Una mamá gigante: Silvina tiene 11 hijos y “adoptó” a cinco sobrinos

Junto a su esposo crió a quienes ya le han dado 20 nietos. Y hace dos años una tragedia dejó huérfanos a sus sobrinos, así que los llevaron a vivir con ellos y los sumaron a la familia.

Silvina y “Gringo” formaron una numerosa familia a la que sumaron cinco hijos del corazón. Sus reuniones congregaban a decenas cuando no había pandemia.
Silvina y “Gringo” formaron una numerosa familia a la que sumaron cinco hijos del corazón. Sus reuniones congregaban a decenas cuando no había pandemia.

“El mayor es Felipe, que tiene 38 años. Luego siguen Guadalupe, de 37; Juan Manuel, de 36; María Eugenia, de 34; Mercedes, de 33; Facundo, de 31; María Silvina, de 29; Bernardita, de 28; Agustina, de 27; Paulita, de 25 y Luli, de 21”, enumera orgullosa. Luego -casi en el acto- toma aire, aprovecha la pausa para repasar no haberse equivocado en las edades (corrobora que no) y continúa: “Y mis sobrinos, que son como mis hijos: Sofía, que tiene 24; José, de 21; Isabel, de 19; Catalina, de 18; y Lucho, de 16. ¡Tenemos un rato para andar todavía!”, cierra el repaso, ya riendo.

Por si alguien desea ahorrarse el conteo, Silvina Martín (63), quien habla al comienzo de la nota y lo hará hasta el final, tiene 11 hijos. Y a ellos se suman 5 sobrinos, a los que adoptó con su esposo Carlos, “El Gringo”. Y, como ella dice, sus sobrinos son como sus hijos.

No sólo el Día de la Madre los encuentros son multitudinarios en su caso, sino que también lo son los cumpleaños -hace no mucho una vecina le preguntó, con tono serio, si todos los días había un cumpleaños en su casa de Guaymallén-, las Navidades, los Años Nuevos y otras celebraciones. Incluso en este contexto de pandemia, para celebrar justamente el Día de la Madre serán 10 en casa, todos convivientes, por lo que no infringirán ningún decreto ni normativa: ella, su marido, sus cinco sobrinos-hijos, y los tres hijos que todavía viven bajo el mismo techo.

“En una familia numerosa todo se vive apasionadamente. Vivimos de cumpleaños, de bautismo, de cosas lindas. Además, como somos muchos, el ejemplo de uno solo ayuda a los demás. Y lo que uno le dice al otro dentro de la familia le sirve a todos. También, con los errores de uno de ellos, los demás van abriendo el paraguas”, concluye la profesora de Inglés, quien da clases en la Universidad de Mendoza.

“Con las clases online todo se complica bastante en casa. Porque estamos todos en etapa universitaria, nos conectamos todos a la vez ¡y el Wi Fi no da abasto!”, se explaya siempre con su sonrisa.

Silvi no adopta un discurso de la súper mamá que todo lo sabe o que suele ensalzarse en las publicidades comerciales de esta época. Si hasta aclara que habla desde su “humilde experiencia”. “Una familia con muchos hijos tiene mucho ‘de todo’. Muchas alegrías y también muchas preocupaciones, aflicciones y desencantos. Lo que queda siempre es un saldo muy positivo porque todo se multiplica. Y si uno hace un balance ¡tiene tantas cosas lindas y que no se refieren únicamente a lo material! Tener una familia grande no es fácil pero con todas las gratificaciones en lo que tiene que ver con compañía y ayuda, vale la pena”, piensa en voz alta.

La familia unida

Silvina tiene un solo hermano y es algo que sufrió de chica. Sobre todo, cuando veía que sus amigas tenían una relación compinche con las hermanas, con quienes compartían todo. “Era lindo verlas que se prestaban cosas. Siempre me quedó eso y es lo que uno valora hoy en día. Uno se enferma y el otro ayuda”, ejemplifica ya de regreso en el 2020 y con los ojos puestos sobre su familia.

En el portarretratos familiar, a los 16 hijos se le suman nada más y nada menos que 20 nietos. En la Navidad de 2019 llegaron a ser 70 personas para la cena y el brindis.

“En lo económico, tener una familia numerosa está muy lejos de ser una ventaja. A nosotros nunca nos ha sobrado nada pero jamás nos ha faltado tampoco. Siempre hemos tenido para comer y para vestirnos”, agrega Silvina entre recuerdo y recuerdo.

Mamá del corazón

Hace dos años, el hermano del “Gringo” -marido de Silvina- falleció en un accidente, mientras que la cuñada del hombre perdió la vida nueve años atrás. Las dos tragedias dejaron huérfanos a los 11 sobrinos de la profe de inglés y su esposo aunque los seis más grandes ya tienen sus vidas más que andadas, con sus respectivos planes.

“Cuando pasó lo de mi cuñado, nos dimos cuenta de que lo que más necesitaban los chicos era la presencia de una familia. Y les propusimos a los cinco más chicos que se vinieran a vivir con nosotros. Les propusimos conformar un hogar, aunque tenemos en claro que nada reemplaza a una mamá y a un papá. Pero somos todos una familia y estamos juntos”, se sincera la mujer.

Sin escatimar en cuestiones de amor, sin siquiera pensar en qué le llegará a cambio, Silvi volvió a vivir cosas que aparentaban haber quedado atrás. Un inesperado déjà vu. “Mis hijos ya me habían sacado la cuenta de cuántos años habíamos estado llevando chicos a la escuela. Y cuando terminó Luli, hasta me hicieron una fiesta de ‘fin de escuela’ porque era la última. Pero llegaron mis sobrinos, por lo que tuvimos que seguir. De hecho, ahora porque estamos en la pandemia, pero cuando vuelvan las clases presenciales ¡vamos a seguir!”, continúa con alegría y optimismo.

Feliz en tu día

“Festejar el Día de la Madre es un desastre”, sintetiza sin dudarlo, y estalla en carcajadas. “Hay que ponerse de acuerdo y, como algunos de mis hijos están casados, tengo que compartir el festejo con mis consuegras. ¡Lo bueno es que no soy para nada celosa!”, agrega Silvina. Y sus risas vuelven a interrumpir la frase.

Esta celebración o las fiestas de fin de año suelen tener una simple resolución ya que, al acompañar el calor, suelen reunirse en el jardín de casa. Pero en invierno surgen las complicaciones porque no es fácil encontrar un lugar cerrado que albergue a todos. “Cuando nos juntamos, unos tocan la guitarra, otros cantan. Realmente la pasamos muy bien”, confiesa.

Las mujeres de la amplia familia tienen un grupo de WhatsApp al que han llamado “Las hermanas” y al que agregaron recientemente a mamá Silvina. El detalle es que una de ellas no recordaba que estaba en el grupo, e intentó organizar un regalo sorpresa para la agasajada de este domingo. "Una propuso: ‘¿qué les parece si le mandamos un desayuno a mamá?’. Y yo les contesté: “¡No, desayunos no porque yo no desayuno!'”, recuerda -como no puede ser de otra manera- sofocada por la risa.

Entre las grandes satisfacciones de Silvi se destaca la de percatarse cómo entre los mismos hermanos se buscan para charlar, para organizar actividades. “No sé si esa sintonía se da en todos lados. Es algo muy lindo”, agrega.

“Si tuviese que dar un mensaje para el Día de la Madre, les diría a ellas que sean generosas porque la vida es generosidad. A veces una piensa que da mucho y no recibe nada. Pero en la maternidad es dar ¡y recibir mucho más! A veces uno siente temor por situaciones particulares, por lo económico. Pero los hijos traen un valor increíble e incalculable, aunque no sea precisamente económico”, cierra Silvina. Y sí, vuelve a reír a carcajadas.

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