Cinco olas de cambio redefinen el trabajo y el liderazgo. Adaptarse y explorar es clave para no quedar afuera en esta nueva era de transformación.
Desaprender y salir del lugar conocido es clave para captar lo nuevo y fomentar la innovación.
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Los Andes La transformación digital no es un hito aislado, sino un proceso diario. Innovar no es hacer todo nuevo, sino incorporar lo nuevo en lo cotidiano. Con esa idea, la periodista especializada en innovación y productividad Martina Rua propuso un recorrido de cinco olas que ya están en marcha y que nos atraviesan como líderes, profesionales y personas.
“La tecnología empieza a ser un nuevo tipo de miembro de equipo. ¿Cómo la ven?”, disparó Rua ante a audiencia presente. Lo dijo sin rodeos, lo que hoy vivimos no es una ola de cambio, sino un oleaje simultáneo que desafía nuestras formas de trabajar, pensar y liderar.
En su paso por el ciclo Pilares, Rua propuso cinco olas que ya nos atraviesan. Pero más allá de la IA o lo digital, puso el foco en algo más profundo: nuestra capacidad emocional para adaptarnos, colaborar y soltar lo que ya no sirve.
Para entender la transformación que vivimos, Martina Rua propone pensar en cinco olas que nos impactan como profesionales, líderes y personas. No son fenómenos aislados, sino fuerzas interconectadas que exigen un cambio profundo en cómo pensamos, trabajamos y lideramos. Estas olas no esperan: nos invitan a ser protagonistas activos de la nueva era.
Cada ola trae un desafío, pero también una oportunidad para crecer y adaptarnos. Así lo sintetiza Martina: “No hay lugar para los espectadores. Todos los lugares tienen que ser para protagonizar la que viene”. Veamos cuáles son estas cinco olas.
“Lo que yo les propongo es: vamos a hacer un cambio de mindset. Muchos de los que estamos acá vemos algo tecnológico y vamos al cuadradito a pedirle algo. Google nos educó así”.
La tecnología deja de ser solo una herramienta para convertirse en un nuevo miembro del equipo. La clave está en integrarla como una extensión de nuestra capacidad, no solo como un recurso externo. La inteligencia artificial y otras innovaciones deben ser parte del pensamiento estratégico y colaborativo.
“¿Cómo hacés para explorar si tu agenda ya está explotada?”
El recurso más escaso es nuestra atención. En un mundo saturado, decidir dónde poner el foco es fundamental. Aprender ya no es una opción, sino una necesidad constante. El desafío es desaprender hábitos viejos y abrir espacio para nuevas formas de pensar y hacer.
“No hay lugar para innovar si no es en red. La información ya no es más poder. Lo que hay que hacer es conectarla de la manera más inteligente posible”.
La colaboración entre sectores y personas es clave para innovar. No alcanza con cuidar solo nuestro espacio; debemos ser puentes, brokers culturales que conecten ideas, experiencias y buenas prácticas para acelerar el cambio.
“Los roles del trabajo los invito a co-crearlos. No están cocinados. Nos toca a nosotros cocinarlo ahora y decir cómo quiero trabajar”.
Los puestos tradicionales se están redefiniendo. No se trata solo de hacer tareas, sino de elegir cómo y con qué sentido trabajamos. Esta ola invita a flexibilizar, experimentar y adaptar el trabajo a nuestras necesidades y valores.
“Si vos sos un líder que explora, tu equipo va a explorar. Si vos sos un tipo que pone y aprende permanentemente, eso es lo que va a permear en la cultura”.
El liderazgo efectivo hoy es el que se basa en el ejemplo, la exploración y el aprendizaje continuo. En un contexto de cambio acelerado, quien lidera debe ser un faro de adaptabilidad y coherencia, con la capacidad de generar confianza y cultura de innovación.
En palabras de Buzz Aldrin, astronauta que pisó la luna y símbolo de la exploración, la pregunta que nos interpela hoy es clara: “¿Exploramos o expiramos?”. Este llamado a la acción nos recuerda que el futuro no espera, y que solo quienes se atreven a explorar podrán transformar la incertidumbre en oportunidad.
Martina Rua enfatiza que no hay espacio para el espectador en esta nueva etapa: “Hay que protagonizar la que viene”. Esto implica tomar decisiones conscientes sobre dónde poner nuestra atención, cómo cuidar nuestro presupuesto cognitivo y, sobre todo, aprender a desaprender para dejar lugar a lo nuevo.
La adaptabilidad se vuelve una habilidad esencial. Rua invita a medir nuestro coeficiente de adaptabilidad interno y reflexionar:
Reconocer que la innovación debe ser cotidiana, no un evento aislado, es clave para no quedar fuera de esta ola de cambio. En un mundo que avanza a velocidad exponencial, el único camino es explorar, aprender y reinventarse constantemente. De lo contrario, el riesgo es claro: expirar, quedarse atrás en la transformación que ya está en marcha.