López Rosetti: “No se es feliz espontáneamente, algo hay que hacer y se puede entrenar”

El mediático médico y especialista, asegura que se están viendo más manifestaciones de sufrimiento y estrés. Sostiene que la felicidad es una forma filosófica de pararse frente a la vida.

Daniel López Rosetti expuso en Las Heras, ante una multitud su libro Stress, Sufrimiento y Felicidad
Daniel López Rosetti expuso en Las Heras, ante una multitud su libro Stress, Sufrimiento y Felicidad

¿Quién tiene la receta para ser feliz? Es quizás, la búsqueda más codiciada, inconmensurable e interminable.

Si el mundo occidental ya venía con una carga estrés, la pandemia de Covid, fue un duro cimbronazo para la estabilidad de la salud mental. Pero, si además se vive en Argentina, la crisis socioeconómica terminó por ser su golpe de gracia.

El doctor Daniel López Rosetti, tiene ingredientes que aportar a la receta. Una cara conocida para muchos por su trabajo en medios. Médico con especialidad en Clínica y Cardiología, es jefe del servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central de San Isidro, en Buenos Aires. Es además, fundador y Coordinador de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés. Su libro “Estrés, sufrimiento y felicidad”, es su última creación y llegó hasta Mendoza para presentarlo en el ciclo Primavera Planeta que se realizó en Las Heras.

-¿Cree que actualmente las personas, por la situación socioeconómica del país, se sienten más afectadas a nivel emocional o que se ha incrementado el estrés?

-Es una pregunta que históricamente me han hecho y he contestado más o menos lo mismo. La primera variable por la cual una persona tiene estrés siempre es la individual, aunque por supuesto hay cuestiones que se llaman de estrés psicosocial. Este es el estrés que cruza tangencialmente a la sociedad y que puede haber por distintas circunstancias como catástrofes naturales, guerras o crisis económicas.

Daniel López Rosetti
Daniel López Rosetti

Pero esta vez para esta pregunta sí tengo que agregar que hemos vivido en Argentina y en el mundo una condición de estrés transversal: la pandemia, que marcó un antes y un después. La pandemia paralizó al mundo en 90 días y en todas partes ha generado una consecuencia, una hipoteca. Nadie ha escapado a ese período que hemos vivido.

-¿Qué es el estrés?

-Es un problema, en principio, individual. Esta vez sí hay una condición psicosocial que fue la pandemia que se desata o gatilla condiciones anteriores. Un sinónimo de estrés puede ser sufrimiento.

Pero no obstante, el estrés es un fenómeno individual y es la relación de la persona con su condición de vida, su medio ambiente y sobre todo, la frontera final, que es la filosofía de vida con la cual aborda el paso de los días o su cotidiano.

Si la pregunta es: en la Argentina, en este momento, estamos en una condición ambiental, psico-social, cultural, en la cual las condiciones del medio ambiente, social, económico y laboral facilitan las cuestiones relacionadas con el síndrome del estrés, la respuesta es claramente que sí.

-¿Tiene alguna particularidad este momento en cuanto a las manifestaciones?

-Esto afecta a la calidad de vida de las personas, la salud. En general el síndrome del estrés, muchas personas no lo perciben hasta cierta edad, pero en este momento, lo que hemos notado con claridad es el aumento en los chicos y en los jóvenes. Y también hay una cosa que hay que decir: el estrés no es una enfermedad infecciosa, no es provocada por un virus ni una bacteria, sin embargo, es contagioso. Hay un fenómeno: cuando hay un ámbito en un determinado lugar o una familia donde hay una o dos personas con estrés, las demás también lo sufren. Y esto, claro está, también pasa en una sociedad y en este momento está sucediendo.

-Obviamente esto altera las formas en que las personas se vinculan¿Cómo impacta en la convivencia familiar y social?

-Impacta sin dudas, porque es contagioso. No hay que olvidarse que dentro de los temas emergentes sintomáticos del estrés, está la ansiedad, los cambios del ánimo, la irritabilidad, el nerviosismo, el insomnio. Eso implica, obviamente, las relaciones sociales y el vínculo laboral. Y una cosa lleva a la otra. Pero aparte, no es que lo diga un especialista, la mayoría de las personas se dan cuenta que hay un nivel de desgaste importante. Hay personas menos sensibles a los mensajes del cuerpo, pero cuando la sintomatología es profusa y es cada vez mayor, más cantidad de gente percibe que afecta su calidad de vida.

-¿Cómo se identifica?

-Cuando estudiamos pacientes con síndrome del estrés en el hospital, usamos un test que mide la calidad de vida. Y¿por qué? Porque la calidad de vida no es el nivel de vida. El nivel de vida es lo que uno “tiene”. Objetivamente la calidad de vida es lo que disfruta. Nosotros hemos observado que en mucha gente, sus niveles de calidad de vida van disminuyendo y mucho de esto tiene que ver con la inestabilidad, la inseguridad de futuro.

Hay una tríada comportamental que es el temor, la duda y la incertidumbre que se da con más frecuencia que antes. No hay que olvidarse que estamos en un pico de consumo de ansiolíticos en Argentina y eso no puede ser casual. Las personas también están tomando más comprimidos para conciliar el sueño.

-¿Cómo impacta esto en el organismo?

-Esto impacta en todo el organismo: en el área psíquica, neurológica, inmunológica, endocrinológica, no hay ningún área que escape al sufrimiento, a la tensión psico afectiva, emocional,laboral, condicionada por el estrés.

Obviamente la enfermedad cardiovascular, en su aspecto cardiaco (como angina de pecho, infarto agudo de miocardio, arritmias, muertes súbitas, etcétera) el impacto es mayor pero también en otras áreas cardiovasculares como el ACV.

-¿Hay algo que las personas puedan hacer para atenuar este impacto?

Muchísimo. El abordaje del sufrimiento, del estrés, tiene tres áreas básicas: la médica, otra dependiente de la psicología, pero la frontera final, sin desmerecer las anteriores, es la filosofía de vida, es la forma en que las personas encaran filosóficamente sus días. Eso no es poca cosa y desde el punto de vista filosófico se puede hacer mucho.

-¿De esto trata su último libro?

Exactamente, son como recetas, a algunos les servirán unas y a otros más otra. El trabajo tiene una parte introductoria sobre qué y cómo es el estrés. Después nos metemos en los dos modos de abordaje de la vida: uno es el modo lucha, en contraposición con el medio ambiente y con los otros y el otro, es el modo sociable.

En el modo lucha la reacción social y física se presenta para que la persona “luche”, desde el punto de vista metafórico, o huya, pero en ambas hay un aumento de la frecuencia cardiaca, de la presión arterial, de la elevación de adrenalina, cortisol, hormonas del estrés, etcétera, que no es otra cosa que un dolor agudo, un sufrimiento.

Pero hay otra forma que es la sociable o social que es la interacción adecuada con el medio ambiente, se interactúa a través de un mecanismo mental que es el escaneo del entorno, en busca de los binomios “amigo/enemigo”. Entonces uno puede buscar generar un entorno más saludable. La realidad es que siempre nos activamos en modo lucha, a veces varias veces al día, pero el secreto para vivir mejor es aumentar el modo sociable y disminuir el modo lucha.

- ¿Somos un poco analfabetos emocionales?

Y si, una gran cantidad de personas están en una anestesia emocional, es muy común que haya un amortiguamiento del mundo emocional y eso no nos permite vivir la vida sanamente ni resolver problemas.

Aumentaron las consultas
Aumentaron las consultas

Todos necesitamos una expansión de nuestra vivencia, comprensión y expresión emocional, tanto hombres como mujeres, más los hombres. Aumentar la facultad de comunicación, es esencial para gestionar la vida en modo sociable.

-¿Qué es ser feliz? ¿Se puede hacer una especie de autoentrenamiento?

Es una respuesta larga. Pero en principio, no se puede combatir lo que no se conoce, entonces debemos aprender lo que es el bienestar subjetivo percibido, que es la felicidad. Porque la mayoría de las personas va a decir que la felicidad no existe o que son momentos y esto no es así.

Hay que comprender qué son las emociones y los sentimientos. Lo primero es decir qué no es la felicidad: no es alegría, no es euforia, no es éxtasis, esas son emociones, son intensas y duran poco tiempo. En cambio la felicidad,como otros sentimientos, como el amor o la culpa, la vergüenza, la esperanza son sentimientos que no es una exaltación del ánimo sino que es un estado de fondo. Si uno pregunta si alguien es feliz dirá que no pero quizás recuerda un momento en el que se estuvo con amigos, en un ámbito agradable, escuchando música, practicando un hobby y sintió un periodo de paz, de serenidad y de calma, entonces ahí sí las personas lo reconocen y eso es la felicidad. Lo contrario es el sufrimiento , que es el estrés, pero hay que encontrarle la palabra porque cuando se la encuentra se hace real. Y esto se puede aprender, se puede entrenar y tiene que ver con la educación emocional, con el manejo del bienestar. No se es feliz espontáneamente, algo hay que hacer y se puede entrenar.

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