De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor

Luis María de la Calle fue abusado a los 12 años en ese instituto por un religioso. Ocho años después le contó la situación al cura que estaba al frente, aunque nunca se llevó la denuncia a la Diócesis de San Rafael. Recién en 2017 la Iglesia supo del tema, intervino y el abusador fue expulsado por el Papa.

De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.
De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.

Con solo 12 años, Luis María de la Calle llegó de su Buenos Aires natal a San Rafael para internarse en el seminario de menores del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). Parte de una familia con una marcada tradición religiosa, Luis conoció el lugar durante unas vacaciones en 1997 y en marzo de ese año ingresó formalmente al lugar.

En simultáneo lo hizo su hermana, con 14 años, quien actualmente es monja de la congregación conocida como “Las Servidoras”, también perteneciente al Verbo Encarnado. Mientras estaba en el internado, Luis vivió una verdadera pesadilla hecha realidad: fue abusado sexualmente por un diácono que, se suponía, debería haber estado a cargo del cuidado de los niños.

“Me abusó sexualmente en reiteradas oportunidades. Siempre que podía y encontraba una oportunidad, a escondidas, lo hacía y de distintas maneras. Como yo era un niño, él intentaba hacerlo como si me estuviera enseñando algo, minimizando la gravedad. Y yo, en ese momento y mientras me abusaba, me daba cuenta de que no estaba bien y no me gustaba. Pero recién en 2005, cuando ya tenía 20 años, pude hablar y contar lo que me había pasado”, destaca De la Calle a Los Andes.

De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.
De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.

Actualmente el hombre tiene 37 años y, aunque en 2010 se ordenó como sacerdote –también dentro del Verbo Encarnado-, en 2017 el Papa autorizó la dispensa como sacerdote que él había solicitado. Desde entonces Luis María formó su propia familia y ahora tiene dos hijos. Además, recientemente el ex cura decidió retomar la denuncia penal contra quien lo agredió sexualmente y contra el Instituto del Verbo Encarnado, además de denunciar al cura Gabriel Zapata en la Diócesis de San Rafael como encubridor.

“Pude salir del Instituto religioso Verbo Encarnado en San Rafael después de 20 años. Fueron 20 años de manipulación psicológica y lavado de cerebro que, como la rana al fuego, te va cocinando el bocho sin darte cuenta. Para muchos, tristemente, ya no hay vuelta atrás y prefieren libremente ser cocinados en la olla del IVE, permanecer ciegos voluntarios para toda la vida. Gracias a Dios, no es mi caso”, detalla De la Calle, quien define al IVE como “una secta”.

Luego de una serie de denuncias que involucran al fundador de la orden, Carlos Buela -contabiliza 12 acusaciones de abusos sexuales a adultos varones de su propia congregación-, el IVE se encuentra actualmente intervenido por el Vaticano y a cargo del cardenal Santos Abril. En ese sentido, se espera próximamente la sentencia definitiva que apartaría a Buela totalmente de su sacerdocio, a semejanza de lo ya vivido por el ex cardenal Theodore Edgar McCarrick, ya condenado como abusador y encubridor y quien mantiene un vínculo cercano y de amistad con Buela.

El fundador del Verbo Encarnado, Carlos Buela y el ex cardenal Theodore Edgar McCarrick (Estados Unidos), ya condenado por abusos y encubrimientos. Foto: Luis María de la Calle.
El fundador del Verbo Encarnado, Carlos Buela y el ex cardenal Theodore Edgar McCarrick (Estados Unidos), ya condenado por abusos y encubrimientos. Foto: Luis María de la Calle.

En lo que tiene que ver concretamente con el religioso que abusó de él dentro del IVE, De la Calle se muestra satisfecho con la decisión tomada por el mismísimo Papa Francisco, quien expulsó al abusador. “Agradezco al obispo Eduardo María Taussig y a la Diócesis de San Rafael, por haberme escuchado y haber hecho todo lo que los superiores del IVE no hicieron. Gracias a la diócesis, al poco tiempo, este abusador, encubierto por el cura Zapata, ya estaba en la calle, despedido por el mismo instituto, luego de haber recibido del Papa la reducción al estado laical”, destaca el denunciante, quien deja en claro que el rol de quien fuera obispo de la diócesis sureña hasta febrero de este año y de su sucesor, Carlos María Domínguez fueron clave para que la causa canónica avanzara.

“Gracias a Dios se pudo intervenir y se pudo acompañar al denunciante cuando vino y habló con el obispo Taussig. Lamentablemente hubo una inacción al principio del proceso, pero todo se pudo acomodar para que la causa canónica avanzara”, destaca a su turno el vocero de la Diócesis de San Rafael, José Antonio Álvarez. El religioso confirmó, además, que el cuestionado Zapata -denunciado como encubridor- sigue siendo parte de la congregación e, incluso, se desempeña como rector del seminario menor, el mismo espacio y ámbito en que De la Calle fue víctima de los abusos.

En 2017 Luis María de la Calle fue dispensado como sacerdote. Foto: Luis María de la Calle.
En 2017 Luis María de la Calle fue dispensado como sacerdote. Foto: Luis María de la Calle.

Los abusos en San Rafael

Durante las vacaciones de verano de 1997, Luis María de la Calle viajó por primera vez –junto a su familia- para conocer el seminario menor del Instituto del Verbo Encarnado en San Rafael –ubicado en la zona de Las Paredes, alejado de la ciudad- y donde viven y permanecen internados niños de entre 11 y 18 años. Lo acompañaron sus padres y sus hermanos. Tras cumplir 12 años en febrero, Luis María regresó al instituto para quedarse. “Allí dormíamos y vivíamos, mientras que todos los días íbamos a la escuela caminando”, rememora a Los Andes.

Ni bien ingresó al seminario menor, el entonces niño conoció a quien se convertiría en su abusador y quien marcaría para siempre su vida. “Miguel Ángel Paz no era de Mendoza y en ese momento cumplía la función de ‘cuidador’. Era diácono, lo que significa que ya era ‘clérigo’ e iba camino a convertirse en sacerdote en pocos meses”, reconstruye De la Calle, quien aclara que en el lugar había cerca de 100 chicos y 10 cuidadores.

Durante ese trágico año, entre el temor y la confusión propia de un niño que se veía sometido ante la autoridad de quien era su encargado, Luis María de la Calle soportó una incontable cantidad de abusos sexuales que, según sus propias palabras, prefiere no recordar ni reconstruir. “Hay una pésima o inexistente responsabilidad de los encargados, quienes, justamente, no realizan ningún tipo de test psicológico o control profesional a la hora de mandar estos ‘ayudantes’ a los hogares de menores. Resulta que este degenerado no era en absoluto apto para esa función, y ellos lo sabían”, acusa el denunciante.

La sede del Seminario Mayor de el Verbo Encarnado, en San Rafael. Foto: Luis María de la Calle.
La sede del Seminario Mayor de el Verbo Encarnado, en San Rafael. Foto: Luis María de la Calle.

En 2005, De la Calle había salido ya del Seminario Menor para ingresar al Seminario Mayor del Instituto del Verbo Encarnado, donde completaría la ordenación como cura finalmente. Y fue en ese momento cuando pudo y se animó a contar la traumática experiencia con su abusador. Aunque, según su propia denuncia, todo quedó en la nada misma.

Recién ahí pude hablar todo esto. La primera persona con quien hablé fue el padre Gabriel Zapata, ni siquiera con mi familia lo pude hablar al principio. Se lo conté intentando que sea una denuncia, porque yo no sabía cómo se hacían. Pero él no me pidió escribir nada ni presentar nada formal. No hizo nada. Ahora él es responsable de un grave encubrimiento, él es el gran gurú de la secta. Estando dentro de esa secta, yo jamás pensé que Zapata no haría lo correcto. Confié, naturalmente, pero él nunca más me habló del tema. Recién en 2015 me di cuenta que el IVE era definitivamente una secta. Para ese año yo ya era sacerdote de esta institución desde hacía 5 años y fue una decisión que había tomado libremente, aunque bastante influenciado por esa presión que se vive adentro”, acota el denunciante.

También fue en 2015 cuando De la Calle tomó conocimiento de los vínculos del padre Buela con el ex cardenal McCarrick, y de todas las denuncias por abuso que salpicaban a quien había fundado el Verbo Encarnado en 1984. “Ese año me enteré de que el padre Buela, era, en verdad, un degenerado y depravado abusador de seminaristas y sacerdotes, como su amigo McCarrick. Todo esto fue para mí un descubrimiento, el inicio de mi liberación. Empecé a ver dónde me había metido. Y también decidí en ese momento recurrir al obispo de San Rafael”, rememora.

De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.
De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.

Según sus propias palabras, Luis María de la Calle recurrió al entonces obispo Taussig “en secreto y a escondidas” de sus superiores. Y fue allí cuando se enteró de otra indignante realidad: el cura Gabriel Zapata nunca había llevado la denuncia a la diócesis. “Si yo no me hubiera ocupado de denunciarlo personalmente ante el obispo, mi abusador hubiese seguido ‘restablecido’, concelebrando misas en público, participando de las reuniones de clero, y siendo miembro elector y elegible para el próximo Capítulo General de la Orden”, acusa Luis María de la Calle desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde está viviendo.

Incluso, en más de una oportunidad la víctima tuvo que participar de misas en compañía de su atacante. “Quiero destacar y agradecer también al actual obispo de San Rafael, Carlos María Domínguez, quien tomó la denuncia recientemente presentada por mí contra el padre Gabriel Zapata por grave encubrimiento y confío en que la llevará adelante. Nuestra preocupación recae sobre este sacerdote que no supo manejar correctamente mi caso en su momento, y que favoreció este tipo de abusos a niños indefensos. Y que, además, es el actual rector de ese mismo seminario menor”, acusó.

En cuanto al religioso denunciado como su abusador, De la Calle destacó que desconoce cuál es su situación actual. “Recibió la pena canónica de la Santa Sede y fue expulsado luego de la intervención del Papa. Después de que en 2015 hablé con Taussig, él llevó el caso al Vaticano y al tiempo se conoció la pena canónica que fue su expulsión”, cuenta.

En el centro el cura Carlos Buela, fundador del Verbo Encarnado. Foto: Luis María de la Calle.
En el centro el cura Carlos Buela, fundador del Verbo Encarnado. Foto: Luis María de la Calle.

La actualidad del denunciante

Tras haber recibido la dispensa para ser sacerdote, Luis María de la Calle formó su propia familia. En sus años como cura, el hombre incluso llegó a representar al equipo argentino en la Clericus Cup, el “mundial de fútbol” que involucra a seminaristas y sacerdotes y que cuenta con el apoyo del Vaticano y la Conferencia Episcopal Italiana. Su hermana continúa siendo parte de las monjas de la orden “Las Servidoras”, mientras que su hermano es aún sacerdote.

En 2017, De la Calle presentó –además de la denuncia eclesiástica que está en proceso- una denuncia penal contra Miguel Ángel Paz y el Instituto del Verbo Encarnado en el Juzgado de San Rafael por los abusos que sufrió, y actualmente la lleva adelante con sus abogados.

En sus años de cura, Luis María de la Calle representó a Argentina en el "mundial de fútbol de los sacerdotes". Foto: Luis María de la Calle.
En sus años de cura, Luis María de la Calle representó a Argentina en el "mundial de fútbol de los sacerdotes". Foto: Luis María de la Calle.

“Confiamos en que la intervención de la Iglesia en el IVE ayude a purificar esta institución de toda plaga de abusos e hipocresía de la que, lamentablemente, hoy se ha impregnado. Muchas misiones y obras de caridad laudables serían salvadas, muchos religiosos honestos encontrarían su rumbo. El abuso a un menor es algo gravísimo que parecen no conocer los encargados de esta tortuosa secta. Y ahora sabrán que pagarán por lo que hicieron y no hicieron”, concluye.

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