Por el contexto socioeconómico, aumenta el consumo de tranquilizantes: 14% lo hace sin receta

La incertidumbre, problemas económicos y sobredemanda laboral se suman al arrastre de la pandemia. Medicamentos recetados por especialistas que no son de salud mental, automedicación y consumo eventual son parte del combo que también está afectando a los adolescentes.

Imagen ilustrativa / Web
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Las condiciones de vida están haciendo mella en la salud mental de las personas y cada vez necesitan más algún tipo de ayuda para sobrellevarlas. Los especialistas en el tema reconocen que cada vez son más quienes apelan a tranquilizantes para sostener el día a día y lo más complicado es que también observan que no necesariamente están indicados por alguien idóneo. De hecho, una buena proporción los consume sin receta médica: se trata de 14,5%, según concluyó la Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado 2022 (ENCoPraC) que fue presentada en agosto.

Tras evaluar el tema con su equipo, Sandra Burgos, responsable de Salud Mental de la Obra Social de Empleados Públicos (OSEP), comentó que todos acordaron que cada vez más cantidad de gente está tomando tranquilizantes. “En muchos casos se los recetan los médicos, clínicos, los gastroenterólogos, cardiólogos”, señaló. Advirtieron que aumentó el uso en todo sentido y que para hacerle frente a una realidad complicada hay quienes optan por alternativas naturales como “tisanas de hierbas tranquilizantes”.

Algunos días Mariana (42) termina con un nivel de estrés tan alto que tiene dificultades para dormir. Y una noche sin descanso complica mucho al día siguiente, más cuando se repiten. Tiene dos trabajos y dos hijos y necesita esa energía. “Hace un tiempo me indicaron Clonazepam, después dejé de tomarlo pero me quedaron algunas pastillas así que a veces, cuando no dormí algunas noches previas y sé que he tenido un día intenso, prefiero tomarme una pastillita y asegurar el descanso”, contó.

El mencionado estudio contempló una población de 16 a 75 años y reflejó que 6,9% consumió tranquilizantes el último año, es decir 7 de cada 100 argentinos de esa edad. Entre los 50 y los 65 años aumenta a 10,3% mientras que por encima de esa franja etaria asciende a 20,6%, lo que implica que consumieron 2 de cada 10.

No hace falta relatarlo demasiado. Cualquiera que vive en este país sabe cuáles son las diversas variables que están afectando la calidad de vida. El deterioro de las condiciones socioeconómicas, ingresos devaluados, un elevado costo de vida asociado a la inflación, la incertidumbre, inseguridad en diversos planos generan intranquilidad, preocupación y ansiedad. Entre tantas otras cosas, hay que agregar el efecto de la sobreinformación, un bombardeo constante que se agrega a una sobredemanda asociada en gran medida a la necesidad de generar más ingresos. Todo esto llegó cuando ya se tenía en la mochila las cargas de haber pasado la pandemia de Covid que hizo mella.

Nervios y ansiedad

“En el consultorio la patología que más prevalece en este momento está muy ligada a los trastornos de ansiedad, trastornos de ansiedad generalizadas, trastornos por estrés postraumático, sobre todo insomnios de segunda noche, nerviosismos, cambios de humor durante el día, que son todos signos y síntomas de estos trastornos de ansiedad”, refirió el médico psiquiatra, Daniel Santiago.

La edad de consulta está muy ligada al adulto joven productivo, pero también ha aumentado en adolescentes y en niños, según apuntó el especialista. Añadió que también se ve en adolescentes y jóvenes.

Santiago detalló que el aumento en adolescentes con un diagnóstico de trastorno de ansiedad está ligado a las frustraciones generadas luego de la pandemia, la incertidumbre, la pérdida de seres queridos, el miedo de perder a un familiar y, sobre todo, por el hábito de la satisfacción inmediata que generan algunas cuestiones como las pantallas. En definitiva, esta costumbre frustra cuando en la vida no se halla tal inmediatez, como es natural.

Ahí es donde vamos al tema de la benzodiazepina, que es como el Clonazepam, Alprazolam, Bromazepam, Diazepam, son las de mucho consumo, sin receta y sin indicación médica”, comentó el profesional. “Este tipo de medicación - continuó- se pasa de mano en mano, se convida, le saco a la tía, le saco a mi abuela, le saco a mi mamá, me convida mi vecina”. Pero además mencionó que se presentan otras situaciones: “El médico clínico lo indica sin saber bien el porqué, lo indica para inducir el sueño y no es un inductor del sueño, entonces en casi todos los domicilios suele haber alguna cajita del famoso Clonazepam, del que hay distintas marcas”, advirtió.

Luego se refirió a números estadísticos a partir de un estudio que se publicó en agosto y que usó para graficar la situación. En ese sentido resaltó que en Argentina casi un 49% de la población ha consumido alguna vez tabaco, algo del 23% de la población ha consumido alcohol, un 15% ha consumido marihuana y alrededor de un 5% ha consumido cocaína. “Son bastante altos los valores de consumo a nivel poblacional”, afirmó a partir de los datos.

Disparadores

Para hablar de los disparadores de esta situación desde la percepción de cualquier ciudadano no hay que ser adivino, basta escuchar las charlas en las que los temas se reiteran o haber conversado con cualquiera los días previos a las jornadas eleccionarias que han sido tan abundantes y desgastantes este año. Pero en los consultorios también hay una percepción a partir de los relatos, aunque Burgos consideró que las causas son algo difíciles de definir. “Algunas de las que pueden surgir a veces en las entrevistas son obviamente la situación económica, la situación política, el nivel de maltrato que existe entre los distintos protagonistas sociales, la gran cantidad de noticias pesimistas que se transmiten a través de los medios de comunicación, la situación económica como una de las tantas variables”, mencionó.

Luego agregó: “La gente está como desilusionada, como con poca esperanza de que la situación pueda mejorar o de que tenga recursos o el país tenga recursos como para sentir que puede cambiar; entonces como que no están dispuestos a invertir energía propia para generar cambios que le permitan mejorar su situación de vida, prefieren esta ayuda externa”.

Consideró como otros especialistas que desde la pos-pandemia ha venido en aumento este tipo de consumo y agravándose toda esta situación.

La edad de consulta está muy ligada al adulto joven productivo, pero también ha aumentado en adolescentes y en niños (AP Foto Erin Hooley)
La edad de consulta está muy ligada al adulto joven productivo, pero también ha aumentado en adolescentes y en niños (AP Foto Erin Hooley)

“También me dicen que ha aumentado el consumo de medicación para combatir el insomnio”, apuntó. Efectivamente, tal cual señalan en las dietéticas advierten un incremento de productos de este tipo, tanto para el buen dormir como para relajarse, preferidos por aquellos que los consideran una alternativa más accesible y sin las implicancias de una medicación farmacológica.

La encuesta nacional reflejó además que son más las mujeres que consumen aunque el promedio de la edad de inicio es más temprana en los varones: 38,6 años en ellos y 40,7 años en ellas. En tanto, 16,9% de las mujeres dijo haber consumido alguna vez y 11,1% en el caso de los varones.

“Entre las drogas más usadas por los jóvenes en este momento, por lo menos acá en Mendoza, es la marihuana, el alcohol, el éxtasis, que es para un grupo etario y un grupo distinto de personas, pero lo utilizan, y las benzodiazepinas, que son las pastillas que se compran de manera ilegal en ciertos lugares, y a veces se consiguen por la vecina, el vecino, la abuela, el padre, la madre, que siempre hay en los domicilios”, concluyó Santiago.

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