Peronismos paralelos

La fiscalía demostró con contundencia que los Kirchner armaron en sus presidencias un gobierno paralelo donde centralizaban la corrupción.

Sergio Massa, Cristina Fernández y Alberto Fernández.
Sergio Massa, Cristina Fernández y Alberto Fernández.

Antes que se nombrara super ministro de Economía a Sergio Massa, dijimos que el gobierno nacional tenía que poner toda la carne en el asador. Que no era meramente designar a Massa sino que toda la coalición liderada por el peronismo, se pusiera el gobierno al hombro para justamente salvar al gobierno -y por ende al país- del precipicio que estaba a milímetros. Pero no lo entendieron así, lo que hicieron fue prestarle por un tiempo el gobierno a Massa para ver si éste puede hacer algo. Y el resto de los peronistas solo miran de reojo, para pegarse a Massa si le va bien o para decir que ellos no tuvieron nada que ver si le va mal.

Así, Alberto Fernández se desentiende de su responsabilidad institucional, o más bien transparenta lo que siempre fue, un presidente formal sin ningún tipo de poder real. Entonces se dedica a ser una especie de embajador plenipotenciario. Se va a recorrer el país y el mundo para decir pavadas insustanciales, juntarse con ex presidentes jubilados en naderías como la Celac, o cantar canciones en La Rioja al tiempo que asegura que si San Martín viviera le habría encargado que liberara el norte argentino del invasor. Frente a lo cual algunos mal pensados dijeron que si eso hubiera ocurrido, la Argentina aún estaría en manos de los realistas, a juzgar por las nulas competencias albertianas.

Mientras el presidente formal navega en las nubes de la nada, la vicepresidenta real vive atosigada con las revelaciones que el fiscal Luciani está haciendo en el juicio de Vialidad y se dedica a darle instrucciones a sus abogados para que vayan a apretar jueces, sacándole todos sus trapitos al sol, como literalmente le ordenó años atrás a su “le pertenezco” Oscar Parrili.

El resto de los peronistas que gobiernan provincias o intendencias, aunque dicen formalmente apoyar a Massa, en lo único que piensan es en adelantar elecciones para salvar sus feudos de una presunta derrota nacional del peronismo en 2023.

O sea, antes de Massa teníamos a un gobierno con un presidente pequeñito como Alberto, y ahora lo hemos cambiado por un gobierno pequeño de un solo hombre. Porque por más habilidad política que pueda tener Massa, él solo poco podrá hacer para sacar el país adelante. Solamente su enorme vanidad personal y su insistente ambición política puede hacerle creer al superministro de Economía con atribuciones presidenciales de hecho, que él sin nadie más salvará al gobierno y el país de la debacle, Sin entender que o son todos los peronistas o no es ninguno si de verdad se quiere al menos intentar salvar a este gobierno esquizofrénico y hasta hoy imposible que un día inventó Cristina y casi todo el peronismo lo hizo suyo.

Por si alguien faltaba en este mundo de paralelos que no se tocan, tenemos a los sindicatos y piqueteros que idearon una de las movilizaciones de protesta más raras del mundo. O sea, fueron a quejarse del desastre económico del país que ajusta a los de abajo más que a nadie (en particular por la brutal inflación que es la forma más injusta de redistribución del ingreso, al cual este gobierno de la “justicia social” es tan propenso a validar) marchando al Congreso y la Casa Rosada, pero diciendo que no era para criticar al gobierno, sino a un conjunto indeterminado de especuladores en general. Si fuera Macri en vez de Massa el que anuncia este idéntico plan económico, los mismos que marcharon esta semana, le apedrean la Rosada y el Congreso como mínimo. Pero como el gobierno es peronista marchan para “ayudarlo”. O sea critican las políticas que el gobierno está aplicando pero dicen que las está aplicando por presión de otros y que el gobierno en todo caso no los está combatiendo bien porque no pone lo que hay que poner. También aquí estamos frente a la quintaesencia de la esquizofrenia: se marcha contra las políticas del gobierno para ayudar al gobierno. Y como siempre se echa la culpa a otros de lo que por propia decisión esta haciendo el gobierno. En vez de ayudarlo, contribuyen a hundirlo.

En esta misma semana de paralelos que no se tocan, el fiscal Luciani en sus alegatos contra la corrupción en la obra pública de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, llegó al meollo del sistema “institucional” con el cual se llevó a cabo la asociación ilícita para cometer el robo público quizá más grande de la historia argentina, cuantitativa y cualitativamente.

Los datos, informes, testigos e investigaciones concretas develan contundentemente que en las presidencias K hubo dos gobiernos paralelos que prácticamente no se tocaron entre sí, salvo intersecciones secretas.

El fiscal Luciani habla de “apagón informativo”, vale decir cómo se ocultó todo el desfalco incluso a los jefes de gabinete de los K (a los cuales eximió de toda acusación), a los gabinetes salvo a algunos ministros en particular y a todos los organismos de control, salvo los que escrachaban a los que se oponían a las prebendas bestiales otorgadas a Lázaro Báez.

O sea, había un gobierno formal en la Casa Rosada, y otro gobierno paralelo que acontecía una parte en Olivos y otra parte en los domicilios particulares del matrimonio K, donde se depositaban los “valores” de la corrupción. En vez de ministros, este gobierno tenía haciendo el papel de éstos, a secretarios privados, jardineros, testaferros, amigos personales de Néstor o Cristina y algunos funcionarios como De Vido y sobre todo López (el de los bolsos del monasterio) que trabajaban para los dos gobiernos.

Por lo tanto, Luciani y Mola, más que acusar a los gobiernos formales de los Kirchner -lo que podría ser una acusación política- están demostrando la existencia de un gobierno paralelo que en muchas cosas fue más poderoso que el institucional y cuya función era la centralización de la corrupción. Una auténtica asociación ilícita.

Justo en esta semana, además, se aportaron nuevos datos de las andanzas de Milagro Sala, quien era de hecho la gobernadora paralela de Jujuy durante la gestión del peronista Eduardo Ferllen, cuya organización Tupac era financiada por el gobierno nacional salteando al gobierno provincial.

En fin, repitamos, esquizofrenia pura. Un peronismo, el kirchnerista, donde todo tiene doble fondo y donde cada uno intenta salvarse solo. Si no se desmantela esta organización que llevó a la infinita corrupción de los gobiernos K anteriores y hoy está llevando al desgobierno total, no existirá milagro alguno ni mago capaz de ejecutarlo. Por más superman que se crea.

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