Llega a Flow la serie Frágiles: creencias que matan

El thriller de ocho episodios gira alrededor de una secta maldita. La protagonizan Luciano Cáceres y Carla Quevedo.

"Frágiles" serie con Luciano Castro, Ludovico Di Santo y Carla Quevedo (Captura de pantalla).
"Frágiles" serie con Luciano Castro, Ludovico Di Santo y Carla Quevedo (Captura de pantalla).

Sectas, secretos y asesinatos se entrelazan con pulso telenovelesco en Frágiles, coproducción de Storylab y de Flow que llega al streaming este viernes. La serie de ocho episodios, dirigida por Diego Palacio, narra un thriller en dos tiempos que comienza en 1999, cuando el mesiánico Camilo Goya (Ludovico Di Santo), líder de la secta El Arca, acuchilla en vísperas de un supuesto fin del mundo a Sara Agrego (Malena Sánchez).

20 años después, la hija de Sara radicada en España, Olivia Greco (Carla Quevedo), investiga un caso que la lleva de vuelta a Los Pinares, el pueblo argentino del que escapó cuando era una niña. Allí se encuentra con que los restos de la secta perviven en El Destino, una “pyme” exitosa de superación que dirige Eugenio Goya (Luciano Cáceres), hermano del gurú anterior. Olivia y Román (Andrés Gil), guía espiritual nacido y criado en El Destino, serán los encargados de desentrañar el pasado sangriento de esa comunidad lejana.

“Mi personaje, Eugenio, tiene dos momentos –explica Cáceres–. Primero, vive más a la sombra del hermano. En 1999, el padre de ellos, para sacárselos de encima, los manda a un pueblito a que armen y cuiden esas tierras que tienen un misterio particular, un secreto oculto. Pero a mi hermano le pira un delirio mesiánico, arma una secta basada en el cambio de milenio, hay que anticiparse a esos tiempos apocalípticos y organiza una serie de asesinatos zarpados”.

“Pasan 20 años, logré tapar ese pasado, estoy al frente de esto, que ahora es una organización del bien, autosustentable, donde la gente puede recuperarse de sus adicciones, se despoja de la presión del capitalismo o como quieras llamarlo –sigue–. Hasta que aparece una sobreviviente, que es el personaje de Carla, quien viene a reavivar y a desenterrar los secretos y a perturbar las cosas, y entonces pasado y presente empiezan a ser una olla a presión donde explota todo”.

Tanto para Cáceres como para Quevedo, cabezas de cartel de la tira, la atracción vino por el lado de la propuesta narrativa. Cáceres: “A mí me encanta el thriller, saber que uno es cómplice del género y que los personajes están a disposición de la eficacia que requieren las escenas y la información. Son series de guion, de trama, uno tiene que estar concentrado en lo que aporta para ir armando el rompecabezas”, señala.

Quevedo aporta: “Lo primero que me comentaron antes de hablarme del personaje fue la temática. Me pareció que la secta era algo que quería explorar porque junta aristas que tienen que ver con lo vincular, con lo humano, con lo económico y con lo social, era algo sobre lo que me parecía interesante echar luz. Olivia fue un desafío porque el personaje va haciendo los descubrimientos a la par del espectador, tiene un arco superinteresante en el que entra siendo una persona y sale siendo otra”, cuenta.

Y amplía: “Todos pensamos que a nosotros lo de la secta no nos pasaría, y sin embargo los casos terminan estando más cerca de la realidad de lo que creemos. Los procesos de captación son tan sutiles que la misma gente que termina en las sectas no se da cuenta de que está en una hasta que es tarde, y muchas veces la salida significa la muerte. Hay algo de eso que es tan cercano y lejano a la vez que es aterrador, y siempre lo siniestro nos interpela. El espectador se va a enganchar porque es una serie claustrofóbica, de esas que no te movés del sillón por miedo y porque también querés saber qué está pasando. A veces me da bronca porque digo: ‘Loco, laburamos cuatro meses y vos te la vas a fumar en una tarde’”.

Personajes rotos

De manera curiosa, el nacimiento del proyecto no tuvo tanto que ver con una religión como con un virus: Frágiles surge en efecto de las cenizas de la pandemia. Así lo revela el director Diego Palacio, responsable asimismo del guion junto con Lucas Molteni, Nacho Viale, Juan E. Cordoni y Luciano Cocciardi.

“Nos juntamos pensando en cómo estábamos emocionalmente en pospandemia. Entendíamos que había cierta fragilidad, cierta vulnerabilidad, y nos pareció que estaba bueno encarar el tema de alguna manera. Comenzamos a delinear Frágiles con la idea de encontrar personajes rotos, quebrados. Me parece que el fenómeno sectario tiene que ver también con una escisión actual entre mundo digital y vida real. Hay gente que siente soledad y que tiene esta fragilidad fácil de cooptar por estos bichos raros que se creen líderes mesiánicos –apunta–. Pero siempre buscamos el género. Hay un crimen, la desaparición de una persona, y a partir de esos elementos creamos una historia que tiene misterios por todos lados, donde hay muchos asuntos por descubrir”.

¿Cómo construyó Palacio el thiller? “Es un laburo en equipo. La atmósfera es arte, es fotografía; así sea una puesta en escena, tenés todo un universo por construir, un imaginario para alimentar con sus reglas. Todas las áreas trabajan intensamente para que este mundo sea verosímil, posible, creíble, y no un delirio de la noche a la mañana”, cierra el realizador.

Para ver “Frágiles

Los ocho capítulos se estrenan este viernes en Flow.

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