelto mucho más complejo y no hay una sola ola de transformación, sino varias que están sucediendo al mismo tiempo: tecnológico, demográfico, climático, biológico, político. Cada una, según plantea Amy Webb, tremendamente disruptiva y en interacción entre ellas, lo que potencia su efecto. “Uno tiene que aprender a bailar con esta complejidad”, invita Campanario.

Si hasta ahora se le ha dado importancia a la salud física, considera fundamental empezar a enfocarse también en la mental e implementar estrategias para reducir la ansiedad, como la meditación y más horas de sueño. Es que el estado ansioso es negativo para la creatividad porque lleva a conclusiones apresuradas, mientras que las ideas necesitan un tiempo de maduración.

“En este mundo, la creatividad para a ser cuestión casi de vida o muerte. Junto con la persistencia”, asegura. Una persona creativa, suma, tiene más chances de unir dos puntos. Para entenderlo, señala lo irónico de que la humanidad llegara a la luna en 1969, pero inventó las ruedas para las valijas en 1970.

Volviendo a la necesidad del autocuidado, plantea que hay una alta correlación entre creatividad y bienestar emocional, y que cuando estamos en un proceso creativo nos mejora el ánimo y, a la vez, cuando nos sentimos mejor, se nos ocurren mejores ideas. “Es imposible competir con la gente que se divierte haciendo lo que hace”, expresa y también señala que sólo una quinta parte de las personas en Argentina siente eso.

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