18 de octubre de 2025 - 00:10

Cómo trabaja el emprendimiento que usa orujo de uva, y residuos de tomate y ajo para elaborar biocuero

El proyecto mendocino ganó un concurso nacional y, con el premio y otros fondos, sumarán maquinaria para aumentar la producción.

Bioeleven, el emprendimiento de las mendocinas Gabriela Negri y Analia Funes, fue uno de los tres ganadores –y el único del interior del país- en el programa de fortalecimiento para las industrias creativas, impulsado por la Fundación Bunge y Born, y el British Council. El premio les permitirá pasar a la etapa de industrialización, para aumentar su producción.

Funes explica que se trata de un proyecto que utiliza los residuos orgánicos de la uva, el tomate y el ajo para elaborar unas láminas similares al cuero, que se pueden utilizar para crear desde posavasos hasta calzado e indumentaria. Además de crear sus propios productos, venden el biomaterial a diseñadores de todo el país.

- ¿Cómo nació el proyecto?

- Gabriela y yo somos docentes, trabajamos en la carrera de diseño y nos veníamos planteando la búsqueda de nuevos materiales. En 2022, ella empezó a capacitarse en biomateriales y yo me estaba capacitando en sustentabilidad para el sector textil. Empezamos a compartir ideas y decidimos armar un proyecto de investigación.

Y empezamos a experimentar, a tener buenos resultados, así que pedimos apoyo en la Dirección de Emprendedores. Tuvimos una mentoría con el INTI y eso nos ayudó a ir validando nuestro proceso.

Iniciamos con el descarte de la uva, porque nos planteamos buscar una alternativa para la industria textil que fuera biodegradable, justamente porque es una de las más contaminantes en lo que se refiere a los materiales sintéticos. Y, a la vez, generar un aporte a la gestión de los descartes orgánicos en la provincia y la industria líder en Mendoza es la vitivinícola.

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Crecer y dar a conocer el emprendimiento

- ¿Cómo fue el proceso para hacerse conocer?

- Una vez que avanzamos con la marca Revid, que usa el orujo de uva, participamos de algunos concursos acá en Mendoza que organizó WofA (Wines of Argentina). Fuimos finalistas en dos y empezamos a plantear productos, porque nuestra intención era poder darle circularidad al residuo y devolvérselo a la misma industria en un producto resignificado. Entonces, lanzamos una línea de productos para gastronomía y enoturismo.

Y, paralelamente, trabajamos con diseñadores. El año pasado, organizamos, con Industrias Creativas, una diseñoteca federal, con una diseñadora de Buenos Aires, y se convocaron diseñadores de todo el país. A partir de eso, comenzamos a tener demanda de interesados y nos enfocamos mucho en el material como insumo para estos diseñadores.

También llegaron las propuestas de algunos productores de ajo y de tomate, y exploramos estos materiales. Y ahí nace Bioeleven, porque nos dimos cuenta de que Revid nos limitaba sólo a la industria vitivinícola y, como empezamos a ampliarnos a estas otras industrias, optamos por una marca más amplia.

- O sea que, cuando se conoció el proyecto, los mismos productores se acercaron a ustedes...

- Sí. Este año hemos logrado convenios con bodegas y con productores de ajo y de tomate. Es un acuerdo totalmente colaborativo. Nos aportan la materia prima, que es este descarte orgánico.

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Pasar a la escala industrial

- ¿Y dónde lo procesan? ¿Tienen una planta?

- Hemos ido pasando de una escala laboratorio, en nuestras casas, a una escala semi industrial, en julio del año pasado, cuando incorporamos algunas máquinas pequeñas, de tipo o domésticas o semi industriales, para empezar a producir en mayor cantidad.

Y ahora nos estamos mudando, porque logramos un comodato con una bodega, en donde vamos a poder producir a escala industrial, con nueva maquinaria, gracias a este capital semilla que ganamos con el programa de la Fundación Bunge y Born, y el British Council. También aplicamos a un ANR, a través de Mendoza Fiduciaria, y vamos a usar aportes propios para poder aumentar nuestra capacidad productiva.

- Al pasar a una escala industrial, ¿van a incorporar colaboradores o empleados?

- Sí, vamos a tener que incorporar personal. Igual, hasta ahora trabajamos en un equipo muy colaborativo. Nosotras nos encargamos totalmente del desarrollo del material, pero para hacer muestras, algunos pedidos, merchandising o packaging, estamos trabajando con algunos colaboradores externos.

Y el apoyo técnico científico lo estamos haciendo con el Conicet de San Luis, porque tienen un departamento especializado en biomateriales.

- Los productos y los materiales, ¿los están vendiendo en Argentina?

A través de esa muestra que hicimos el año pasado, pudimos llegar a más diseñadores y empezamos a hacer envíos a todo el país. Eso nos ha dado un testeo del material. Hemos recibido una devolución de cada uno de ellos y eso nos está ayudando a mejorar el material.

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Biodegradable y resistente

- Más allá de que es biodegradable, ¿la durabilidad es similar a la del cuero?

- Sí, exactamente. Es un material muy similar al cuero. Es resistente. Tiene un comportamiento ignífugo también, que hemos podido certificar con el Conicet. Y la durabilidad es la misma que la del cuero.

Tiene todavía algunas como limitaciones, propias de un material orgánico, que tienen que ver con la resistencia térmica. No es un material que puede ser expuesto a altas temperaturas. Pero estamos trabajando en eso.

A la vez, no lo intervenimos con ningún aditivo sintético ni con poliéster, que es lo que nos diferencia de otros biomateriales, porque la mayoría trabaja con una malla textil sintética, que lo hace más resistente. Nosotros también usamos una, más que nada para marroquinería y calzado, pero trabajamos con algodón, así que es un material totalmente biodegradable.

- ¿Usan poco residuo orgánico o se necesita bastante volumen para hacer estos biomateriales?

- Actualmente, no procesamos tanto descarte porque no tenemos una producción tan alta, pero el volumen aproximado es de un kilo de descarte, en el caso del orujo de uva, para unas tres láminas de biomaterial.

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- ¿Venden tanto los productos terminados como las láminas?

- Sí, pero nuestro enfoque está puesto en las láminas de biocuero, que le vendemos a diseñadores creativos. Se están haciendo productos de marroquinería, calzado, prendas. De hecho, una de las que está utilizando nuestros insumos es la marca Aldi Vega, que fue una de las diseñadoras revelación este año en Buenos Aires.

Nosotros también organizamos un concurso de ideas, y prontito vamos a hacer la segunda edición, que les permitió a estudiantes y diseñadores o creadores de las industrias creativas experimentar con el material.

De ahí han surgido muy buenas alianzas, como, por ejemplo, trabajamos con una marca mendocina, que recicla descarte informático para hacer accesorios y está trabajando con nuestro material. También, una chica que un prototipo de una lámpara y estamos generando una alianza con otra empresa mendocina de maderas, para poder lanzar una línea de esas lámparas.

Esto nos permite trabajar con los valores del diseño sostenible, que es poder trabajar de manera colaborativa y potenciarnos entre nosotros.

De Mendoza al país y ¿al mundo?

- ¿Cuántos fueron los ganadores del programa de diseño creativo de Bunge y Born?

- Fuimos tres ganadores de capital semilla y se agregó uno de la Fundación del Banco Ciudad, pero era únicamente para los proyectos de CABA. Entre los finalistas, éramos tres del interior, pero fuimos los únicos que ganamos; los demás eran todos de Buenos Aires.

Cuando nos postulamos, entre más de 140 proyectos, seleccionaban 15. Y nos dimos cuenta de que esta es la tercera edición y fue la primera vez que un proyecto de la región de Cuyo quedaba entre esos 15.

Ya desde el inicio, para nosotros fue todo un logro, porque cuando mostraban los mapas de las ediciones anteriores, nunca había llegado a esta instancia un proyecto de la región de Cuyo.

Y la verdad es que ha sido muy importante para nosotros ese reconocimiento, porque nos impulsa a seguir. Pero, además, ha sido muy valiosa la capacitación, la mentoría, todo el proceso que hicimos en estos meses.

- Y ahora, que pasan a una producción industrial, ¿tienen un nuevo mercado en vista o quieren exportar?

- Así, en ese orden. Primero, queremos abastecer mejor a nuestros clientes, porque hoy tenemos una demora en la entrega y eso nos limita un poco. Por eso necesitamos este nuevo espacio para poder incorporar maquinaria que nos permita otro flujo de producción. También, lanzar una buena campaña de marketing, pero teniendo la estructura para poder hacerle frente.

A futuro, aspiramos a llegar a otras marcas de renombre, que empiecen a trabajar con reemplazo de materiales. Y poder exportar.

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