Gratitud eterna: docentes le enseñaron en el hospital y en su casa durante su mayor lucha

Anabela Lencina (15) recibió al respaldo y cariño de sus maestros mientras vencía al cáncer. Cómo trabajan estos educadores cuando un chico no puede ir a la escuela por razones de salud.

Ana junto a Estela, su maestra hospitalaria durante su estadía en el Notti, tras haber recibido la última quimio. Estos educadores trabajan en las salas al pie de la cama. | Foto: gentileza
Ana junto a Estela, su maestra hospitalaria durante su estadía en el Notti, tras haber recibido la última quimio. Estos educadores trabajan en las salas al pie de la cama. | Foto: gentileza

El 15 de septiembre se celebró en Mendoza el Día de la Educación Domiciliaria y Hospitalaria. La fecha se estableció a partir de la creación de la primera escuela en el ámbito de un hospital, la 2-003 Doctor Silvestre y Lillo que funcionaba en el hospital Emilio Civit y que, más tarde, se trasladó al Notti, donde hoy se prolonga.

Si la docencia es vocación, servicio y amor, mucho más lo demuestran quienes ejercen esta misión en el ámbito domiciliario u hospitalario, ambos muy diferentes a la escuela convencional. Implica que el docente enseñe los contenidos a los niños o adolescentes que, por un período de 30 días corridos o más, no pueden asistir a la escuela de manera presencial por razones de salud.

La Dirección General de Escuelas (DGE) lo define como una modalidad destinada a garantizar el derecho a la educación y dar continuar las trayectorias escolares de quienes no pueden acudir al edificio escolar.

Anabela Lencina tiene flamantes 15 años y puede hablar con conocimiento de causa sobre la importancia que representó para ella esta modalidad durante todo su proceso de enfermedad. Y habla con profundo amor de sus maestras Majo y Eli, que la visitaron en su casa, y Estela, que la acompañó en el hospital Notti, donde el 10 de noviembre último atravesó una cirugía que cambió su vida.

Anabela festejó sus 15 años, siempre agradecida con sus maestras. | Foto: gentileza
Anabela festejó sus 15 años, siempre agradecida con sus maestras. | Foto: gentileza

Ya recuperada, Anabela sufrió un osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso que comienza en las células que los forman. Se encuentra con mayor frecuencia en los huesos largos, más a menudo en las piernas pero a veces en los brazos, aunque puede comenzar en cualquier hueso

Ella llevaba una vida normal y asistía a la escuela Arquitecto Carlos Thays 4-076 de Fray Luis Beltrán, en Maipú, cuando fue diagnosticada y estalló una “bomba” en la familia, según grafica su mamá Silvia en diálogo con Los Andes. De inmediato “se internaron” en el Notti y comenzó con quimioterapia.

Un apoyo necesario

“Siempre imaginamos un tratamiento corto, que se curaría en poco tiempo. Pero la enfermedad fue un proceso largo que aísla del mundo al paciente. Tuve que transformarme en una persona de hierro para acompañar a mi hija en medio de tanto dolor”, recuerda Silvia.

Fue justamente en ese momento de angustia y dolor cuando Anabela recibió la visita de “maravillosos seres humanos que con dulzura hicieron la vida más fácil”, según define cuando se refiere a sus maestras hospitalarias.

“Ana no asistió durante un año a la escuela, así que la presencia de estas docentes fue fundamental y todas representaron un apoyo incondicional para toda la familia. Fueron más que maestras, fueron un sostén psicológico”, repasa Silvia.

Las educadoras “lo dieron todo”, agrega, a pesar de los obstáculos: Anabela se encontraba débil y con el desgaste lógico de la quimioterapia. Muchísimas veces los invadió la frustración, aunque la niña jamás bajó los brazos. “Fue una tortura, una guerra que no terminaba nunca y que se hizo más llevadera con la compañía de estas personas. Quiero dar las gracias a todas las profesoras que nos acompañaron”, se emociona Silvia, mientras recuerda las últimas clases, cuando Ana no entendía algunos contenidos de inglés y de inmediato se activó un protocolo entre la escuela de origen y la hospitalaria para evaluar cómo continuar.

“Hubo amor y comprensión. No tengo más que palabras de agradecimiento”, concluye la mamá.

Una de las ocho modalidades

La coordinadora a nivel provincial, Lorena Cuccurullo, profesora y especialista en Educación Domiciliaria y Hospitalaria, explica que la modalidad es una de las ocho que aparecen en la Ley de Educación Nacional 26.206, sancionada en 2006.

En Mendoza funciona como una coordinación provincial y depende de la Dirección de Educación Especial, aunque es transversal a todos los niveles obligatorios educativos y sus modalidades.

“Esta modalidad está destinada a brindar educación a estudiantes que, por alguna enfermedad, no pueden asistir de manera presencial a su escuela de origen. El fin es garantizar el derecho a la educación y dar continuar a las trayectorias escolares”, puntualiza Cuccurullo.

En la provincia existen cuatro escuelas, dos de las cuales son hospitalarias: una dentro del Notti y la restante en el Teodoro Schestakow, de San Rafael. En cuanto a las domiciliarias, la especialista mencionó a la escuela 2-005 Raquel Menéndez de Pavón y la Jacinto Álvarez de San Rafael.

“A diferencia de la hospitalaria, cuyos docentes trabajan en las salas del hospital, a pie de cama, las domiciliarias se trasladan a los domicilios de los estudiantes que guardan reposo por alguna enfermedad”, apunta la especialista.

Agrega que en el nivel secundario se emplazan dos escuelas referentes entre técnico y orientado desde las cuales parten servicios educativos con sus profesores hacia los distintos domicilios. “El personal circula por hospitales públicos y privados para atender a los estudiantes secundarios hospitalizados”, amplia Cuccurullo.

La funcionaria indica que esta modalidad educativa implica una tarea articulada con los establecimientos de origen de cada estudiante “que brindan planificaciones y programas de estudio, así como también actividades, de manera tal que los docentes que se desempeñan en hospitales o domicilios puedan dar continuar pedagógica a lo que venían viendo los chicos en sus escuelas”.

El tránsito por la modalidad suele ser de corto tiempo, hasta el alta médica, para luego, con el acompañamiento de los docentes, llevar adelante la reinserción paulatina. “El objetivo es que el impacto no sea tan fuerte en estos estudiantes que a veces transitan bajo esta modalidad más tiempo del imaginado”, explica.

Y suma: “Depende de la enfermedad, ya que algunas patologías son crónicas o ambulatorias, por lo que en ocasiones se implementa una conjugación entre la educación domiciliaria, hospitalaria y de escuela de origen, es decir, triangular, lo que implica una buena coordinación entre todos esos docentes”.

También destaca la importancia del trabajo intersectorial entre las áreas de Salud y Educación, ya que ambas entran en juego cuando un paciente es, además, un estudiante. “Siempre la idea es llegar a buen puerto”, aclara la especialista y agrega que lo novedoso es la expansión del servicio educativo hospitalario para el nivel secundario que, desde 2019 y hasta la actualidad, se fue ampliando debido a la demanda de estudiantes hospitalizados y, por consiguiente, se incrementó el plantel docente.

“Existe un crecimiento de los docentes que transitan los distintos hospitales en estas aulas que no son convencionales, sino en un espacio físico por lo general pequeño donde arman sus actividades para esos niños que necesitan el abordaje pedagógico. Lo más importante es cumplir con el derecho a la educación y con el sostenimiento de la trayectoria escolar para que no se vea interrumpida”, apunta Cuccurullo.

La coordinación en Mendoza está formada por un equipo de referentes de distintos niveles educativos y sus modalidades para continuar brindando un servicio particular que requiere de una profunda vocación de servicio.

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