Presente y futuro: la evolución del Malbec a través del tiempo

La cepa que hoy es la carta de presentación de los vinos argentinos en el mundo, tuvo sus vaivenes. Cómo fue su llegada a tierras mendocinas, a fines del siglo XIX, su posterior caída y su recuperación.

La uva Malbec siempre fue vista como una variedad prestigiosa, pero tuvo que atravesar una caída muy grande en superficie para recuperar el sitio que le estaba reservado, de convertirse en cepa insignia. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
La uva Malbec siempre fue vista como una variedad prestigiosa, pero tuvo que atravesar una caída muy grande en superficie para recuperar el sitio que le estaba reservado, de convertirse en cepa insignia. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Se dice que, para saber a dónde vamos, se tiene que conocer de dónde venimos. Hoy, aunque las bodegas mendocinas tienen que salir a “pelear” en los mercados internacionales, y el contexto no es sencillo, llevan una carta de presentación que les allana el camino: el Malbec. Pero en el pasado, en los ‘70 y ‘80, hubo que empezar a trazar esa senda, con la confianza en los atributos de una variedad que posicionó el vino argentino en el mundo, pero que había que dar a conocer.

José Galante, enólogo y chief winemaker de la bodega Salentein, recordó que la primera cosecha de este varietal exportada con la marca Catena -donde trabajó durante 30 años- fue la de 1994, con 12 meses de crianza en roble. “El principal objetivo y mercado de exportación eran los Estados Unidos y en ese momento el Malbec era un ilustre desconocido”, cuenta.

“El viaje comercial que se organizó en torno a la presentación y lanzamiento de este nuevo varietal fue muy especial, en cuanto a la elección de los lugares y las presentaciones. El éxito fue notable: se vendió en ese solo viaje toda la producción, lo que nos convenció definitivamente del tremendo potencial que tiene el Malbec”, rememoró. Y añadió que “expresaba la frescura, la tipicidad y la expresión varietal, y esos taninos sedosos y envolventes que lo hacen un vino placentero y fácil de beber”.

José Galante
José Galante

Desde ese momento, añadió Galante, el Malbec no paró de crecer y esto brindó la oportunidad para comenzar a explorar otros mercados. En cuanto a los motivos que lo llevaron a apostar por esta variedad para instalarla en el mercado externo, indicó que fue una cuestión de fe, pero también el conocimiento de que se trataba de una propuesta novedosa. Añadió que los posibles compradores lo recibían con curiosidad, “sorprendidos por todas las virtudes aromáticas y gustativas, ahora tantas veces mencionadas” y que era algo diferente, muy atractivo para los consumidores.

El enólogo menciona que siente satisfacción por todo lo que ha pasado con esta variedad, hoy emblemática para los argentinos. “El Malbec ha sido el inspirador y el motor que nos ha traído a este lugar en que se encuentra la vitivinicultura argentina. Y yo lo atribuyo justamente a esa sensibilidad que tiene para interpretar los distintos suelos y geografías que encontramos en nuestro país. Hoy tenemos una paleta de Malbec con expresiones únicas y diferentes de acuerdo con el lugar en que nos posicionemos”, expresó.

Siempre prestigiosa

El enólogo e ingeniero agrónomo Roberto de la Mota explica que la vida del Malbec tuvo varias vicisitudes. Fue una cepa que llegó a Argentina de la mano de Miguel Amado Pouget, cuando viene a Mendoza para hacerse cargo de la Finca Agronómica. Los viñedos de esta variedad, sumó, comenzaron a expandirse porque daban vinos de muy buen color, de buena estructura, concentración, aromas; características que los hacían muy apetecibles.

“Así fue como llegamos a tener casi 60 mil hectáreas en el país de esta variedad. Pero en la década del ‘80 sufrimos una crisis vitivinícola muy importante y empezamos a perder muchas hectáreas”, recordó. Esto hizo que doce productores de Luján, preocupados al ver que se venía perdiendo ese patrimonio único e irremplazable, decidieran crear, en 1988, la denominación de origen de Luján de Cuyo.

Roberto de la Mota
Roberto de la Mota

Un informe del INV explica que la variedad es originaria de Bordeaux, específicamente de Cahors, donde se la conoce con el nombre de Cot o Auxerrois. La epidemia de filoxera, que atacó los viñedos de la zona alrededor de 1877, causó la destrucción de esta región vitivinícola. En 1956, una helada arrasó con buena parte del Malbec que aún se cultivaba, y al replantar se empleó Cabernet Sauvignon. Por estos motivos, la cepa perdió importancia en Francia.

Las vides de Malbec no sólo se adaptaron muy bien a Mendoza, sino que permitían elaborar vinos de alta calidad. La denominación de “uva francesa” se utilizaba para distinguirla de las criollas, que se consideraban con una calidad enológica menor. El cultivo de esta variedad creció hasta alcanzar las 58.577 hectáreas en el año 1962, lo que representaba el 22,5% del total de vid del país (259.783 hectáreas); una proporción casi idéntica a la actual.

Luego, señala el documento, esta variedad fue sustituida por otras más productivas, que dieron origen a vinos genéricos. Entre 1962 y 1995, se erradicó el 83% de la superficie de Malbec, hasta llegar al punto más bajo de superficie cultivada, con 9.746 hectáreas. A partir de 1996 la variedad fue ganando superficie para responder a la demanda de consumidores argentinos e internacionales más exigentes en cuanto a calidad.

De la Mota explicó que, cuando fundan la DOC, crearon el consejo y establecieron los objetivos, entre los que estaba fijar un reglamento que detallara las obligaciones en el viñedo y la bodega para asegurar un vino de características distintivas y de buena calidad. También, que se aprobara una ley provincial y otra nacional de denominaciones de origen. Y resalta que todas esas metas se alcanzaron, en el tiempo.

En 1991, la Oficina Internacional de la Viña y el Vino reconoció la denominación de origen de Luján de Cuyo como la primera de vino de América. En 1999, se aprobó la ley nacional 25.163, que se reglamentó en 2004 y que establece y regula las indicaciones de procedencia, indicaciones geográficas y denominaciones de origen para diversos productos, no sólo el vino.

En 2020, año de pandemia, los productores de Luján decidieron que tenían que reivindicar y relanzar la DOC, con la misma inquietud de fines de los ‘80: poner en valor y preservar un patrimonio único e irremplazable: las viejas viñas del departamento, que permitieron que el Malbec, y los vinos argentinos en general, adquirieran renombre.

El enólogo explica que acordaron algunas modificaciones, que permitía el reglamento, para favorecer la inclusión de tecnologías, lo que les demandó más de un año de trabajo, con reuniones semanales, pero hizo que, de las cuatro bodegas originales, hoy haya 17. Añadió que están desarrollando trabajos de investigación importantes, de estudio de suelo, de caracterización del Malbec de Luján y los distintos distritos, de ampliación del estudio genético con el INTA para preservar las viejas colecciones.

Resaltó que Luján tiene más de 9 mil hectáreas de Malbec y dentro de la DOC, unas 660, de las que 150 tienen más de 100 años. Y explicó que esto le confiere características únicas a los viñedos, por la antigüedad el material genético y por la adaptación al terruño, lo que se transfiere a los vinos que producen. Sumó que es muy poco común, a nivel mundial, encontrar tantas viñas antiguas, que fueron plantadas a pie franco y regadas con riego tradicional durante años.

Asimismo, destacó que el consumidor de otros países valora mucho la denominación de origen. No sólo el europeo, sino también el estadounidense, que está acostumbrado a consumir vinos de Europa y sabe que estas categorizaciones dan un respaldo cualitativo al producto.

El juego

“El Malbec está en un momento hermoso. En los últimos 20 años hemos explorado nuevas regiones, nuevos métodos de elaboración. A través de este vino podemos contar todo el mapa vitivinícola de Argentina, porque de norte a sur encontramos grandes versiones de Malbec. Y es tan transparente esta variedad, que te lleva a viajar hacia un paisaje”, analiza Agustina Hanna, enóloga de Ruca Malén.

Y añade que, “lo que pasa con el Malbec, que es mágico, es que es la única variedad en el mundo que se ha podido desarrollar bien a lo largo de todo un país. Por eso es tan importante para nosotros. Hoy, se conoce a Argentina a través del Malbec y es gracias a esa transparencia y versatilidad”.

Consideró que sigue habiendo una gama infinita de posibilidades para seguir creciendo con esta variedad y que, en todas sus versiones, aporta una calidad inigualable. Por eso, evalúa que va a seguir siendo la “columna vertebral” de la vitivinicultura argentina y abriendo puertas en el mundo.

Agustina Hanna
Agustina Hanna

En Ruca Malén, detalló Hanna, cuentan la historia de la bodega a través de capítulos y cada uno de ellos invita a recorrer “ese camino que hacemos todos los amantes del vino”. En el capítulo 1, elaboran los vinos más fáciles de entender, despojados de la madera y ahí tienen un Malbec con el que juegan con distintas regiones para lograr el corte.

El capítulo 2 invita a descubrir la diversidad del mundo del vino a través de distintas variedades y hay dos representantes de esta cepa: un Malbec orgánico y otro que también es corte de distintas regiones, pero con diversas técnicas, uso de madera, de pileta de hormigón, etc.

Y el capítulo 3 es donde buscan mostrar la conexión entre los enólogos y el viñedo y la naturaleza, a través de tres Malbec diferentes, en los que cambia el origen y la técnica de elaboración, que eligen para que resalte aquello que los emocionó del lugar. Uno de ellos, Infuso, que viene de Los Árboles, una región más fría y húmeda, donde la uva tiende a saber a berries, los llevó a elaborarlo como una infusión: con extracciones suaves y delicadas; temperaturas más frías, para resaltar aromas a las flores y hierbas del viñedo; y añejamiento en barricones de 500 litros pensados para vino blanco, que conserven la frescura de la fruta.

El otro es Ánforas, que proviene de un viñedo a 1400 metros sobre el nivel del mar, en Gualtallary, donde el suelo contiene mucho material calcáreo, que le otorga una personalidad y una textura muy particulares al vino. E, inspirados en el viñedo, decidieron añejar este Malbec en ánforas, vasijas creadas con diferentes minerales -concreto, granito y arcilla-, en lugar de madera.

Y el Ruca Malén Capítulo 3 Malbec Centenario es un homenaje a los ancestros, que enseñaron a trabajar la viña y hacer vinos. Para elaborarlo, seleccionaron tres viñedos antiguos (en Las Compuertas, Villa Bastías y El Cepillo), buscando la expresión de fruta roja, el tanino dulce tan característico del varietal, con complejidad, que se añeja durante 12 meses en barrica de roble francés.

“Así llegamos a tener tres Malbecs -podríamos hacer infinitos estilos-, bien distintos entre sí, regalándonos la posibilidad de conocer esta variedad y descubrir esa diversidad. No hay un Malbec igual al otro y cambiando el origen, el manejo y la técnica de vinificación, regala distintos estilos de vino”, plantea a modo de invitación para seguir descubriendo el universo de esta cepa.

Número uno en el país

Las uvas Malbec se cultivan en 17 provincias y alcanzaron, en 2023, unas 46.941 hectáreas, lo que representa el 22,9% del total de superficie de vid del país y el 41,5% de las variedades tintas aptas para elaboración de vinos y/o mostos. En los últimos 10 años, esta variedad ganó 22% de terreno, ya que se sumaron 8.456 hectáreas desde 2014. Sin embargo, cuando la línea temporal se extiende hasta 2010, ese incremento alcanza el 195%. Los datos surgen de un informe reciente del Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Mendoza es la provincia con mayor cantidad de Malbec del país, ya que concentra el 84,4% de la superficie, con 39.635 hectáreas. Le siguen San Juan, con 2.906 (6,2%), y el resto de las provincias, con 4.401 (9,4%). En cuanto a los departamentos mendocinos que tienen mayor proporción de cultivos de esta variedad se destacan Luján de Cuyo (22,4%) y San Carlos (14,6%), seguidos por Tunuyán, Tupungato y Maipú.

Sin embargo, no sólo sigue siendo la variedad con mayor superficie en el país, sino también la de mayor producción. En 2023 llegó a 3.230.996 quintales, lo que representa el 23,4% del total de uva ingresada a establecimientos para elaboración y, más específicamente, el 43.6% de las tintas aptas para elaboración. Mendoza se ubica primera en la producción de Malbec, con 2.644.184 quintales (81,84% del total).

El Malbec también ostenta otro “título”: acapara el 64% del total de vinos varietales comercializados en 2023. Las ventas de este varietal puro representaron el 61% del total y los cortes que lo contienen, el 2,9%. En 2023, el 49% de los vinos con Malbec se exportó y el 51% se comercializó en el mercado interno.

El año pasado, las exportaciones varietales con Malbec, tanto puros como cortes, alcanzaron los 1.250.977 hectolitros y un valor FOB de casi 434 millones de dólares. El precio promedio por litro de vino fue de 3,47 dólares. Tuvo una participación del 71,5% en el volumen total de varietales exportados y el 70,4% del ingreso de divisas.

El puro se exportó a 122 países y los principales destinos fueron Reino Unido (35,2%) y Estados Unidos (22,7%), mientras que con cortes fue comprado, sobre todo, desde Brasil (20%), Estados Unidos (16,4%), Canadá (8,4%), Colombia (5,8%) y Reino Unido (5,4%).

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA