La reinvención del comedor “Horneritos”: de estar a punto de dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación

El concurrido comedor de El Algarrobal estuvo a punto de cerrar sus puertas en mayo, luego de que no pudiera darle de comer a todas las personas que se acercaron una noche. Pero en dos meses consiguieron más ayuda y hasta el aporte de dos grupos solidarios que hasta les donaron el material para construir una cocina cubierta. La inauguraron con una “mega pasteleada” el 9 de julio.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: José Gutiérrez / Los Andes.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: José Gutiérrez / Los Andes.

Con la solidaridad como motor y el empuje de propios y ajenos, el panorama del comedor “Horneritos” (El Algarrobal, Las Heras) cambió drástica y rotundamente en solo dos meses. Y fue un cambio para bien. Luego de que a mediados de mayo la responsable del lugar, Gabriela Carmona, se planteara entre lágrimas y con mucho dolor la posibilidad de cerrar las puertas del lugar que a diario asiste a más de 1.000 personas, el sábado 9 de julio realizaron una “pasteleada” de la que participaron vecinos de la zona y en la que inauguraron la ampliación del lugar. ¡Y ni siquiera el viento Zonda pudo con tanta emoción, empuje y solidaridad!

“Han pasado cosas hermosas en estos dos meses. Y quería contarlas, de la misma manera en que a mediados de mayo conté con mucho dolor que podíamos llegar a cerrar. Pero todo cambió, y pasamos del cierre a la ampliación y reinauguración”, sintetiza con su humildad característica Gabi, y sonríe desbordante de emoción.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Horneritos.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Horneritos.

En esta transición desde la inminente oscuridad hasta esta especie de nuevo amanecer esperanzador, repercutieron distintos aspectos. La propia Gabriela Carmona reconoce que el disparador de esta nueva oportunidad fue la nota de Los Andes en el que ella describía el desolador panorama y donde parecía evidenciar que había perdido todas las esperanzas al anunciar que pensaba en cerrar las puertas. Pero esa triste descripción trajo el invaluable y fundamental aporte de dos grupos de voluntarios que, cada uno con lo suyo, pusieron la mercadería y el material que le permitió a “Horneritos” resurgir de entre las penumbras. Y hacerlo con casi 60 metros cuadrados más de los que tenía antes, cubiertos y donde se acomodó la cocina del lugar.

“Han sido dos meses bastante desconcertantes, ¡pero para bien! Y llama la atención que en tan poquito tiempo haya cambiado tanto todo y que la gente haya respondido así. La última vez que hablamos fue porque surgió un inconveniente el día en que no tuve para darle de comer a toda la gente y el comedor colapsó. Muchos se enojaron ese día porque se quedaron sin comida y yo me sentí muy angustiada. La realidad es que antes había mucha gente que ayudaba y ahora no puede por la situación del país. Y lo primero en que pensé en ese momento es en que si no le podíamos dar de comer a 900 personas, no íbamos a estar teniendo que elegir entre a quiénes darle y a quiénes no. Iba a ser todo un caos, y por eso pensé en cerrar”, recapitula Gabi desde su casa en El Algarrobal, ubicada al lado del espacio donde funciona el comedor Horneritos.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.

El resurgir de Horneritos

Como cada vez que habla del comedor y del funcionamiento, Gabriela aclara que “Horneritos” no tiene ninguna afinidad ni padrinazgo político. De hecho, son personas particulares que, a voluntad, ayudan con lo que pueden. En el lugar, de forma permanente, participan entre 10 y 12 colaboradores y colaboradoras, que son quienes cocinan y distribuyen las raciones. Y quienes están abocados al comedor prácticamente full time, además de a sus cotidianas rutinas.

Sin embargo, los protagonistas de este renacimiento son dos grupos que –al menos hasta ahora- eran ajenos por completo a la rutina de “Horneritos”.

“Cuando salió esa nota y la angustia de que estábamos pensando en cerrar, mucha gente empezó a sumarse. Y entre ellos está un grupo de chicos que son aficionados y apasionados por cosas de autos. Son los organizadores de un evento que se llama ‘Alta Expo Tunning’ y nos juntamos. Me dijeron que querían ayudar a que el comedor repuntara y me contaron que estaban con ganas de hacer una edición de la expo para ayudar a ‘Horneritos’. La idea era ayudar, no solo con mercadería, sino también con algo más”, cuenta Gabi.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.

Esta esperada expo se celebró el 10 de junio, en un hipermercado de Las Heras, y se cobró una entrada de 200 pesos, además de pedir alimentos no perecederos. “Cuando volvimos a vernos, no solamente trajeron la mercadería que habían juntado para el comedor, sino que me contaron que con el dinero recaudado compraron palos, placas de madera y de MDF para poder construir un techo en el lugar donde cocinamos todos los días. Y es que es una parte del comedor que queda a la intemperie, y cuando llueve o hace mucho calor, estamos ahí, al lado de la olla. Algunas veces usamos mi casa para cocinar si estaba difícil a la intemperie, pero era muy chiquita e incómoda”, confiesa la referente social. Y se emociona por el gesto de “los chicos de Ata Expo Tunning”.

El segundo actor clave en el resurgimiento también es un grupo solidario. En este caso se trata de “Sumá conmigo”, integrado por contadores que trabajan para ayudar a comedores y personas en situación de vulnerabilidad. Y estos voluntarios se convirtieron en el complemento indispensable para la ayuda que acaban de recibir en “Horneritos”.

“Hace unas 3 semanas nos trajeron 30 bolsas de ropa. Cuando vinieron, estábamos empezando con la obra de techar, por lo que vieron las placas de MDF. En ese momento notaron que todavía faltaba hormigón, membrana y otras cosas; y en un momento veo que se ponen a hablar entre ellos y me dicen que aproveche las maderas para hacer mesas, tablones y repisas, que ellos se iban a encargar del techo”, sigue Carmona, y en su relato se reconstruye la misma intriga que experimentó al escuchar la propuesta por primera vez.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.

El dato es que uno de los contadores de “Sumá conmigo” trabaja en una empresa de materiales de construcción, por lo que consiguieron que la firma les donara al comedor chapas de policarbonato y otro material para que se hiciera el techo.

“Tuvimos que replantear toda la construcción, pero lo hicimos con mucha alegría. Ellos se encargaron de traer todo y acá lo empezamos a construir. Además, los chicos de ‘Sumá conmigo’ habían visto que yo llevaba todas las notas sobre lo que llegaba al comedor y lo que se gastaba en un cuaderno, por lo que nos donaron una computadora y nos enseñaron a usar Excel para llevar todo el control ahí. Otro amigo que siempre colabora con el comedor y que es ingeniero electrónico se encargó de hacer la instalación eléctrica, y así pudimos construir la nueva parte techada. Todos pusieron su granito de arena y fue hermoso”, relata la encargada del comedor de El Algarrobal.

El flamante sector cubierto del comedor tiene 9 metros de largo por 8 metros de alto, y quedó oficialmente inaugurado el sábado pasado.

La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.
La reinvención de “Horneritos”: de pensar en cerrar y dejar a mil personas a la deriva a inaugurar una ampliación. Foto: Gentileza Horneritos.

La “mega pasteleada” del comedor

La felicidad por la reinvención de “Horneritos” fue plena y absoluta para Gabriela Carmona y para quienes colaboran con ellos. Sin embargo, en ningún momento descuidaron el otro objetivo que se habían planteado: la preparación y cocción de pastelitos fritos para conmemorar el 9 de julio y una nueva conmemoración del aniversario de la Independencia argentina.

“El domingo 3 de julio terminamos de pintar el techo y dejar todo en condiciones, y desde ahí teníamos menos de una semana para que llegara el 9 de julio. Le habíamos prometido a la gente que íbamos a hacer pastelitos y ya habíamos guardado hasta la carne molida y la cebolla. Entonces otro amigo que siempre colabora con el comedor nos donó 300 tapas de empanada”, cuenta Gabriela.

La reinvención de Horneritos: de pensar en cerrar y dejar a 1.000 personas sin comida a ampliar el lugar y organizar la “pasteleada” más grande de Mendoza. Foto: Gentileza Horneritos.
La reinvención de Horneritos: de pensar en cerrar y dejar a 1.000 personas sin comida a ampliar el lugar y organizar la “pasteleada” más grande de Mendoza. Foto: Gentileza Horneritos.

La referente del comedor –que recibe y asiste a vecinos de El Algarrobal y de otras zonas vulnerables de las inmediaciones- no duda en definir, con mucho orgullo, al evento del 9 de julio como “la gran pasteleada de Mendoza”.

“Fue gratis y pudimos repartir pasteles a casi 800 personas que vinieron a ‘Horneritos’, sumado a que también pudimos inaugurar nuestro nuevo techo, algo que jamás hubiésemos imaginado. Y menos hace dos meses, cuando pensábamos en cerrar”, agrega emocionada.

El 9 de julio por la siesta bajó el tan odioso y problemático Viento Zonda al llano, y El Algarrobal no fue la excepción. Sin embargo, mucha de la gente que había ido al lugar, así como también las bandas y artistas que habían querido sumarse con música en vivo para convertir el evento en una verdadera fiesta no cedieron ni siquiera con el Zonda.

“Lo de la banda y fue como la orquesta del Titanic, que siguió tocando hasta el final. Los chicos siguieron tocando pese al viento. ¡Si hasta había gente que tenía agarrados los parlantes para que no se volaran!”, acota y ríe Gabriela.

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