Vidas no tan paralelas: Saavedra y Moreno

Moreno y Saavedra
Moreno y Saavedra

“El pueblo no puede contentarse con que sus jefes obren bien; debe aspirar a que nunca puedan obrar mal, que sus pasiones tengan un dique más firme que el de su propia virtud y que delineado el camino de sus operaciones por reglas que no esté en sus manos trastornar, se derive la bondad del gobierno, no de las personas que la ejercen, sino de una constitución firme, que obligue a los sucesores a ser igualmente buenos que los primeros, sin que en ningún caso deje a estos la libertad de hacerse malos impunemente”

Este párrafo de un escrito de Mariano Moreno, que, define la limitación del poder, es uno de los pilares fundantes de la tradición republicana argentina.

Esa tradición, muchas veces, ha sido puesta a prueba por intentos de los extremistas del arco político y por cierto, de las corrientes que, en vez de reconocerse populares, prefieren el populismo que puede ser, el camino al despotismo.

Pocos años antes, en 1799, Cornelio Saavedra como síndico procurador del Cabildo de Buenos Aires, escribe su informe contra la asociación gremial de artesanos. En particular, el alegato de Saavedra, era contra el gremio de maestros fabricantes de calzado, que, impedían la libertad de trabajo afectando en especial a las castas, mulatos, libertos y esclavos.

Cornelio Saavedra dice que este gremio perjudica a los “menestrales” y “a los consumidores” y lo califica de innecesario para adquirir y trabajar la materia prima. Señala “Enerva los derechos de los hombres, aumenta la miseria de los pobres, pone trabas a la industria, es contrario a la población”. En esa sociedad estamental, en la que las diferencias de clase, implicaban una condición jurídica diferente regida por estatutos específicos, Saavedra enfrenta, en su defensa de pardos y esclavos, a los detentadores de privilegios señoriales, vitalicios o hereditarios. Resultaba inadmisible para el futuro presidente de la Primera Junta de Mayo, el permiso obligatorio de jerarcas corporativos para ejercer el derecho a trabajar.

Escribe en su alegato: “la raza humana no debe existir para beneficio de un pequeño número”, define al monopolio como “un permanente atentado contra la naturaleza” y afirma “el derecho al trabajo es el título más sagrado e imprescriptible que conoce el género humano”. Agrega: “Es un delirio decir que la suprema potestad o sea el Príncipe es el que debe vender el derecho de trabajar, es una monstruosidad…porque el poder soberano lejos de restringir el uso de este derecho por prohibiciones y privilegios, debe asegurar a todos los ciudadanos el goce pleno de semejante prerrogativa y con preferencia proteger aquella clase de hombres, que, no teniendo más propiedad que su trabajo e industria, tiene mayor necesidad de emplear sin limitación alguna os únicos recursos que le quedan para su subsistencia”.

Otra parte, del escrito de Cornelio Saavedra, preconiza el libre juego de la oferta y la demanda para “libertar a los zapateros pardos (la mayor parte esclavos) de las vejaciones y molestias que le causaban los zapateros españoles. Tanto más gravosas cuanto mayor es su indigencia y miseria”

Los manuales de historia escolares, privilegian mostrar las diferencias entre Saavedra y Moreno, en los meses que convivieron como presidente y secretario de la primera Junta de Gobierno y algunas anécdotas menores como el banquete por el triunfo de Suipacha. Sería interesante que divulgaron estos textos que muestran las coincidencias fundacionales para cimentar el basamento de la república, que, están por encima de las pequeñeces humanas.

La limitación del poder, que señalábamos en Moreno, la idea de la libertad y la preocupación social de Saavedra en este alegato de 1799, sin olvidar la representación de los hacendados de 1809 firmada y presentada por Moreno y en la que se perciben ideas de Belgrano. Limitación del poder, libertad, igualdad, esos son los principios iniciales de nuestro país legados por los padres fundadores que debemos defender. Son los, que, cuando, más allá de algunas sombres, se respetaron, nos permitieron construir una sociedad moderna en el desierto miserable, que, era este tierra en 1810, como, lo describe Belgrano en sus memorias en el Consulado.

Son los basamentos que molestan a los sátrapas de provincias que invocan el federalismo para succionar recursos nacionales, para, financiar su permanencia en el poder con obras sin rentabilidad social y el clientelismo, o a la vicepresidenta, que, pretende una justicia a su servicio como muchos jueces de las justicias provinciales y otros de la justicia federal prontos al servilismo y, que, compiten con muchos legisladores en el concurso para ganar el premio al mayor genuflexo.

¡Qué actualidad tiene la frase de Mariano Moreno! “Que en ningún caso deje a estos (los gobernantes” la libertad de hacerse malos impunemente”.

Cristina K lo incluye en su panteón de próceres, pero, como en otros casos, se nota que no lo ha leído…

* El autor es miembro de número de la Academia Argentina de la Historia.

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