Lidia tiene 96 años y votó por última vez: “Soy patriota y cumplo con mi deber”

Lidia Zaragoza vive en Junín y va a sufragar desde que las mujeres pueden votar en el país. “Me encanta la política y vamos a salir adelante”, dijo.

Lidia vota en Junín y asegura que nadie le puede quitar el derecho a elegir. | Foto: gentileza
Lidia vota en Junín y asegura que nadie le puede quitar el derecho a elegir. | Foto: gentileza

Lectora empedernida, informada, lúcida y fanática de diario Los Andes. Así es Lidia Zaragoza que celebrará sus 97 años el próximo 9 de febrero y ayer a primera hora cumplió con su deber cívico, como lo ha venido haciendo desde que las mujeres tuvieron acceso al voto en Argentina.

Lo hizo junto a su nieta en la escuela 1-206 Doctor Pedro Serpes, en el distrito Algarrobo Grande, en Junín. Allí vive con la alegría y el convencimiento de que el país “tiene que salir adelante”.

“Voy a decir la pura verdad. Cuando Eva Perón estableció el voto femenino quise ir a las urnas como tantas otras mujeres, pero mi esposo no me lo permitió, no pude ir. Me acuerdo de que tuvimos que pagar una multa de 50 pesos”, evoca Lidia con precisión.

-¿Por qué quiere votar, si para usted no es obligatorio?

-Soy patriota, soy argentina y tengo que cumplir con mi deber de ciudadana. No me interesa que no esté obligada, yo desde que pude votar nunca más dejé de hacerlo. Nunca fallé.

-¿Cómo se prepara?

-Como corresponde, bien arreglada, porque soy una mujer coqueta y con las fichas puestas en la persona que creo que puede cambiar la historia del país. Ahora me toca ir a una escuela cercana, pero voté en varias a lo largo de mi vida.

Lidia vota en Junín junto a su nieta Valentina. | Foto: gentileza
Lidia vota en Junín junto a su nieta Valentina. | Foto: gentileza

-¿Qué le gustaría cambiar del país?

-Hay cosas que están muy mal y creo que todo empieza por lograr una mayor seguridad. Siempre digo que, si nos sintiéramos más seguros, estaríamos más felices, más tranquilos. Cambiaría el ambiente y habría más alegría, sin ese temor que hoy se siente en las calles. Pero claro que no es lo único, la economía está muy mal y todos lo estamos sintiendo. La plata no alcanza. Soy jubilada y de a poco tuve que quitarme algunos gustos, tuve que restringirme en los gastos como le pasa a mucha gente.

-¿Qué espera para el futuro?

-Espero que mi candidato o candidata gane las elecciones y ojalá sea en primera vuelta. De lo contrario, me planto. Ya dije que no vuelvo.

-¿Por qué?

- Para elegir al próximo presidente faltan cuatro años... La verdad, no sé si llegaré. Hasta ahora estoy muy bien, pero no hay que olvidarse de que son 96 años.

-¿Le gusta la política?

-Claro, me encanta estar siempre informada y el diario en mi casa es ley desde hace más de 70 años. Lo leo de punta a punta, pero no a la mañana, sino a la tarde. Lo primero que hago es completar el crucigrama. Después me informo sobre todo sobre los temas políticos. Me gusta tener una opinión propia y muchas veces lo hablamos en la mesa con la familia. Siempre respetuosamente, pero cada cual tiene su opinión y, por supuesto, yo la mía, que nadie me puede quitar.

Una lucidez que sorprende

Asombra la lucidez y la memoria de doña Lidia, quien aún hoy usa tacos, se maquilla y sigue siendo tan pulcra como lo fue toda su vida.

Hija de Juan Zaragoza y de Josefa Guerrero, inmigrantes españoles de la zona de Málaga que llegaron a América en busca de un futuro mejor, Lidia nació el 9 de febrero de 1928 en Rivadavia, porque aclara que allí había una clínica médica, aunque la familia vivía en Junín.

“Mi papá era un patriota y una buena persona. Uno de sus relatos lo pintaba de cuerpo entero. Combatió en la guerra contra los moros y, en una oportunidad, su capitán fue herido de bala. Mi padre quiso auxiliarlo y el capitán se negó, le dijo que era hombre muerto, que siguiera su rumbo y lo dejara. Pero igual mi padre lo cargó en sus hombros y lo llevó como pudo a una retaguardia. Desde allí lo llevaron a un hospital y le perdió el rastro”, relata esta abuela mendocina. Y continúa: “Tiempo después mis padres se casaron en España, se mudaron a Argentina, formaron su familia y nunca más supieron de aquel capitán”.

“Un día -evoca-, ya en Junín, tocó la puerta un policía y le entregó un pergamino, una daga y una documentación que lo habilitaba a percibir una jubilación de España. Fue agradecimiento por haberle salvado la vida al capitán muchos años antes”, repasa Lidia, orgullosa de su padre.

Y concluye: “Pero mi papá era un simple trabajador de una finca y no tenía dinero para el abogado ni el trámite en la embajada. Nunca recibió esa ayuda, pero hasta el día en que falleció sintió esa satisfacción en el corazón de haber hecho lo que debía”.

Lidia vota en Junín y asegura que nadie le puede quitar el derecho a elegir. | Foto: gentileza
Lidia vota en Junín y asegura que nadie le puede quitar el derecho a elegir. | Foto: gentileza

Casada con Pedro Ponce el 2 de septiembre de 1950, Lidia quedó viuda en 2004 y actualmente vive con Miguela, de 70 años, una de sus hijas. Tiene otros tres descendientes, todos muy seguidos: María Ester, de 69 años, que vive en Santa Cruz; Pedro Bernardo, de 67 y Juan José, el menor, que también está radicado en esta zona.

“Miguela es su ángel protector. Se llevan muy bien y viven en un ambiente de paz y armonía”, relata su hijo Pedro a este diario.

Lidia, además, es la orgullosa abuela de Walter, María Fernanda, Erbin, Micaela, Marvin, Antonella y Valentina. Tuvo otra nieta, Estefanía, quien falleció tiempo atrás a raíz de una enfermedad. Es, además, bisabuela de cuatro niños. “Cada vez que nos ve tristes o angustiados por algún motivo, nos reta y nos dice: ‘M’hijto, vamos, usted tiene que estar bien ¡Pamplinas!’”, la grafica su hijo.

Lidia asegura que el día no le alcanza y que suele comer variado y “de todo”, porque no es “mañosa”. Pero su verdadera debilidad son las plantas. “Los geranios y los copos de nieve de mi jardín están preciosos, como los rosales, repleto de flores de todos colores. Dan un perfume muy especial. Me tienen toda la mañana atareada”, confiesa la simpática abuela.

Lidia vuelve a recalcar su “devoción” por la lectura y en especial por este diario, que su esposo comenzó a comprar apenas se casaron. “Es una costumbre de toda la vida despertarme con Los Andes y leerlo de punta a punta. Eso sí, tengo mis rutinas y mis horarios. Lo leo al atardecer y todos los suplementos me interesan”, asegura, mientras vuelve a recalcar que así seguirá siendo mientras pueda, porque recuerda que tiene que cuidarse de los gastos y que muchas veces hace “malabares”.

“Sé que vamos a salir adelante, se lo digo a mis nietos. No sé si estaré en la próxima elección presidencial, pero nadie me quitará el derecho de hacer valer mi voto”, finaliza Lidia, mientras exhibe imágenes de las PASO nacionales pasadas, cuando también acudió a las urnas junto a su nieta Valentina.

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