Uno de cada 10 jóvenes accede al título universitario: no siempre querer es poder
Las diversas variables que inciden en el acceso a esta credencial formal en Argentina: salida al mercado laboral, nuevas concepciones y universidades que no se actualizan.
En Argentina, uno de cada 10 jóvenes de entre 25 y 30 años cuenta con un título universitario.
Una investigación reciente realizada a nivel nacional mostró un dato interesante sobre Educación en Argentina, 1 de cada 10 jóvenes de entre 25 y 30 años cuenta con un título universitario. En una primera aproximación el dato sorprende, parece poco, pero los especialistas consultados por Los Andes no le dieron un valor específico sino que plantearon diversas variables y en particular al hecho de que muchos llegan a la universidad pero no concluyen.
El asunto plantea diversos interrogantes y situaciones y sobre todo, nuevas concepciones. Por un lado, si es que muchos jóvenes no eligen formarse en estos entornos y hacen otros recorridos que valoran más. Por otro, cuántos serán los que quisieran acceder pero no pueden por sus condiciones de vida, mientras que no menor es cuánto ha cambiado el mercado laboral y la concepción de los jóvenes respecto de la inversión de tantos años para obtener ese tipo de credenciales formales.
Los números en las universidades
Las cifras surgen del informe “Terminalidad educativa: foco en la secundaria”, de Argentinos por la Educación, elaborado por Viviana Postay (especialista en gestión educativa), María Sol Alzú y Martín Nistal. A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el informe releva las tasas de finalización de los niveles primario, secundario y universitario en los jóvenes argentinos de entre 25 y 30 años en 2014, 2019 y 2024.
Universidad
Acceso al título universitario: lo tienen 1 de cada 10 jóvenes en Argentina
Los datos muestran un aumento de los jóvenes que lograron egresar en tiempo y forma del secundario en la última década, pero una brecha enorme entre esa proporción y el acceso a la universidad. De hecho, incluso se ve una leve disminución de estos últimos.
La proporción de jóvenes de 25 a 30 años que tienen título secundario aumentó del 67,6% en 2014 al 74,2% en 2024.
En 2014, 10,5% de los jóvenes de ese rango etario tenía título universitario, pasó a 9% en 2019 y esa proporción se sostuvo en 2024.
El acceso es levemente mayor para las mujeres, aunque también bajó.
En los varones fue de 7,5%, 7,8% y 8% en cada uno de esos años. La caída para las mujeres fue mayor: pasó de 13,4% en 2014, a 10,3% en 2019 y 9,8% en 2024. Esta brecha de género también se ve en la secundaria, en detrimento de los varones, nivel en cual se observa una notoria menor finalización a medida que desciende el nivel socioeconómico.
Acceso a la universidad
No puede dejar de tenerse en cuenta que incluso, hay muchos que no terminan sus estudios obligatorios, lo que impide continuar con la trayectoria.
“El informe pone de manifiesto una deuda con los sectores de menores recursos: si bien mejoraron la terminalidad, aún 4 de cada 10 de estudiantes de los quintiles de menores ingresos tienen secundaria incompleta”, señala Romina de Luca, investigadora del Conicet.
La investigadora Viviana Postay, especialista en gestión educativa señaló a Los Andes que en realidad el número en sí no le dice mucho porque es general y hay una enorme diferencia entre las distintas carreras y entre las distintas facultades.
Destacó que la universidad tiene relevancia social y educativa y que no es “una fábrica de autos en serie”, como para medir los egresados. “Si hay población que en la universidad ha estado uno a dos años, eso eleva el nivel cultural de la población, transforma el perfil de la ciudadanía argentina y la verdad que por supuesto que nos interesa que estén titulados, pero no es que el no titulado pierda valor social y educativo. Muy por el contrario, es un importantísimo valor social, cultural, educativo para una población tener números altos de personas que transitan por la universidad, aunque sus trayectorias queden incompletas”, resaltó.
En tanto, Julio Aguirre, secretario académico de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) consideró: “La cantidad de personas que van a la universidad, que ingresan y que transitan por la universidad, se reciban o no se reciban, ha ido aumentando de manera sostenida en el tiempo, incluso por encima del crecimiento demográfico”. Asimismo puso sobre la mesa que para muchos la educación no está en su proyecto de vida y agregó otro aspecto: “El compromiso con una formación es un compromiso de larga duración, para lo cual vos tenés que hacer una planificación de vida en la cual estás pensando en la larga duración. Eso es un privilegio de pocos en la mayoría de los países, sobre todo en países como el nuestro, que son altamente inestables”.
Carreras poco preparadas para estudiantes que trabajan
El contexto económico atraviesa y condiciona las oportunidades y eso no es nada nuevo. Sobran los estudios sobre cuánto más complicadas son las trayectorias y peor el desempleo a medida que desciende el poder adquisitivo. Los últimos años, más jóvenes se han visto empujados al mercado laboral tempranamente para complementar los ingresos familiares o porque se han independizado. Ya en secundaria los docentes han advertido sobre alumnos que comienzan a ausentarse, llegan agotados, sin dormir y hasta terminan por abandonar por haberse incorporado a algún empleo.
Universidad
Acceso al título universitario: lo tienen 1 de cada 10 jóvenes en Argentina
Otro tanto sucede en las universidades y es entonces que surge otro tema de vieja data: el planteo sobre que la mayor parte de la facultades no ofrecen propuestas que faciliten estudiar y trabajar, pese a que sus mismos relevamientos desnudan que tienen una buena proporción de estudiantes en esa situación. Si son privadas, más aún, ya que muchos no tienen más opción que trabajar para solventar la cuota. Un relevamiento reciente de Los Andes dio cuenta de que trabaja la mitad de los estudiantes secundarios.
En su análisis, que contempló diversas variables, Postay apuntó también: “Las carreras de grado universitarias siguen teniendo en su gran mayoría un perfil preparado para un estudiante que no trabaja. Es muy difícil llevar adelante una carrera universitaria si trabajas”, subrayó. Y dijo que en las carreras más tradicionales es más notorio.
En cambio, dijo que las carreras de nivel superior no universitario, (antes llamadas terciarios), sí están pensando en un trabajador.
“El primer corte, es socioeconómico y es profundamente desigualitario (...) si no empezamos a abonar un imaginario medio ingenuo basado solamente en si vos querés, podés, como una especie de paradigma ideológico donde no importa si vos naciste en la última de las villas, existiendo universidad pública podés llegar a ser médico. La realidad es que el punto de partida es mucho más difícil para alguien que proviene de un sector social popular que para alguien que proviene de un sector social acomodado. No tener que trabajar mientras haces la carrera marca una diferencia importante, relevante a la hora de transitar el estudio”, enfatizó la investigadora
Otros recorridos de los jóvenes
Parte del asunto es que los más jóvenes buscan otros recorridos. No muchos están dispuestos a dedicar 5 o 6 años a seguir una carrera. Incluso hay quienes plantean que el mundo cambia tan rápido que, al terminar, el escenario será diferente del que condicionó la elección inicial.
Los jóvenes se inclinan cada vez más por alternativas más cortas, incluso, derivado de lo anterior, porque les permite una salida laboral más rápida.
Por lo mismo, las universidades piensan cada vez más en reformular su programas para ofrecer algo más eficiente y dar acceso a títulos intermedios. Esto es parte del plan de la UNCuyo, en la que ya se están revisando programas.
35 cursos online y universitarios para estudiantes de medicina
Universidad: no muchos están dispuestos a dedicar 5 o 6 años a seguir una carrera
Pero también pasa que luego de ver toda la oferta, esta no termina de tentar. Es el caso de Juan, que egresó del secundario hace 4 años. Pensó en estudiar pero no encontró nada que lo convenciera, entonces terminó optando por trabajar, aprovechando lo que le permitía su título secundario orientado a la contabilidad y en lo que es bueno. No es que descarta seguir una carrera en algún momento, hoy trabaja en un estudio contable y esos ingresos le han permitido desarrollarse en otras actividades que le gustan.
Bautista tuvo dos intentos fallidos en la universidad, en dos carreras diferentes, “No pasé el mes del pre, porque no soy buen estudiante y tampoco era algo que me gustara, no me sentía bien, o como para sentarme a leer y a estudiar, como que lo mío es más el hacer, pero era hasta encontrar algo que me gustara y ahora lo estoy haciendo”, recordó. Así fue que empezó a trabajar en fotografía hace un año y medio. “Me enteré de una opción y ahora sí estoy estudiando, estoy en el pre de Producción Audiovisual, que tiene mucho que ver con lo que trabajo y lo que me gusta”.
Cambios en el mercado laboral
Parte de los cambios del último tiempo tienen que ver no sólo con las nuevas concepciones de los jóvenes sino también con las nuevas en el mercado laboral. Es que más allá de las credenciales formales y avales técnicos, las empresas están poniendo también en valor habilidades blandas, las experiencias y el perfil específico de cada uno. Esto no quiere decir que las credenciales académicas hayan perdido valor, aclaran quienes trabajan en temas de recursos humanos, sino que también hay que contemplar los otros aspectos para ser competitivo asi como tambien , quizas quienes no tienen un título, pero tienen otras formaciones y recorridos también encuentran un espacio en las búsquedas por su perfil.
“El título universitario sigue siendo importante, lo que sucede es que no es suficiente, tenés que desarrollar mucho lo que son habilidades sociales para poder sumarte al mercado y ser atractivo. Eso por un lado, y por otro lado no creo que los jóvenes desvaloricen el título, lo que tiene que cambiar es el formato de la educación, actualizarnos porque ha quedado obsoleto”, apuntó Jimena Tillar, especialista en Recursos Humanos, quien dijo que es muy valioso que muchas carreras están pensando en la vinculación temprana con el mercado laboral.
Claudia Ataguile, psicopedagoga especializada en Recursos Humanos y quien trabaja en la consultora Adecco, planteó: “El mercado laboral ha cambiado profundamente en los últimos años. Hoy, muchas empresas valoran tanto competencias técnicas como habilidades blandas. Por ejemplo, comunicación, el trabajo en equipo, adaptabilidad, incluso por encima de estos títulos formales. Entonces, esto no significa que la formación universitaria haya perdido valor, sino que ya no es la única vía posible para el desarrollo profesional”.
Los jóvenes mendocinos son los que más problemas de empleo y pobreza tienen en todo Cuyo.
Los jóvenes mendocinos son los que más problemas de empleo y pobreza tienen en todo Cuyo.
Y agregó: “También observamos que los jóvenes hoy en día buscan trayectorias más flexibles que les permitan combinar estudio y trabajo, o acceder rápidamente a instancias laborales. Entonces, las carreras más cortas o las certificaciones se vuelven una opción más atractiva”.
Habilidades blandas y competencias
Es en este sentido que adquieren valor las experiencias y justamente en eso también se avanza: cada vez más universidades argentinas acrediten experiencias dentro del ámbito académico como talleres y dominio de ciertas habilidades adquiridas en el mundo universitario. Además , si puede certificarse, puede sumarse lo adquirido fuera. En esa dirección también avanza la UNCuyo a nivel local.
Aguirre señaló como contrapartida que por los dinamismos del mercado de empleo, son cada vez más requeridas algunas certificaciones o competencias postsecundaria. “Es pertinente tomar en consideración en qué medida la inserción en el mercado de empleo demanda una certificación completa universitaria. En algunas disciplinas, tener la matrícula habilitante es importantísimo para poder ejercer, en muchas otras no lo es. Entonces, vos tenés que preguntarte si el mercado de empleo o los empleadores o las empresas están dispuestos a reconocer y remunerar esa certificación, o, por ejemplo, simplemente les interesa que tengan algunas de las habilidades que desarrollan mientras están estudiando y no el título”.
Por su parte Postay remarcó que desde su punto de vista las credenciales universitarias siguen siendo valoradas por la sociedad y las familias, asi como las universidades argentinas y sus egresados son altamente valorados en el país y en el exterior.