Nuevas dimensiones en la guerra de Ucrania

La acción desarrollada por una organización paramilitar que se insubordinó a las fuerzas de Putin generó dudas sobre la solidez militar rusa y alertó por el escenario de la guerra.

En esta imagen, distribuida por la Policía Nacional de Ucrania, varias personas retiran los escombros en el restaurante RIA Pizza, destruido por un ataque ruso en Kramatorsk, Ucrania, el 27 de junio de 2023.
En esta imagen, distribuida por la Policía Nacional de Ucrania, varias personas retiran los escombros en el restaurante RIA Pizza, destruido por un ataque ruso en Kramatorsk, Ucrania, el 27 de junio de 2023.

La guerra de Ucrania adquiere nuevas dimensiones a raíz de la sublevación de los mercenarios del grupo Wagner, resultando el dramático acontecimiento como un disparador para la emergencia de nuevas fuerzas y actores subyacentes en el conflicto.

Hasta ese momento, el asunto se desarrollaba en un terreno conocido y más o menos delimitado. Sabíamos quiénes eran las partes, el escenario y sus protagonistas. Bastaba con reconocer a Rusia, Ucrania, Putin, Zelensky y un difuso Occidente para su comprensión.

Sabíamos perfectamente los móviles del accionar de las partes, por un lado, evitar un cerco estratégico y por el otro, restaurar su plena soberanía territorial.

Más aún, las partes, se habían cuidado de mantener el asunto en estricta bilateralidad. Los EE.UU. y Europa apoyando públicamente a Ucrania, pero evitando ser beligerantes. Rusia, por su lado, bajo la amenaza nuclear y denunciando la injerencia externa, había logrado igual resultado.

Pero, de pronto, descubrimos que el Estado ruso no es tan monolítico y sujeto a una férrea dirección como parecía. Debemos descartar aquella caracterización.

La asonada de los mercenarios, evidenció traiciones y reproches, deficiencias en los mandos militares, nuevos liderazgos y rumores de purgas. Hechos asombrosos se sucedieron, como la toma sin dificultades del comando militar ruso en la ciudad de Rostov, el recibimiento con aplausos de los hombres a sueldo de Prigozhin en su “marcha sobre Moscú”, etc.

Incluso antes, algunos indicios de la mayor complejidad emergieron. El teatro de operaciones se extendió a la propia Rusia (sus zonas fronterizas con Ucrania) y aparecieron grupos armados rusos que propugnan la “liberación” de Rusia. Se empezó a hablar de “balcanización” o guerra civil.

También nuevos actores ingresaron en la liza, como Bielorrusia, con un incómodo huésped (el líder de los mercenarios) y armas nucleares rusas desplegadas en su territorio. Seguramente la preocupación de China por su aliado Putin irá en aumento.

Estamos hablando de una complejidad distinta a la que existe, por ejemplo, en Europa o los EEUU, que, para la conciliación de intereses diversos, se sirve del sistema democrático y la política burocrática, aquí nos movemos en un nivel más próximo a las vías de hecho.

Entonces, ¿Cómo comprender esa nueva complejidad? ¿Qué mapa mental utilizar para su comprensión? Nos movemos en el ámbito de la conducta humana, por lo que se deberá agudizar el conocimiento intuitivo, el que se funda en la historia, la filosofía, la política, etc. Deberá ser una comprensión holística.

La nueva complejidad nos obligará a salir, pero sin descartarlo totalmente, del marco reducido de la realpolitik, de la política de poder, del entendimiento del Estado como un actor unitario, racional y que persigue intereses nacionales determinados.

Necesariamente debemos recurrir a algunas premisas de la Política Internacional. Entre ellas, que no hay un límite claro entre política interna y política exterior; que en el sistema operan fuerzas transnacionales; que las decisiones de política exterior - al contrario de lo que parece -, es el resultado de una puja de intereses al interior del aparato burocrático; la interdependencia (o vulnerabilidad) mutua de los Estados en materia económica.

Un análisis multinivel también será necesario: al nivel de los hombres: los nuevos liderazgos y su psicología; al nivel de los Estados: su sistema político, factores culturales, económicos, etc. y por último a nivel del sistema internacional: el rol de los otros poderes y la estructura del sistema.

Lo dicho cabe para Rusia, pero también para los otros actores. Se abren nuevos horizontes y perspectivas. Resultará difícil categorizar el conflicto y determinar su ubicuidad. Fundamental será, por sus implicancias existenciales para la humanidad, la variable nuclear.

Concluimos entonces, que el conflicto adquirió una nueva dimensión y que el observador que quiera comprender esa complejidad del mundo externo, se deberá dotar de un prisma o lente lo suficientemente sofisticado para tal empresa. Ese instrumento, necesariamente deberá involucrar, además de todo lo dicho, variables como: la desinformación, transversalidad de temas, prospectiva del conflicto, los factores culturales, económicos, políticos, psicológicos involucrados, niveles de análisis a utilizar, etc.

*El autor es Especialista en Relaciones Internacionales

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