La Reina del Box

La aparición de Yésica Marcos sobre el ring provocó una explosión sin precedentes. A sus 34 años, sueña con volver a competir.

La Reina del Box
La Reina del Box

La primera vez que subió a un ring sintió tanto miedo como aquella noche en la calle, con apenas 13 años, cuando buscaba un refugio donde dormir. Se bajó decepcionada, llorando y prometiéndose que nunca más volvería a subirse a un ring a pelear. Ella no lo sabía, pero nueve años después de esa decepción, Yésica Patricia Marcos se convertiría en la primera y única campeona mundial de Mendoza. De ahí en más, todo fue vértigo. "La Yesi", o el "Bombón Asesino", como le dicen, fue la primera boxeadora profesional de Mendoza. Luego sería la primera en todo: campeona mendocina, argentina, sudamericana, latina y mundial.

La vida de esta sanmartiniana  parece salida de un cuento. Y como todos los personajes que  se abren camino a las piñas sobre un ring, despierta admiración.

Aquella primera experiencia de la púgil sobre el ring, lejos de acobardarla, reafirmó su desafiante personalidad y la convirtió en una campeona.

Fue monarca en la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y en la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y reinó durante cuatro años en la división supergallo (2 años en la OMB), defendiendo en once ocasiones sus coronas. La última, en octubre de 2014, frente a la mejicana, Estrella Valverde. Luego llegaría el alejamiento de sus entrenadores y promotores, las fajas vacantes y el año sin combatir.

Se mudó a Santiago de Chile, donde comenzó a dar clases y a reencontrarse con el boxeo. Mucho tuvo que ver la  ex campeona mundial gallo, Carolina "Crespita" Rodríguez. Dos años después, eligió volver al país y se instaló en San Luis, donde busca reinventarse. Algo que ha sido una constante en su vida.

"Estoy deseando que pase está pandemia", cuenta la ex campeona mundial, al tiempo que confirma que lleva un tiempo sin entrenar: "Es que estoy sin trabajo y, bueno, no se puede. Ahora no estoy muy bien, pero confío en Dios en salir pronto de esto".

A sus 34 años, Marcos siente que aún tiene mucho para dar arriba del ring y que esta situación personal que hoy le toca atravesar es solo una de las tantas circunstancias desfavorables que ha enfrentado en su vida.

"Todavía tengo carrera y edad para seguir con el boxeo", sostiene la esteña, quien recordó que el 9 de abril pasado se cumplieron diez años desde la inolvidable noche en el anfiteatro Juan Pablo II, de San Martín, cuando, ante 20 mil personas, conquistó la corona mundial al vencer por puntos a la brasileña Simone Da Silva. Aquella noche, como tantas otras, fue profeta en su tierra.

"Estuve pensando en la pelea y cuántos años han pasado. Estoy muy agradecida a la vida por esos momentos que tuve", confiesa. Y, casi de inmediato y sin proponérselo, la memoria la lleva a aquellos días de 2010: "Lo que más recuerdo es mi padrino Cristian Etem, quién fue mi gran apoyo. También recuerdo con mucho cariño a Gustavo Rodríguez, quien fue muy importante en el inicio de mi carrera; es mi ángel en todo. Elijo la felicidad de la casa propia, el cariño y el afecto que siempre me dio la gente".

Cuando habla de Gustavo Rodríguez, se emociona. El "Torito", tal como lo llamaban, era un boxeador con capacidades diferentes, quien estuvo muy cerca de Yésica en sus comienzos. La tragedia lo encontró en la previa del tradicional Guantes de Oro, en 2006,  cuando falleció en un accidente.

En el gimnasio de Crespita Rodríguez, en Chile, además de entrenar, trasmitió sus conocimientos a los pupilos. A las charlas iniciales pronto se sumó el título de directora técnica. "Allá me fue muy bien; es mi segundo país, donde nació mi papá. Me une una gran amistad con Carolina, pero además tengo una bella sobrina, Megan, y primos".

La charla va de un lado al otro, como si ella eligiera subir la guardia ante algunas preguntas. Cuando llega el momento de hablar de su vida en San Martín, se apoya en las cuerdas: "A mi vida pasada la dejé a un lado; me quedo con todo lo bello que tuve y ahora solo pienso en todo lo que puede venir", dijo.

Su infancia y adolescencia no fueron excepción al común denominador de muchos boxeadores: humilde, difícil y repleta de carencias. El deporte fue su cable a tierra y llegó al boxeo  con la idea de incorporar conocimientos defensivos. "Cuando me fui de casa, era muy chica y vivía en la calle. Dormía en casas abandonadas, debajo de algún puente o en una plaza", contó en más de una ocasión la boxeadora, quien proviene de una familia numerosa, compuesta por 21 hermanos. Y la curiosidad y el juego por el arte de la defensa se terminaron convirtiendo en su gran pasión. El boxeo lo colocó en el lugar que nunca imaginó. "Jamás pensé en ser boxeadora; solo quería defenderme", admite.

De ahí en más, Marcos pasó a ser el emblema del torneo Guantes de Oro, que a partir de 1999 comenzó a organizar la Municipalidad de San Martín. Por allí pasaron púgiles que luego serían destacados por su técnica y, en muchos casos, campeones mundiales. Ella, durante muchos años, fue la cara del certamen que la vio coronarse en cinco ocasiones. Y en todos esos años había una constante: el cariño de la gente no hacía más que crecer. Era la gran atracción: La Leona, primero; y el Bombón Asesino, después. Era la mujer que se abría camino a golpes y crecía a pasos agigantados en el mundo del boxeo.

Se hizo profesional en setiembre de 2008 y dos años después combatió por el título supergallo de la AMB. En 2012, en un marzo inolvidable, se arrebató la corona supergallo de la OMB a la estadounidense Ana Julaton.

Imposible olvidar cada una de sus presentaciones, siempre multitudinarias, donde ella abrazaba el calor popular desde el ring. Sin embargo, hay una noche que supera a todas: cuando en enero de 2013 enfrentó a Marcela "La Tigresa" Acuña. Aquella vez, más de 35 mil personas coparon el anfiteatro sanmartiniano.

-¿Por qué elegiste San Luis?

-Acá vive mi hermana, con quien no pude pasar mi infancia. Por eso decidí pasar esta etapa con ella y probar suerte en San Luis.

Queda claro que no hay imposibles para "La Yesi". Sus sueños siguen intactos. Y mientras anhela volver a un gimnasio, a darle duro a una bolsa, hay uno que se impone: el de ser madre; su gran asignatura pendiente. "Lo deseo, realmente. Ahora quiero volver a entrenar, a ponerme los guantes y guantear, Pero luego, definitivamente, tengo el deseo íntimo de ser madre", dice Yésica Patricia Marcos, la Reina del Box. Atrás, en el olvido, quedó el miedo a subirse al ring.

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