Predisposición del FMI: ¿oportuno cambio de paradigma?

Es previsible que la racionalidad prevalecerá mayoritariamente y que el Congreso aprobará finalmente el acuerdo con el FMI.

Es previsible que la racionalidad prevalecerá mayoritariamente y que el Congreso aprobará finalmente el acuerdo con el FMI. / Foto: Federico Lopez Claro
Es previsible que la racionalidad prevalecerá mayoritariamente y que el Congreso aprobará finalmente el acuerdo con el FMI. / Foto: Federico Lopez Claro

El acuerdo logrado entre el Fondo Monetario Internacional y el gobierno plantea un interesante cambio de paradigma. Un paradigma es un conjunto de teorías que sirve de modelo a seguir para resolver problemas o situaciones determinadas que se planteen. Desde siempre, el FMI ha planteado en sus acuerdos requerimientos para modificar los sistemas laborales, jubilatorios, impositivos, etc., junto con una definida exigencia para eliminar drásticamente cualquier déficit fiscal.

El acuerdo logrado, tal como se explicó con más detalle en Los Andes (02/feb/2022: Acuerdo con el FMI), abarca, en cambio, las siguientes pautas:

1. Mantenimiento de la política cambiaria actual.

2. No habrá ninguna reforma laboral ni jubilatoria, salvo el régimen de jubilaciones de jueces y embajadores. Se mantendrá la posibilidad, iniciada en el macrismo, de prolongar la actividad laboral sin requerimiento de jubilación obligada.

3. Se prevé incrementar la inversión en infraestructura, ciencia y tecnología y proteger programas sociales específicos. Tampoco está prevista la privatización de alguna de las empresas públicas.

4. Un acuerdo en diez años, con cuatro años y medio de gracia y doce pagos semestrales, comenzando en setiembre de 2026 hasta marzo de 2032.

5. Devolución de lo pagado al Fondo en 2021 y 2022, recomponiendo las reservas, con un incremento previsto de us$ 5.000 millones.

6. Reducción paulatina del déficit fiscal primario (no es el déficit financiero, que agrega a aquel los pagos de intereses de la deuda pública), arrancando con 2,5% en 2022, 1,9% en el 2023 y 0,9% en 2024, lo que permitirá una expansión moderada. Disminuirá el déficit a través del crecimiento, sin bajar el gasto total, ya que en 2021 el déficit primario fue del 3%

7. Una financiación monetaria del 1% del PBI para 2022, 0,6% en 2023 y 0% en 2024.

8. Se fortalecerá la administración tributaria, atacando la evasión y lavado de dinero y la informalidad laboral.

9. Mantener un esquema de tasas de interés positivas, contribuyendo a la estabilidad y fomentando la demanda de activos en pesos.

10. Reducción de los subsidios en energía, con segmentación según grupos de ingresos. El 10% de los habitantes de mayor ingreso pagarán la tarifa plena. Los sectores más postergados tendrán un incremento del 21,36% y el resto un 42,7% promedio, por debajo del crecimiento previsto de salarios.

11. Al reconocer la inflación como fenómeno multicausal, se prevé avanzar en un enfoque integral, privilegiando los acuerdos de precios en el esquema antiinflacionario.

En el comunicado final firmado desde Washington, el FMI calificó el acuerdo de “pragmático y realista, con políticas creíbles para fortalecer la estabilidad macroeconómica”.

Puede preverse que el Congreso aprobará finalmente el acuerdo, sin perjuicio de algunos sinsabores.

En el oficialismo, una objeción inicial partió de Máximo Kirchner, enmarcada en experiencias anteriores del país. Una reflexión y análisis más profundo quizás lo conduzca a graduar su posición, valorizando en mayor medida los compromisos asumidos de no realizar reformas laborales ni jubilatorias y reducción del déficit a través del crecimiento y el combate a la evasión.

Como reflejo, surgieron algunas voces en el mismo sector, con posiciones casi teñidas de ignorancia supina, como pretender postergar el acuerdo hasta obtener un hipotético pronunciamiento de la Corte de La Haya.

En la oposición, la Coalición Cívica adelantó su intención de aprobación, al igual que Gerardo Morales, que invitó a reconocer errores.

El macrismo se debate entre su anhelo de entorpecer la marcha del gobierno, ya manifestada con la falta de aprobación del presupuesto nacional y su preocupación por la futura repercusión electoral de sus posiciones. Curiosamente, plantea argumentos insólitos calificando al acuerdo como una bomba de tiempo, olvidando la concentración de vencimientos previstos originalmente para el pago del préstamo vigente. En el medio del mensaje presidencial, las observaciones o gritos destemplados en plena sesión, pretendiendo descalificar al primer mandatario y la infantil retirada del macrismo no parecen comportamientos de una oposición seria. Como bien manifestó Manes, “es necesario primero escuchar para recién entonces analizar y eventualmente rechazar”.

A ello se agregan las críticas de la visita a Rusia del primer mandatario, sin comprender que ello constituyó quizás un revulsivo deliberado para acelerar la aprobación por parte del FMI.

La posición de la vicepresidenta es esperada con fruición por la oposición. Aunque no vota, parece obvio que su posición favorable será manifestada ya sea en forma explícita o por la decisión aprobatoria de la mayoría de los senadores del sector.

Es previsible que la racionalidad prevalecerá mayoritariamente, aprobando el acuerdo logrado con una impecable gestión técnica y política por parte del presidente y del ministro Guzmán y el apoyo de ministros y legisladores.

Despejado el camino de limitaciones, se podrá reforzar el proceso de crecimiento con inclusión social, ya iniciado con el notable 10,3% de incremento del PBI logrado en 2021.

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