Emprendedoras: desafíos y dificultades de las mujeres en los negocios

El próximo 5 de octubre, Mendoza será sede el primer foro de Cuyo “Mujeres que Deciden”, organizado por la Fundación Mujeres que Inspiran. Testimonios en primera persona.

Florencia Escalante, diseñadora propietaria de Agatha Baby Cool

Foto: Orlando Pelichotti
Florencia Escalante, diseñadora propietaria de Agatha Baby Cool Foto: Orlando Pelichotti

Aunque emprender pueda considerarse un desafío para cualquier persona, cuando las mujeres emprenden enfrentan, en términos generales, algunas dificultades adicionales a sus pares varones. De ahí que las estadísticas muestren que, si bien los números son similares, hay una mayor proporción de hombres que inician su emprendimiento. Sin embargo, muchas logran crearlos, sostenerlos y hacerlos crecer, con lo que dan trabajo a otras personas.

Julia Echegaray, presidente de la Fundación Mujeres que Inspiran, señala que todo emprendedor enfrenta dos barreras principales, que son las dificultades para acceder a financiamiento y para tomar empleados. Sobre esto último, plantea que no hay leyes laborales específicas para microemprendedores o microempresas, ya que la legislación está pensada para pymes y grandes compañías, pero quienes recién empiezan tienen temor de tomar a alguien por el riesgo de no poder mantener ese puesto de trabajo y el costo que eso tendría.

Pero cuando se trata de mujeres, se suma un prejuicio que ilustra de la siguiente manera: “cuando alguien dice emprendedor, se imagina un hombre con un proyecto tecnológico, cuando se menciona emprendedora, se piensa en una feriante”. Esto, cuando también puede tener un consultorio privado.

Y, más allá de la ocupación, resalta que un emprendimiento es una microempresa, a la que le faltan recursos para tener una cierta estructura. Es decir que, si en una compañía hay un departamento contable, uno legal y otro de marketing, el emprendedor arranca haciendo todo él mismo y, con el tiempo, va sumando gente.

La fundación trabaja con mujeres que tienen una idea de negocio o un negocio ya encaminado, en el acompañamiento por parte de profesionales para que puedan dar el salto para convertirse en empresas. También desarrollan tareas de vinculación, para que las que son dueñas o trabajan en compañías de Cuyo adquieran productos o servicios de las emprendedoras.

Echegaray cuenta que la entidad nació después de la pandemia, ya que muchos negocios de mujeres cerraron para dedicarse a las tareas de cuidado y, como no tenían el respaldo de una estructura, no pudieron sostenerse (y tienen dificultades para hacerlo en cualquier tipo de crisis), ya que todo depende de su trabajo y que estén dedicadas 24/7 al negocio.

Por otra parte, en marzo de este año, suscribieron un acuerdo con la Municipalidad de Capital, a través del programa Enlace, para que las emprendedoras puedan tomar a mujeres que están atravesando situaciones de violencia, lo que les permite capacitarse. Y los emprendimientos reciben la paga del salario durante cuatro meses por parte del Estado.

El Primer Foro de Cuyo Mujeres que Deciden se realizará en Mendoza el 5 de octubre
El Primer Foro de Cuyo Mujeres que Deciden se realizará en Mendoza el 5 de octubre

El 5 de octubre, Mendoza será sede del primer foro de Cuyo “Mujeres que Deciden”, organizado por la Fundación Mujeres que Inspiran y que está, precisamente, enfocado en aquellas mujeres que ocupan lugares en los que toman decisiones que impactan en la comunidad de la región. Por eso, tendrá tres ejes: el público, el privado y el de salud, entendiendo que están interrelacionados y que, particularmente, las decisiones políticas impactan en las empresas. Será moderado por periodistas mujeres, habrá representantes de diversos sectores y charlas de deportistas consagradas, como Celia Tejerina y Macarena Rodríguez.

Lanzarse

Aunque algunos le dan vueltas a una idea por meses o años, Cristina Carrasco confiesa que su emprendimiento surgió durante la pandemia por la culpabilidad: veía que todos emprendían y sintió que ella también tenía que hacerlo. Explica que, en la tarde, trabajaba como profesora de inglés y, cuando decretaron el aislamiento se quedó sin trabajo, porque las familias achicaron gastos y el instituto tuvo que desvincular a las docentes.

Así que, movilizada por la culpa, decidió dedicar esas horas libres a tejer yute al crochet. Pero, a principios de 2022, vio que en Rusia -después se acordaría de que tiene, por parte de su madre, ascendencia rusa- realizan cestería nórdica y ella decidió comprarse la máquina de coser más barata y una bovina de cordón relleno con fibras naturales (amigable con el medio ambiente).

Cristina Carrasco, de Romana Deco, con uno de sus bolsos de cestería nórdica. Foto: Gentileza
Cristina Carrasco, de Romana Deco, con uno de sus bolsos de cestería nórdica. Foto: Gentileza

Cristina cuenta que logró dominar la técnica y le “voló la cabeza”. Con un financiamiento del Emprende Semilla se compró una máquina industrial e insumos, lo que le permitió también empezar a vender no sólo los productos terminados de Romana Decó, sino también los materiales, que son uno de sus principales ingresos. De hecho, es su hijo de 19 años, Fausto, quien se encarga de descargar los pedidos de cordones, armarlos y enviarlos a distintas partes del país.

Además, después de haberse frustrado mucho, “a nivel llanto”, con los inconvenientes que tuvo con la máquina, decidió empezar a plasmar en un documento su experiencia como autodidacta: no sólo de los errores, sino de los diferentes efectos que se logran cuando se coloca la soga de una manera o de otra, o se tironea.

Con ese material, se le ocurrió ofrecer cursos online y, para su sorpresa, en la primera edición, tuvo 150 inscriptas, no sólo de Argentina, sino de Brasil, Colombia, España, Noruega y Francia, y hoy superan las 700. “Esto se descontroló. No me lo imaginé nunca”, lanza con una sonrisa. Y añade que tiene alumnas jubiladas o viudas que estuvieron muy mal y emprender las sacó del pozo.

Romana Deco. Foto: Gentileza
Romana Deco. Foto: Gentileza

Cristina señala que llegó un punto en que tuvo que renunciar a su trabajo de medio día, como administrativa en una empresa de transporte en la feria de Guaymallén, porque no daba abasto con los pedidos, los cursos y la venta de insumos. De hecho, además de la ayuda de su hijo -quien recibe un sueldo por su tarea-, incorporó a su prima.

Resalta que, una vez que renunció y pudo dedicarse el 100% a su emprendimiento, se le despertó la creatividad, ligada al instinto de supervivencia y que, si pasan dos días sin una venta, ya está ideando una promoción o algo nuevo. Pero también plantea que tal vez no se hubiera animado a dejar su trabajo en relación de independencia si no hubiera tenido su título de profesora de inglés y la certeza de que podía dedicarse al 100% a eso si no funcionaba su emprendimiento.

Su recorrido está lejos de ser el convencional y considera que hizo varias cosas al revés. Dejó la escuela a los 13 años -retomó la secundaria de adulta- y se dedicó a trabajar; tuvo a su hijo a los 20 y se separó a los 25; y empezó a estudiar el profesorado después. Subraya que siempre supo que debía retomar los estudios y que se sigue capacitando: está tomando un curso de herramientas para gestión de empresas de la UNCuyo y tomó varios de marketing.

“Lo de Instagram no es una casualidad”, indica sobre los más de 100 mil seguidores que tiene en esa red social y sobre el hecho de que siempre hay que estar pendiente de las tendencias. Y añade otro de los pasos que toma antes de “saltar”: “Siempre, antes de arriesgarme, me pregunto que sería lo peor que puede pasar” (y tiene un plan B para esa posibilidad).

Hacer con pasión

Cuando Florencia Escalante (35) habla de su emprendimiento transmite una energía palpable y un entusiasmo contagioso. Y cuando comparte su historia se comprende de dónde provienen esas ganas. Podría decirse que su camino de emprendedora empezó en el momento en que decidió dejar de dedicarse al marketing y diseño en relación de dependencia para iniciar su propio proyecto de sushi para eventos.

Pero, en realidad, el cambio en ella se produjo cuando la pandemia la obligó a iniciar otro. Florencia cuenta que, poco antes de que se decretara el aislamiento, estaba a punto de abrir un local propio y, afortunadamente, decidió no hacerlo. Pero como elaboraba sushi y los vendía en un food truck para ocasiones especiales, se quedó sin ingresos.

Añade que se tomó una semana, a fines de marzo de 2020, para pensar qué iba a hacer ante este nuevo contexto y decidió darle una oportunidad a otra idea que hacía tiempo le daba vueltas por la cabeza: el diseño de ropa para bebés. Como no podía tener hijos, explica, sentía que de esa manera podía demostrar su amor por los pequeños.

Se sentó, comenzó a dibujar los diseños que quería plasmar en las telas, tramitó el permiso para salir a buscar los géneros y buscó talleres donde pudieran pasar esos dibujos a la tela, hacer los moldes y cortar. “Mi cuarentena fue de trabajo pleno. No miré ni una serie de Netflix”, cuenta. Pero su enfoque rindió y su emprendimiento empezó a crecer y se convirtió en Agatha Baby Cool.

Todo iba muy bien, hasta que se enfermó de Covid y llegó al límite de la muerte. Explica que había realizado un tratamiento de fertilización recientemente y, si bien no estaba embarazada, no podían administrarle corticoides. Recuerda que le hicieron despedirse de su esposo antes de dormirla y que, en esos momentos previos, se dio cuenta de que siempre había estado enfocada en el trabajo y que se “había planteado mal la vida”. Se prometió que, si despertaba, todo lo que creara, lo iba a hacer desde el amor.

No sólo despertó, sino que tres meses después, y luego de buscar un embarazo durante 10 años, llegó el de su hija, de modo natural. Hoy afirma que, si tiene que dar un consejo a otras mujeres es que emprendan desde el disfrute. Aunque también reconoce que trabajar en forma independiente es difícil, porque hay que organizarse, ser constante y tener una rutina de trabajo.

Florencia tiene un showroom en la Quinta Sección y una página web desde la que pueden comprar tanto clientes particulares como mayoristas (de hecho, hace envíos a otras partes del país). Además, hace tres meses recibió fondos del programa provincial Emprende Semilla III, con los que compró más telas, para invertir en talles -tiene prendas y accesorios desde 0 a 2 años, pero planea llegar hasta los 6- y colocó stands en distintos puntos de Mendoza, en librerías, regalerías y farmacias. “Me sirvió muchísimo para dar ese empujoncito que falta”, señaló.

Además, presentó un proyecto en la línea nacional Emprende Mujeres y quedó seleccionada. Con este financiamiento tendrá su propio taller, en el que ofrecerá la posibilidad de que mujeres en situación de vulnerabilidad aprendan un oficio y planea ofrecer diversos servicios a otras marcas mendocinas. “Muchas mujeres trabajan en su casa y no saben bien cuánto cobrar, con lo que no logran crecer y acá tenemos que crecer todos. Que se arme un árbol de trabajo”, contó con entusiasmo.

Florencia añade que vive su emprendimiento con pasión. “Uno tiene que enamorarse de su proyecto, porque si no, al principio te frustrás, porque es muy difícil arrancar con la competencia, los precios”, plantea.

Descubrir la creatividad

Marcela Mopardo (55) estuvo hace poco en La Rural, de la mano de la Fundación Mujeres que Inspiran, con sus productos de Alma Diseño Artesanal en Cuero. Había llevado más de 100 productos y volvió con las manos vacías de bolsos, pero con la ganancia de las ventas empezó a construir un taller en su casa. “Todo lo que llevé, se vendió”, comenta con emoción.

Su inicio también fue emotivo, ya que asistió a un taller en la unión vecinal, para acompañar a una amiga, cuando ella misma estaba atravesando una depresión después de haber tenido cáncer. Pero, para su sorpresa, a las tres clases sintió que le cambiaba la vida, porque se enamoró del cuero, de sus bolsos y siente que, en cierta forma, la salvaron, porque le permitieron encauzar una creatividad que siempre había sospechado que tenía.

Marcela Mopardo, creadora de Alma Diseño Artesanal en cuero. Foto: Gentileza
Marcela Mopardo, creadora de Alma Diseño Artesanal en cuero. Foto: Gentileza

Durante un buen tiempo, se dedicó a hacer bolsos para familia y amigas, hasta que decidió lanzar las redes de su emprendimiento y se contactó con Julia Echegaray, de la fundación, y comenzó a interiorizarse en cómo podía convertir su hobby en un trabajo, más allá de que resalta que ama hacer lo que hace. De ahí que, aunque ahora está fabricando una buena cantidad de productos, destaca que cada uno es único, con algún pequeño detalle particular.

“Siempre pienso que quien tenga un producto de los que hago, que sea único, que sea algo especial”, comenta. Se trata, explica, de bolsos de 100% cuero vacuno, de primera calidad y de curtición vegetal (para que no sea contaminante), y con variedad de colores y texturas. Algunos, suma, los borda, otros los tiñe o les agrega una cinta, con el objetivo de que sea novedoso.

Cada uno de los bolsos y accesorios de Alma Diseño Artesanal en cuero tiene un detalle que los hace únicos. Foto: Gentileza
Cada uno de los bolsos y accesorios de Alma Diseño Artesanal en cuero tiene un detalle que los hace únicos. Foto: Gentileza

Por estos días, Marcela está preparando pedidos para tres locales y esperando la respuesta de alguien de Buenos Aires, que la conoció en La Rural. Pero también desliza que a veces piensa que empezó un poco tarde. Sin embargo, suma que la construcción en marcha de su taller y el haber podido incorporar una persona que la ayuda implican un gran paso para ella. “Mis ganas me llegaron en este momento de mi vida. Estoy en la plenitud de la felicidad, del trabajo. Hago lo que me gusta, me sale del corazón. Me cambió la vida”, lanza.

Financiamiento

La directora de Emprendedores del Ministerio de Economía y Energía, Paula Cohen, comenta que se consideran emprendedores hasta transcurridos siete años desde la primera venta o la constitución de la persona jurídica. Desde el momento en que contratan gente, añade, pasan a ser empresas.

Desde la dirección están realizando una encuesta los mendocinos que tienen emprendimientos, para poder contar con datos estadísticos. Pero Cohen señala que los estudios que se han desarrollado en el mundo arrojan que, aunque las diferencias no son marcadas, siempre hay un número mayor de varones que de mujeres al frente de estos proyectos.

En cuanto a los sectores en los que se concentran, indica que son muy diversos y van desde los de base tradicional, como puede ser un local comercial, una panadería o la prestación de servicios, hasta los tecnológicos e innovadores. Y resalta que los que conjugan la rentabilidad económica, con algún valor social y/o ambiental, y la innovación tecnológica, son los que tienen más posibilidades.

En cuanto al principal obstáculo que enfrentan los emprendedores, Cohen coincidió en que es el acceso a financiamiento, ya que suelen comenzar con ayuda de familiares o amigos, pero es fundamental poder conseguir otros capitales. El Gobierno provincial ofrece el Mendoza Emprende Semilla, con subsidios y créditos para la adquisición de activos fijos, insumos, materias primas y bienes de cambio. También capacitaciones y la posibilidad de trabajar de modo articulado con otros emprendedores. Para más información se puede ingresar a mendozaemprende.org.

Largada diferencial

La economista Carina Farah aporta un dato que permite entender una diferencia fundamental en el punto de partida: en Argentina, las mujeres representan el 63% de las personas en el decil más bajo de ingresos -el 10% de la población que menos gana-, mientras que alcanzan el 37% de participación en el decil de mayor riqueza. Es decir, que los números están exactamente invertidos entre varones y mujeres.

Esto, resalta, ya determina desde qué lugar emprenden, en muchos casos, las mujeres. Es decir, que no cuentan con ingresos suficientes para poder sostener un nivel mínimo de consumo -una canasta básica total- mientras comienzan con su proyecto y para desarrollar esa inversión necesaria. “Podemos pensar que no partimos de la misma línea de largada”, advierte Farah.

Por otra parte, hay que considerar que, en promedio, ellas dedican cuatro horas adicionales por día a las tareas domésticas que los varones. Y esto, suponiendo que haya un varón con el cual compartir esas labores, ya que también hay un buen número de hogares monoparentales, en los que hay una mujer a cargo y no pueden delegar, a menos que le paguen a otra mujer por ese servicio.

Además, sucede con frecuencia que, cuando una mujer emprende, debe enfrentar el machismo. La economista señala que, por ejemplo, las arquitectas van a las obras y no les prestan atención a sus indicaciones por ser mujeres, a menos que adopten conductas más masculinas para que las reconozcan como figuras de autoridad.

Claro que estas desigualdades no sólo las enfrentan las emprendedoras. Farah señala que hay estudios que muestran que las mujeres estudian y se forman, en promedio, durante más años, pero que siguen representando una proporción muy pequeña dentro de los niveles gerenciales de las grandes empresas. Y que, si bien cuando se compara con lo que sucedía 10 o 20 años atrás, es innegable el avance, aún se está lejos de una situación de paridad entre varones y mujeres.

Asimismo, indicó que también hay una visión “romántica” del emprendedurismo y que, aunque hay quienes eligen ese camino, no para todas es cumplir el sueño de la vida, ya que algunas se ven obligadas a emprender porque están subocupadas y, en ese contexto, el atender un kiosco o vender ropa les permite incorporar más horas de trabajo y un ingreso adicional.

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