La UCA incorporó al instituto Santa María Goretti a su proyecto educativo

La institución religiosa pasó a la órbita de la Universidad Católica Argentina, luego de que las monjas que lo administraban lo cedieran.

La incorporación del instituto a la UCA fue formalizada durante un acto en la sede que la casa de estudios en Godoy Cruz. | Foto:  Orlando Pelichotti / Los Andes
La incorporación del instituto a la UCA fue formalizada durante un acto en la sede que la casa de estudios en Godoy Cruz. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

La incorporación del instituto Santa María Goretti al proyecto educativo-pedagógico de la Universidad Católica Argentina (UCA) fue formalizada durante un acto que tuvo lugar ayer en la sede que la casa de estudios posee en Uruguay 750 de Godoy Cruz.

Ubicado en Luján de Cuyo, el instituto Goretti posee un edificio de más de 12.500 metros cuadrados con 1.800 alumnos de niveles Inicial, Primario, Secundario, además de un instituto superior. El traspaso, se explicó ayer, fue “de iglesia a iglesia”.

El acto contó con la presencia del rector de la UCA, Miguel Ángel Schiavone; el padre Augusto Baracchini, representante del vicerrectorado de Integración de la UCA y Miguel Ángel Mallar, delegado rectoral de la universidad, ambos con sede Mendoza.

Por parte de la congregación Instituto de Vida Consagrada Hermanas de la Inmaculada de Génova, que hasta el momento estuvo a cargo de la institución educativa, se hicieron presentes las religiosas Viviana Romero, superiora delegada y representante legal, y Angélica Marta del Rosario Bolognesi, primera consejera y secretaria.

“Sentimos una profunda alegría, responsabilidad y, sobre todo, gran admiración por el trabajo realizado por las hermanas. Fueron más de 60 años educando y, como dice el papa Francisco, la educación puede salvar al mundo. Este legado, insisto, representa una responsabilidad, si bien es de iglesia a iglesia, es decir, de una comunidad eclesial a una institución educativa dependiente del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires”, indicó Schiavone, en diálogo con Los Andes, poco antes de la rúbrica.

Agregó: “Estamos pensando qué beneficios traerá vinculada esta nueva etapa y, seguramente, serán numerosos, como que aquellos egresados del nivel secundario del Goretti puedan ingresar de manera directa a la universidad con una serie de descuentos y bonificaciones especiales. No olvidemos que formarán parte a partir de ahora de la comunidad UCA”, sostuvo.

Tras resaltar nuevamente la labor incansable de la congregación religiosa a lo largo de las últimas décadas, Schiavone indicó que el trabajo y la trayectoria educativa de las hermanas fue “conmovedor”.

“En sí mismo esto no tiene que ver con la transformación de la UCA ya que los cambios van de la mano del proceso pedagógico y tecnológico que tiene hoy la educación en general. La forma de educar no había cambiado tanto, aunque en estos últimos tiempos, sobre todo con las restricciones por la pandemia, obligaron a incorporar nuevas técnicas, como la virtualidad, entre otras”, reflexionó.

Foto:  Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

“En cambio -dijo- este traspaso tiene que ver con aspectos de gestión, es decir, la vinculación de dos instituciones religiosas para darle continuidad a una obra importantísima que lleva muchos años de trayectoria”.

Seguramente, manifestó el rector de la UCA, la transformación que está protagonizando la universidad como modelo de gestión impactará sobre la escuela. “Se harán muchas acciones en conjunto, como el caso de la orientación vocacional”, subrayó.

Por su parte, la hermana Marta Bolognesi, representante legal, reiteró que este paso significa “entregar a la Universidad Católica a nuestra institución sabiendo que estará en buenas manos”.

“El colegio Santa María Goretti ha tenido una trayectoria muy grande, sobre todo en Luján de Cuyo, en todos sus ciclos y también en sus profesorados”, comentó. Agregó: “Concebimos que, en la medida en que no podíamos continuar la labor por el número de hermanas dirigiendo la obra, lo mejor era entregarla a la UCA. Era una manera de continuar con el prestigio y también acrecentarlo porque conocemos su modo de trabajar”.

“Efectivamente -amplió Bolognesi- esto tiene origen en la cantidad de religiosas. Tenemos un ámbito cada vez más extendido a lo largo de Santa Fe, Córdoba, Chile y era difícil continuar”. Valoró la labor incansable de una de las grandes protagonistas de esta congregación, la hermana Isidra, una persona a la que definió “con gran capacidad pedagógica y de gestión”.

“Mucha gente la siguió porque ella supo rodearse. Fue una figura muy importante en favor de la educación y afortunadamente muchos siguieron sus pasos”, apuntó Bolognesi.

La religiosa admitió, de todos modos, que para muchas personas que han tenido relación con el instituto Santa María Goretti no deja de implicar este traspaso un dolor. “En fin, hay que comprender que la Providencia permitió que tuviéramos relación con esta universidad y poder concretar este paso”, reflexionó.

Aclaró, finalmente, que no existirán grandes cambios en lo práctico y cotidiano porque, insistió: “Ambas son instituciones de la Iglesia, con la diferencia de que ahora no estaremos las hermanas dirigiendo. Pero la obra continuará de la misma manera”.

En diálogo con este diario, el padre Augusto Baracchini, representante del vicerrectorado de Integración de la UCA con sede en Mendoza, se refirió a la actitud solidaria de la universidad para que la obra de las hermanas no se pierda. “Por la redistribución de vocaciones han tenido que ir optando por otros colegios. La obra es inmensa, por eso las hermanas se acercaron para que nos hiciéramos cargo. El proyecto es continuar con la obra”, concluyó.

El instituto Santa María Goretti nació como fruto de años de esfuerzo continuo de la congregación religiosa mencionada.

El proyecto comenzó en abril de 1952 con el encargo de evangelización y catequización de la zona Mayor Drummond por parte del obispo de Mendoza, monseñor Buteler, al padre Paulino Reale.

Si bien comenzó como parroquia, no tardó en convertirse en jardín de infantes y a pensarse como escuela. En 1957, luego de tres años de búsqueda de terrenos aptos y, gracias a la intermediación de Enrique Mignini junto a las hermanas de la ciudad de Rosario, Santa Fe, comenzó a funcionar como colegio en Luján de Cuyo.

Contó con la supervisión y dirección de la hermana María Daría, acompañada de las cofundadoras María Isidra, María de los Milagros y María Agustina de la congregación Instituto de Vida Consagrada Hermanas de la Inmaculada de Génova.

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