Alimentarse bien, el mejor remedio para las enfermedades del frío

Frutas, verduras, carnes, lácteos y frutas secas fortalecen el sistema inmune contra gripes y resfríos. Sin embargo, la dieta de los argentinos dista bastante de la recomendada por la OMS. “Somos lo que comemos”, dicen nutricionistas.

Faltan pocos días para el comienzo del invierno pero las enfermedades respiratorias están a la orden del día. Este año con la particularidad de que su circulación se adelantó y que las expectativas de los epidemiólogos apuntan a que se presenten más casos de lo habitual.

Como dice el refrán, prevenir es mejor que curar y qué mejor si esto se hace de manera natural: desde la inmunonutrición sostienen que gracias al consumo de ciertos alimentos pueden prevenirse patologías como la gripe y el resfrío o atenuarse sus efectos. Carnes, cereales, frutas, verduras, lácteos y granos, entre otros, pueden ser aliados para contar con un buen estado nutricional que fortalezca las defensas y le dé batalla a los microbios.

“Existe evidencia de que algunos compuestos naturales presentes en los alimentos poseen efectos importantes sobre el sistema inmune. Los inmunonutrientes son aquellos capaces de mejorar el sistema de defensas”, señala en un documento la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN). Allí se expresa que -dependiendo de diversas variables- los adultos pueden padecer entre 2 y 4 casos de resfríos comunes, catarros o gripe por año.

Estas son enfermedades benignas que generalmente no dejan secuelas y frente a las cuales los medicamentos funcionan como un paliativo de los síntomas.

Hay que tener en cuenta que además de prevenir contagios, si el sistema inmune se encuentra fortalecido hará que el proceso infeccioso sea más leve y más corto.

Alimentación deficiente
Sin embargo, la dieta de la mayoría de la gente dista mucho de ser la ideal. Esta situación es mucho peor en el caso de los niños, quienes consumen menos frutas, verduras, frutas secas o pescado que los adultos porque aducen que no les gusta. Paradójicamente, son los más expuestos a los virus y bacterias y por ende, los más propensos a enfermarse.

Verónica (42) relató que en su casa el menú que consumen los adultos es más variado que el de los niños, quienes no comen verduras de hoja porque no les gusta, mientras que la variedad de frutas y verduras que consumen es bastante acotada por la misma causa.

“Frutas secas no comemos ni he pensado incorporarlas porque son muy calóricas; y carne, como a los chicos no les gusta, no comemos tanto”. Esta mamá agregó que sí comen pollo y pescado: “Como vivimos a las apuradas porque trabajamos y llegamos sobre la hora de la comida, hacemos mucho fideos, hamburguesas o milanesas de pollo”.

En el caso de Lorena (37), el tema económico influye muchísimo, especialmente si se tiene en cuenta que tiene 4 hijos. Contó que yogurt ya no toman y que cuando el bolsillo está ajustado, beben leche sólo una vez al día y completan con té o mate cocido. “Mi esposo y yo tomamos leche cuando podemos”, señaló y agregó que no comen pescado y casi nada de carne por su alto precio.

Mónica Katz, médica especialista en nutrición y vocal de la comisión directiva de la San, confirmó que el consumo de frutas, verduras y lácteos de los argentinos es la mitad del mínimo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. “De frutas y verduras hay que consumir al menos 400 gramos por día y estamos en 190 gramos. Con las carnes y los lácteos pasa lo mismo: deberíamos consumir tres porciones por día (por ejemplo un trozo de queso, un yogurt y un vaso de leche) y estamos en una y media”, detalló.

Pero quizás el del pescado es el caso más emblemático, ya que la ingesta promedio de un argentino es de 7 kilos al año, “prácticamente nada, hay gente que no lo probó en su vida”, dijo Katz.

Hay que tener en cuenta que los costos de algunos de estos productos son un obstáculo para muchos. Esto se ha acentuado con los aumentos de precios de los últimos meses, lo que ha llevado a algunas familias a restringirse y a otras directamente a dejar de consumirlos. “La media de los argentinos no está consumiendo estos alimentos que intervienen directamente sobre el sistema inmune”, concluyó la especialista.

Pero no es el único impedimento: Katz destacó que además de la accesibilidad aparece la barrera cultural, que afecta fundamentalmente a los niños y que tiene que ver con la educación.

De todas formas, subrayó que el cambio es posible. Dado que ya estamos transitando la estación fría, destacó que se está a tiempo de fortalecer las defensas ya que “somos lo que comemos y hoy mismo se puede mejorar”.

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