La región frente a Washington, Moscú y Beijing

La diplomacia estadounidense tiene, respecto a la presencia de China en América Latina, más una agenda negativa (lo que no hay que hacer), que positiva (lo que se propone hacer). Evitar los acuerdos en tecnología como la nuclear, el 5G en telecomunicaciones o sistemas de armas, son las prioridades específicas.

Cristina Kirchner, Lula Da Silva, Pepe Mujica, Alberto Fernández .
Cristina Kirchner, Lula Da Silva, Pepe Mujica, Alberto Fernández .

La decisión de Joe Biden de ir por su reelección tiene lugar en un momento en el cual América Latina tiene baja prioridad para Washington.

La guerra de Ucrania es el objetivo central en el corto plazo y en ello el rol de la región es bajo.

Los países de la OTAN, que son 31, cuentan con otros 19 que son su aliados fuera de su ámbito geográfico, que integran el llamado Grupo de Rammstein, que coordina la acción militar en apoyo a Ucrania.

Aunque son pocos, se encuentran Marruecos y Túnez de África, Japón y Corea del Sur de Asia, y Australia y Nueva Zelanda de Oceanía. De América Latina y el Caribe ninguno de sus 33 países forma parte de este sistema de alianzas.

La postura de la región es de neutralidad frente al conflicto: condena la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero rechaza sumarse a las sanciones económicas y las acciones militares en apoyo a la causa ucraniana.

En los primeros meses del año, Washington intentó que Brasil, Argentina, Chile y Colombia hicieran gestos donando algún material militar a Ucrania, pero obtuvo una respuesta negativa.

La actitud asumida por Brasil de sumarse en los hechos a la iniciativa china en pos de la paz en Ucrania es lo que más preocupa a la Administración Bien en este ámbito.

Es que se trata del único país de América Latina y el Caribe que es actor global por su magnitud, importancia y la prioridad que Lula está dando a las relaciones internacionales.

Por esta razón, las relaciones de la región con Rusia tienen relevancia para Washington en este momento.

La semana siguiente, entre las visitas de Lula a China y Emiratos, y luego a Portugal y España, en Brasilia se recibió al canciller ruso Sergei Lavrov, quien hizo su primera visita a América Latina al cumplirse el décimo cuarto mes de la invasión a Ucrania.

Ser recibido en la capital brasileña fue un éxito diplomático de Rusia, dado el aislamiento que tiene a nivel internacional.

El hecho tuvo lugar en el mismo momento en que Lula recibe críticas en Estados Unidos por su actitud de acompañar a China en su gestión de paz.

El canciller ruso visitó después otros tres países latinoamericanos: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Los tres son aliados de Moscú, tanto en lo estratégico como en lo económico, y tienen acuerdos de cooperación militar.

Esta gestión diplomática permite a Rusia mostrar una presencia en el frente sur de Estados Unidos, dentro de su propia área de influencia.

Estas tres visitas refuerzan el significado de la que tuvo lugar en Brasil, porque le da un sentido de distancia respecto a Estados Unidos.

Brasil es en los hechos el país líder de América Latina y el Caribe, aunque ejerce este liderazgo de forma “benevolente”, como suelen decir los diplomáticos de este país.

Pero la actitud dentro de la Administración Biden ha tenido matices y diferencias.

Mientras que para el vocero del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, Lula “repite como un loro los argumentos de Rusia y China”, para el Departamento de Estado se trata de un país “que está ejerciendo su soberanía”.

Pero contener la creciente presencia china en la región es el objetivo prioritario en el mediano y largo plazo, más allá de las urgencias que genera la guerra de Ucrania.

La política estadounidense sigue siendo la de descalificar a las inversiones de China -sobre todo en infraestructura- por su financiamiento a través de créditos chinos y su falta de transparencia.

Al comenzar 2023, la Comandante Sur de Estados Unidos, la generala Laura Richardson -que tiene a su cargo las operaciones militares estadounidenses en América Latina-, dijo públicamente que su país tenía interés en la energía, los alimentos y el litio en ella.

Fue interpretado como una manifestación del interés por los recursos naturales de la región.

Las críticas que generó está declaración llevaron al Departamento de Estado a sostener que Estados Unidos reclama poder competir con reglas claras para la inversión en estos sectores.

Beijing viene realizando una política sistemática pero sin ansiedad, para estrechar las relaciones con América Latina.

La elección de la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff del partido de Lula, para presidir el Banco de los BRICS con sede en Shanghai, es una evidencia de ello.

Incorporarse a esta institución financiera en los hechos es un paso previo para la aspiración de ser miembro pleno del grupo.

Evitar los acuerdos en tecnología como la nuclear, el 5G en telecomunicaciones o sistemas de armas, son las prioridades específicas.

Pero la diplomacia estadounidense tiene, respecto a la presencia de China en América Latina, más una agenda negativa (lo que no hay que hacer), que positiva (lo que se propone hacer).

Brasil es de hecho el líder de la región y entre las tres potencias mencionadas, busca mantenerse neutral frente Rusia, acompañar a China en sus gestiones de paz en Ucrania y al mismo tiempo evitar conflictos con EEUU.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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