Enrique Dussel, la filosofía y el giro cultural de Latinoamérica

Además de sus aportes a la Filosofía de la liberación, Dussel es referente de las corrientes hoy reconocidas como filosofía latinoamericana, decolonialismo y las lecturas culturas semitas, entre muchas otras.

Enrique Dussel: "Yo no soy ideólogo de ningún partido"
Enrique Dussel: "Yo no soy ideólogo de ningún partido"

Durante los primeros días de noviembre Enrique Dussel fallecía en la ciudad de México y con esto dejó una obra extensísima de su trabajo como intelectual de escala mundial. Las referencias lo vincularon a una de sus líneas de trabajos, el de la Filosofía de la liberación. Estos homenajes recordaban a Dussel en un estrecho camino de su “larga y ancha marcha” de ideas. Lo cierto es que también este paceño, es referente de las corrientes hoy reconocidas como filosofía latinoamericana, decolonialismo, las lecturas culturales semitas; incluidas las contenidas en el trabajo del mismo Karl Marx, como también un gran aporte al complejo mapa de la cultura occidental. Para cerrar esta injusta presentación, Dussel también fue protagonista de los debates más profundos para lograr comprender las singularidades de nuestro continente en tensión con la más conocida noción de civilización occidental y cristiana.

Si bien en las noticias podemos enterarnos de las desgracias de los combates en una guerra latente y eruptiva desde hace décadas, pocas veces encontramos las referencias culturales que están involucradas. La hipótesis entonces sería ésta: quizás comprendiendo el desarrollo cultural de nuestras sociedades podamos agregar un grado de conocimiento más y dimensionar la real barbarie (es decir la incomprensión sobre el otro que parece haberse ganado la desgracia de ser extinguido). Orientar el pensamiento en otra dirección que no sea el cálculo de las ganancias personales, y evitar así, recrear un enemigo digno de ser “castigado” o “silenciado”, “muteado”, “cancelado”.

En un texto titulado “El primer debate filosófico de la modernidad” podemos ver resumidamente lo que explica en muchas de sus obras más extensas. En el siglo XV donde la historia occidental sitúa el Renacimiento y los primeros grandes logros del arte, la ciencia, la técnica y pronto después el pensamiento, en realidad son un sub producto de un proceso mayor. En principio la centralidad del mundo del siglo XV estaba en manos del imperio otomano, el cual controlaba gran parte del territorio europeo occidental. De Europa meridional al este, la expansión del pueblo ruso llegó incluso al continente americano. En ese entonces el centro comercial de este núcleo se encontraba en China e Indostán. Dice Dussel “La Europa latino-germánica era una cultura secundaria, arrinconada en el lejano occidente.” Lo que nosotros conocemos como el génesis de nuestra occidentalidad.

Con estos planteos Dussel provocó a la filosofía europea, de base helénica, sosteniendo que muchos de sus argumentos provenían de las culturas que circulaban por el norte de África. Pruebas de esta integración cultural las tenemos por doquier. Las matemáticas, nuestro sistema numérico es arábigo, incluso el estudio de la óptica que darán los principios básicos no solo de la perspectiva. También la refracción de la luz, son productos de un profundo conocimiento de este fenómeno y su refracción en los objetos pulidos o cristalinos, conocidos por el mundo árabe. En nuestra provincia el ex Banco Hipotecario, ubicado en lo que Arturo Roig llamaría La manzana de las Luces, actual sede de la secretaría de cultura, es una muestra del sincretismo entre el barroco español con la cultura otomana.

Para la década de los ‘80 redefine sus intereses y a modo de autocrítica sostenía: “Faltaba también al culturalismo las categorías de sociedad política (en último término el Estado) y sociedad civil”. Dussel comienza a trabajar sobre la ética, es decir las condiciones de la concreción de valores amplios, y muchas veces contrapuestos; contenidos en la complejidad constitutiva de “una” cultura. Dicho de paso, digamos que esta idea de cultura obviamente es más amplia que los estrechos límites de las naciones.

En los albores del siglo XXI, George Soros, en “La crisis del capitalismo global”, anticipaba tempranamente el escenario contemporáneo de reconstitución de “nuevos nacionalismos”. Frente a la realidad de la globalización también se horadan las bases del capitalismo industrial monopólico que había cimentado las bases de las fortunas en los territorios nacionales. “Make America Great Again” (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande), arengaba Donald Trump en su campaña a la presidencia. Grito de reconstitución de aquel pasado que ubicó a EEUU en el centro de la atención mundial. Una expresión de muchas otras: el socialismo del siglo XXI, populismos variados tanto de derecha como de izquierdas; integrismos religiosos; con una solidez presente y desde los subsuelos históricos un Neo hispanismo, monárquico y franquista; que acompaña la aparición de un revisionismo histórico reivindicatorio de los procesos dictatoriales y autoritarios en nuestro continente; constituyen el presente de las ideas políticas planetarias.

Parece propicio el momento de considerar las miradas de esta contemporaneidad desde un giro cultural. Dussel, paceño de nacimiento, un aventurero que emerge de la vida de pueblo en el sur del continente americano con horizonte universal. En su tránsito se encuentra con los escritos de Bartolomé de las Casas y de esas lecturas dejamos al final lo que podría ser uno de los axiomas para pensar el mundo que estamos fraguando.

Dussel rescata una idea sobre libertad y entendimiento: “Aceptar como verdadero lo que dice el otro significa un acto práctico, de fe en el otro que me dice algo verdadero, y esto “porque el entendimiento es el principio del acto humano que contiene la raíz, de la libertad [...] Efectivamente, la razón toda de la libertad depende del modo de ser del conocimiento, porque en tanto quiere la voluntad en cuanto el entendimiento entiende”.

* El autor es licenciado en Comunicación y Docente.

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