América Latina y la iniciativa de Biden por la democracia

Se esgrimen dos estrategias diferentes: la estadounidense centrada en los valores de la democracia, y la china, en cambio, planteando que cada país debe tener el sistema político que desee.

Biden da su apoyo "inquebrantable" a Lula y lo invita a la Casa Blanca. Foto: Gentileza.
Biden da su apoyo "inquebrantable" a Lula y lo invita a la Casa Blanca. Foto: Gentileza.

El 30 y 31 de marzo tuvo lugar la Cumbre de la Democracia, convocada por Washington. Es un encuentro con el cual la Administración Biden trata de alinear a los países democráticos en un bloque frente a los autoritarismos, que considera liderados por China y Rusia. Es el tercer encuentro de este tipo que se realiza por Zoom, y en el cual participan Jefes de Estado y Gobierno. Esta reunión tiene como referencia la Iniciativa por la Civilización Global que convocó China el 15 de marzo. En alguna medida, la potencia asiática intenta realizar un acto internacional equivalente al de Estados Unidos. Se esgrimen dos estrategias diferentes: la estadounidense, centrada en los valores de la democracia, y la china, en cambio, planteando que cada país debe tener el sistema político que desee. Democracia y civilización son las denominaciones claves de los dos eventos. Al de Washington fueron convocados 122 países, algo más de la mitad de los que integran las Naciones Unidas, mientras que la declaración fue firmada sólo por 74. Se planteó un conflicto con la invitación a India e Israel por parte de algunos países organizadores -Corea del Sur por Asia, Zambia por África, Costa Rica por América Latina y Países Bajos por Europa, además de Estados Unidos-. Argumentaron que en los últimos tiempos, los gobiernos de ambos países habían adoptado medidas de un régimen autoritario. Pero las realidades geopolíticas y los intereses estratégicos hicieron que finalmente fueran convocados. Cabe señalar que la India es la democracia más grande del mundo, que tiene una población que equivale a la quinta parte mundial. A su vez, Israel es el aliado clave de Occidente en el Cercano Oriente.

De América Latina firmaron el documento de la Cumbre doce países: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay. Es decir, que la región constituyó una sexta parte de los firmantes. Pero entre ellos hubo diferencias. La cuarta parte de los países firmaron con disidencias parciales alguno de los párrafos de la declaración: México (párrafo tres del preámbulo, sobre el retiro de las tropas rusas de Ucrania), Paraguay (el ocho, sobre derechos humanos) y República Dominicana (el nueve, sobre la protección de los derechos de la mujer y los niños). No fueron los únicos que firmaron en disidencia, también lo hicieron India, Israel, Irak, Polonia, Filipinas, Bulgaria, Mauritania, Zambia y Malawi, alegando distintas causas. Las dictaduras de la región fueron lógicamente excluidas: Venezuela, Cuba y Nicaragua. Estos países fueron invitados a la Iniciativa para la Civilización Global convocada por Beijing. Por su parte, ninguno de los doce países del Caribe firmó el documento de la Cumbre en Washington y muy pocos fueron invitados a participar de la conferencia. Ello confirma el bajo interés de la diplomacia estadounidense por esa subregión, que tiene poca importancia económica y poblacional, pero que en última instancia es un tercio de los países de la OEA y el 10% de Naciones Unidas. Es decir, numéricamente son un grupo importante. Cabe señalar que en la Asamblea General de la ONU vale tanto el voto de Estados Unidos o China, como el de Bahamas o Barbados.

Los otros nueve países de América Latina que firmaron sin disidencias constituyen el bloque más alineado con Washington, aunque muestran líneas político-ideológicas diferentes. Están entre ellos los de orientación “progresista” como Colombia y Chile, y también Honduras, que ha mostrado cierta proximidad con el régimen venezolano. De centroderecha que promueven políticas económicas neoliberales están Uruguay y Ecuador, que con una posición ideológica similar, está firmemente alineado con Washington tanto en lo político como en lo económico, y cuyo presidente enfrenta un pedido de destitución mediante juicio político en el parlamento. También Argentina, con una posición próxima a los dos primeros países, pero obligada a asumir posiciones económicas más moderadas por su acuerdo con el FMI. A ellos se agrega Perú, hoy gobernado por una coalición antipopulista emergida del autogolpe y destitución del presidente Castillo. Completan el grupo Panamá, que más allá de su posición ideológica coincide con los intereses estratégicos de Washington en cuanto al Canal, y Costa Rica, considerado por Estados Unidos como un modelo de democracia en la región y por eso fue elegido co-organizador de la Cumbre.

Pero fue muy relevante que tras participar en la Cumbre, Brasil se negara a firmar el documento en su totalidad, a diferencia de los otros países participantes que optaron por hacerlo parcialmente. El presidente Lula desechó la posibilidad de no adherir a uno u otro punto: optó por el rechazo total. Brasil sostuvo que los temas referidos a la guerra de Ucrania debían ser tratados en Naciones Unidas, que es el órgano multilateral al que corresponde hacerlo, y no reuniones de países que sin ser un organismo multilateral, se desvían de sus motivaciones específicas. Pero la decisión brasileña deriva de su política exterior global. Además de ejercer un “liderazgo moderador” en América Latina, actúa como una potencia emergente del grupo BRICS, cuya integración comparte con Rusia, India, China y Sudáfrica.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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