Cat People (1942): una obra esencial para entender el cine de clase B

Bajo la guía de Val Lewton, productor de la RKO, Jacques Tourneur dirigió una película orgullosa de pertenecer al cine de clase B. El origen de este fenómeno industrial y la usual confusión del término.

Cine de clase B: "La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur
Cine de clase B: "La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur

Ya sea por confusión o vagancia, es frecuente leer que el cine de clase B es uno bizarro, barato y de dudosa calidad. Incluso, al legendario productor y director Roger Corman lo llamaron mil y una veces “el rey de la clase B”, pese a que su trabajo empezó a destacar años después de haber culminado aquel fenómeno industrial (y él mismo se encargó de aclararlo en distintas entrevistas).

¿A qué viene la inquietud? Hoy recuperaremos la emblemática película serie B de terror “La marca de la pantera” (Cat People, 1942), dirigida por Jacques Tourneur y posible gracias a Val Lewton, el productor “B” estrella de RKO Radio Pictures que supo descubrir cineastas para la “A”.

"La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur
"La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur

Las películas nunca suceden porque sí. No todo en ellas es producto del talento de quienes las realizan, sino la consecuencia de un contexto y modo de producción específicos. En los años 30, los grandes estudios habían logrado una integración absoluta: producían, distribuían y exhibían filmes sin intermediarios. Con un público identificado, se especializaban en géneros, apelaban al star system y daban relevancia a los títulos en sus propias pantallas. Por su parte, las salas pequeñas se las arreglaban para acceder a material fílmico, en una época todavía padeciente de la crisis de 1929.

Para cubrir pérdidas, las majors oligopólicas -siendo Paramount resonante en un caso judicial que en breve retomaremos- lanzaron un nuevo esquema de programación, a partir del cual los propietarios de cines no afiliados (independientes) estaban forzados a reservar un paquete durante todo el año (block booking). Es pocas palabras, si querían proyectar una película estelarizada por Cary Grant, tenían que adquirir por adelantado todos los estrenos del estudio, así no los hubieran visto.

Era la época de la función doble: una película principal (“A”) iba atada a otra de menor calibre (“B”), realizada con un presupuesto menor, actores en su mayoría ignotos y cierto riesgo narrativo. Además, el combo incluía un noticiero, alguna caricatura y un corto. Mientras los espectadores pasaban más tiempo en los cines, los estudios posicionaban ciertos nombres y experimentos fílmicos a futuro. ¿Resultado? Un circuito en constante movimiento y renovación.

Si bien compañías pequeñas como la Producers Releasing Corporation (PRC) se especializaron en la clase B, las majors no se quedaron atrás y pusieron en marcha equipos de producción dedicados por completo a la tarea. Tras cortar su relación de asistente a la sombra de David O. Selznick, el productor Val Lewton aceptó en 1942 el cargo de jefe de la unidad de clase B de la RKO, con dos reglas a cumplir: asegurarse que ninguna película gastara más de USD 150.000 ni durara más de 75 minutos.

Consciente de los límites, Lewton profundizó la arista psicológica de los monstruos célebres de Universal, optimizando recursos y comprimiendo los tiempos de producción. Su proyecto para despegar fue “La marca de la pantera”, donde convocó al director francés Jacques Tourneur y al guionista DeWitt Bodeen para una historia que insertaba, sin pudor, un mito en la desencantada vida de los años 40.

La pantera que sembró el horror

Irena Dubrovna (Simone Simon) no es una persona feliz. Un guardián del zoológico de Nueva York la observa a diario y le resulta incomprensible que una mujer como ella dedique su día a visitar a una pantera negra, y no a los monos jocosos o las aves cantoras. En una de sus tardes de dibujo frente a la jaula del felino, Irena y el ingeniero naval Oliver Reed (Kevin Smith) se enamoran perdidamente y, al poco tiempo, se casan. Sin embargo, la relación empieza a tambalear porque ella asegura arrastrar una maldición familiar: de excitarse sexualmente, se transformará en una pantera asesina. Para quitarle esa idea de la mente, Oliver acude a un psiquiatra para ayudar a su esposa y le revela la situación a su amiga y colega, Alice (Jane Rudolph). Irena se siente intimidada, llena de celos, y está lista para atacar.

"La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur
"La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur

A partir del choque de la imaginación (Irena) con lo pragmático (Oliver), Tourneur consigue en “La marca de la pantera” una serie de escenas donde se vale estrictamente de las sutilezas, creando un clima denso que mantiene hipnotizado al espectador, responsable de construir el miedo fuera del cuadro. Con una notable economía de recursos, al director le bastan unas sombras y un manejo envidiable de la sensibilidad para lograr uno de los mejores filmes de terror jamás realizados, repleto de trucos repetidos desde entonces.

El rostro dulce y feroz a la vez de la actriz francesa Simone Simon en "La marca de la pantera" (Cat People, 1942)
El rostro dulce y feroz a la vez de la actriz francesa Simone Simon en "La marca de la pantera" (Cat People, 1942)

Hay al menos dos secuencias para celebrar el ingenio de Tourneur adelantado a su era. Por un lado, la del acoso de Irena a Alice en la piscina del hotel, mientras el agua intenta iluminar la oscuridad en un escenario escalofriante con la víctima desnuda y totalmente indefensa. En segundo lugar, la confrontación del psiquiatra con Irena, dotada de una elegancia constituida en base a las siluetas.

La emblemática escena de la piscina en "La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur
La emblemática escena de la piscina en "La marca de la pantera" (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur

No solo Tourneur vio propulsar su carrera. El editor canadiense Mark Robson pasó de rezongar por trabajar en la clase B de la RKO -creía que lo castigaron por su asociación previa a Orson Welles- a convertirse en un cineasta renombrado. Introdujo en “La marca de la pantera” el jump scare, quizá el recurso distintivo del cine de terror en adelante (si el mainstream se ha vuelto dependiente lo dejamos para otro debate).

En la secuencia nocturna, Alice camina hacia su casa por una calle desolada y se da cuenta de que Irena la sigue, así que acelera la marcha. Los planos se van recortando, con la complicidad del repiqueteo de los tacones y del viento, hasta que un colectivo se mete chirriante al cuadro y simula ser el felino acechando a su presa. Tensión silenciosa interrumpida por un abrupto corte y un fuerte ruido, el “Lewton Bus” -como lo bautizaron- fue repetido por el productor en cintas posteriores que llevaron su firma.

“La marca de la pantera” apenas le costó 135.000 dólares a la RKO y recaudó más de cuatro millones. Tras el éxito, Tourneur dirigió para Lewton dos películas “B” icónicas, “Yo dormí con un fantasma” (I Walked with a Zombie, 1943) y “El hombre leopardo” (The Leopard Man, 1943). Ya ascendido a la A, el francés siguió adelante con las maravillosas “La mujer de mi pasado” (Out of the Past, 1947) y “El expreso de Berlín” (Berlin Express, 1948).

Asimismo, Lewton apoyó a Mark Robson en su faceta como director en “La isla de la muerte” (Isle of the Dead, 1945) y a un Robert Wise recién graduado como editor de “El ciudadano” (Citizen Kane, 1941) para la secuela de “La marca de la pantera”, estrenada en 1944, y la recordada “El profanador de tumbas” (The Body Snatcher, 1945). Junto a otros títulos, la clase B demostró que solo era una etiqueta comercial para un semillero de artesanos.

Cine de clase B: "El profanador de tumbas" (The Body Snatcher, 1945), "Desesperado" (Desperate, 1947) y "Triple identidad" (Raw Deal, 1948)
Cine de clase B: "El profanador de tumbas" (The Body Snatcher, 1945), "Desesperado" (Desperate, 1947) y "Triple identidad" (Raw Deal, 1948)

Hacia finales de los 40, el cine de serie B dejó de existir, pero no porque le fuera mal en números. Después de dos décadas de reclamos, en 1948, la Corte Suprema de Estados Unidos puso fin a una demanda antimonopolio (“US v. Paramount Pictures”) y obligó a las cinco majors (Paramount, Fox, Warner Bros., RKO y MGM) a desligarse de sus salas. Con el público acomodándose a la televisión en casa y los estudios recortando los programas de producción, la función doble (y por ende, el concepto B) desapareció de muchos teatros estadounidenses durante la década de 1950.

Retomando “La marca de la pantera”, la película tuvo en 1982 un remake erótico en manos de Paul Schrader, con Nastassja Kinski en el rol titular. Y más cerca en el tiempo, otra heredera obvia fue “It Follows” (2014), de David Robert Mitchell, que presentó una maldición propagada mediante el sexo y le rindió homenaje explícito a la secuencia de la piscina. Ochenta años más tarde, la obra de Tourneur resiste impecable.

“La marca de la pantera” está disponible en HBO Max y Qubit, que además ofrece otras películas de Jacques Tourneur.

"La marca de la pantera" (Cat People, 1942)
"La marca de la pantera" (Cat People, 1942)

Recomendación extra: para quienes quieran ahondar en el trabajo del productor Val Lewton pueden ver “Val Lewton: el hombre en la sombra” (Val Newton: The Man in the Shadows, 2007), documental dirigido por Kent Jones y narrado por Martin Scorsese.

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