Salvó su vida al bajar a tiempo de los Andes y hoy es el argentino más “viejo” en hacer cumbre en el Everest

A los 62 años, Pablo Buchbinder hizo cumbre en el pico más alto del mundo y es récord histórico en el país y a nivel mundial en esta temporada. En noviembre, tres días antes de que falleciera Nacho Lucero, el guía mendocino y su gran amigo, decidió abandonar la expedición.

Salvó su vida al bajar a tiempo de los Andes y hoy es el argentino más “viejo” en hacer cumbre en el Everest
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

Pablo Buchbinder no logra ocultar su felicidad. De hecho, ¡ni siquiera lo intenta! Nacido en Mar del Plata, actualmente viviendo en Santiago (Chile) y con una gran parte de su vida viviendo en y para la montaña, hasta se ríe al considerarse a sí mismo “viejo” con 62 años.

Más allá de cualquier análisis al respecto sobre a qué edad una persona se debe considerar vieja –que quedará para una oportuna discusión eterna-, el martes 21 de mayo y a las 8:37 (hora de Nepal), Pablo y su edad marcaron un récord. Porque Buchbinder se convirtió en la persona más “vieja” en hacer cumbre en el Everest esta temporada.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

“Además, estuve averiguando que soy el argentino más viejo en subir el Everest de toda la historia, y el segundo sudamericano más viejo, solo por debajo de un ecuatoriano de 65 años”, cuenta en diálogo con Los Andes.

Hace exactamente 6 meses, en 30 de noviembre del año pasado, el andinista y guía de montaña mendocino Nacho Lucero (50) y otras dos personas -a quienes Lucero acompañaba como guía- fallecieron a metros de la cumbre del cerro Marmolejo (6.100 msnm), en la Cordillera de los Andes.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

Buchbinder, quien era amigo de Lucero desde hacía casi 35 años, era el cuarto participante de esa expedición al cerro ubicado a la altura del Valle de Uco mendocino, y que tiene acceso tanto del lado argentino como del lado chileno.

Pero 3 días antes del fatídico desenlace –ningún expedicionario sobrevivió-, Pablo decidió bajar y regresar a casa.

“Yo vivo en Santiago y tenía que volver al trabajo. No tenía días libres como para esperar a que mejorasen las condiciones e intentar hacer la cumbre. Además, me di cuenta de que no iba a estar fácil. Para mí se había acabado”, rememora Pablo, quien aclara que a medio año de la tragedia ha podido asimilar un poco más la pérdida de su gran amigo.

“Les propuse volver a Santiago, ir a comer algo. Pero ellos quisieron intentar la cumbre en los 3 días que quedaban. Todos me dicen que si yo hubiese seguido con Nacho, es claro cómo estaría ahora. Pero yo les digo que no, que si me quedaba, quizás hubiesen sido otras decisiones. Y ahora los 3 estaríamos vivos”, rememora, con dolor.

Y cuenta que, aunque no físicamente, Nacho “hizo cumbre” con él en el Everest hace 8 días.

LA MONTAÑA, SU VIDA

Hace más de 40 años que Pablo Buchbinder (62) dedica gran parte de su vida a la montaña, su gran pasión. Y, reconoce, su reciente cumbre en el Everest lo mantiene extremadamente feliz. En especial porque, si bien fue su primer intento en la montaña más alta del mundo, había hecho otros intentos en picos importantes y no lo había conseguido.

En 1982, cuando estudiaba en la universidad y aún vivía en Mar del Plata, Buchbinder se inició en la escalada en roca.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

En Bariloche también incursionó en escalada en hielo. Más allá de su pasión y su preparación, Pablo Buchbinder nunca estudió para ser guía de montaña. Es empresario, por lo que la montaña –además de parte fundamental de su vida- es un pasatiempo al que siempre ha estado vinculado.

Entre 1989 y 1990 viajó a Mendoza para escalar el Aconcagua por primera vez. Desde entonces, completó 4 cumbres, una de ellas con sus tres hijos.

Pablo Buchbinder y sus hijos haciendo cumbre en el Aconcagua. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Pablo Buchbinder y sus hijos haciendo cumbre en el Aconcagua. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

Y fue en 1990, en una expedición al Cerro Mercedario (San Juan) cuando conoció a Nacho Lucero, con quien entabló una gran amistad. Desde ese momento, compartieron un sinfín de aventuras.

Si bien siempre combinó su trabajo con la montaña, un “milagro” en 2006 cambió su forma de concebir la vida. Porque Buchbinder sufrió un grave accidente en el Nevado del Famatina (La Rioja), luego de caer a una grieta.

“Estuve en coma y cuando salí, cambié mis prioridades y me puse a mi primero. Yo era un adicto al trabajo, pero ese día cambió todo. Siento que llevo 17 años viviendo de arriba”, reflexiona.

La última vez en que Nacho Lucero intentó hacer cumbre en el Manaslu, Buchbinder era parte de esa aventura. Aunque había partido horas antes con destino a la cumbre.

En aquella oportunidad, el 3 de octubre de 2022 y en horas de la noche, Lucero debió regresar al campo base de este cerro y luego de que una tosca de nieve rompiera su casco y la linterna. Once años antes, también el 3 de octubre –pero de 2011- y a la misma altura (7.350 msnm), en su primer intento por llegar a la cumbre del Manaslu, Lucero había sido bajado de emergencia tras sufrir un infarto masivo. Horas después, mientras lo operaban, Nacho sufrió un ACV.

Pablo Buchbinder y su gran amigo, el mendocino Nacho Lucero. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Pablo Buchbinder y su gran amigo, el mendocino Nacho Lucero. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

De la expedición de 2022 también participó Pablo Buchbinder, quien se había adelantado. A los 7.440 msnm, luego de esperar 5 horas a Lucero –y sin saber que el guía había tenido que bajar-, Buchbinder intentó continuar hacia la cumbre.

“Pero el viento frustró mis planes. Me quedé con mucha bronca, porque estaba a 600 metros de la cumbre”, repasa el montañista.

UN HOMBRE RÉCORD

Pablo Buchbinder reconoce que su objetivo siempre fue el Everest. De hecho, era lo que respondía cuando, en el gimnasio -por ejemplo- le preguntaban cuál era su objetivo.

“Respondía eso y se me cagaban de risa. Y eso a mí me motivaba”, repasa.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

El Gasherbrum II (compartido por China y Pakistán), el Denali (Alaska) y el Aconcagua mendocino fueron algunos de los objetivos que alcanzó, pero –en el horizonte- seguía estando el Everest.

“Sentí que era hora, ya no soy un pendejo y no podía esperar más. Nunca se me cruzó por la cabeza que no iba a poder por tener más de 60 años. Tal vez no tengo la potencia de los jóvenes de 30, pero tengo experiencia y cabeza”, refuerza.

El 2 de abril viajó a Katmandú, mientras que el 7 inició el trekking. Al campo base arribaron el 14, mientras que durante los primeros días realizaron la aclimatación y entrenamiento grupal. Incluso, en esos días, Buchbinder logró cumplir otro de sus sueños: escalar el glaciar Khumbu.

Pablo Buchbinder y Nacho Lucero en el Aconcagua. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Pablo Buchbinder y Nacho Lucero en el Aconcagua. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

El tramo final del ascenso comenzó el 20 de mayo.

CODO A CODO CON LA MUERTE

El grupo de montañistas que participó de la expedición estaba integrado por 15 personas, reagrupadas y divididas.

“Cuando llegamos al campo 4 me enteré de que, de ese grupo, murieron un sherpa y 4 personas. Algunos de ellos fallecieron al caer al vació a la altura del Escalón de Hillary. Hubo un desprendimiento y justo ellos se encontraban fuera de la línea de vida”, describe.

“Hay quienes creen que se va a hacer turismo al Everest, pero no es así”, completa.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

“NACHO ME ACOMPAÑÓ TODO EL VIAJE”

La muerte de Nacho Lucero golpeó fuerte a Pablo Buchbinder. No solo por la amistad, sino porque unos días antes de la tragedia, Pablo había estado con el guía mendocino.

Incluso, en los primeros días de aquella expedición en el cerro de los Andes, Nacho y Pablo habían hablado de la idea de intentar hacer el Everest. De hecho, Lucero le había dicho a la familia de Buchbinder que sentía que su amigo ya estaba listo para este cerro.

“Yo igual fui con Nacho al Everest. Hablaba con él, le preguntaba si había hecho las cosas correctas, si estaba orgulloso de su amigo. Él me acompaño hasta la cumbre”, resume, emocionado.

María Fernanda Martínez Thierry, pareja de Nacho y madre de Salvi -hijo del guía- le había dado a Pablo un autito de juguete que Lucero le había regalado al pequeño. Y Pablo lo llevó con él hasta el punto más alto de la Tierra.

“Primero lo llevé a la puja, la ceremonia espiritual en que los lamas bendicen y ‘dan permiso’ para subir. Y luego lo llevé en la tapa de mi mochila hasta la cumbre”, cuenta.

Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder
Se salvó de morir en los Andes al bajar a tiempo y es el argentino más viejo en hacer cumbre en el Everest. Foto: Gentileza Pablo Buchbinder

Si bien Buchbinder suele llevar y dejar una bandera argentina y otra chilena en las cumbres, sintió que en la cumbre del Everest había muchas banderas y otros objetos. Y optó por no dejar nada.

“El autito se lo regalé al sherpa que iba conmigo, le conté la historia y me dijo que se lo iba a regalar a su hijo de 6 años”, concluye Buchbinder.

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