Por qué nos mareamos cuando viajamos en auto, sobre todo en los asientos traseros

Las náuseas durante el viaje en el vehículo o los mareos por leer, científicamente llamadas cinetosis, tienen que ver con el sentido del equilibrio y tres sistemas que lo regulan.

Una de las soluciones para evitar los mareos en el auto es mantener la cabeza apoyada y lo más recta posible. Imagen ilustrativa / Web
Una de las soluciones para evitar los mareos en el auto es mantener la cabeza apoyada y lo más recta posible. Imagen ilustrativa / Web

Cualquier viaje en automóvil puede pasar de placentero a sufrido cuando se empieza a revolver el estómago y aparecen las náuseas. Mantener la vista fija en un punto mientras el vehículo se mueve puede provocar, en algunas personas, una desagradable sensación de mareo. Además, sucede algo insólito: generalmente le pasa a quienes van sentados atrás, y no al conductor ni al copiloto.

Como la mayoría de las cosas, esto también tiene su explicación. La sensación de mareo por movimiento se llama “cinetosis”, y está relacionada con los mecanismos de orientación espacial. Es decir, de cómo ubicamos nuestra posición en el espacio que nos rodea para distinguir, por ejemplo, dónde es arriba y dónde abajo. Así podemos mantener la postura corporal, movernos e interactuar con nuestro ambiente.

Según explican los investigadores Juan Pérez Fernández y Paula Rivas Ramírez, de la Universidad de Vigo (España), en esta tarea participan principalmente tres sistemas: el vestibular, el visual y el propioceptivo.

Mantener la postura corporal depende principalmente de un sentido del equilibrio, mediado por el sistema vestibular. Además de mantener la postura corporal y el equilibrio realiza otras funciones importantísimas, como permitirnos fijar la vista en un punto.

El sentido del equilibrio está localizado en nuestro oído interno y consta de dos componentes: los canales semicirculares, que detectan rotaciones; y los otolitos, que captan aceleraciones lineales, incluyendo la gravedad. De este modo, el sistema vestibular nos faculta para determinar nuestra posición y saber cuándo nos estamos moviendo.

Los especialistas explican que éste, sin embargo, tiene sus limitaciones. “Por ejemplo, si nos movemos a una velocidad constante, entonces no hay aceleración y, por lo tanto, el sistema vestibular no detecta dicho movimiento. Esto explica la sensación de permanecer inmóviles mientras subimos o bajamos en un ascensor”, dice el artículo.

El engaño de la vista

Por otra parte, si estamos viendo que todo se mueve a nuestro alrededor, lo más seguro es que seamos nosotros los que nos estemos desplazando. Por lo tanto, para mantener la postura corporal también juega un papel importante la vista. Pero el sistema visual tampoco es infalible, y a veces la escena que estamos mirando se mueve a pesar de que nosotros permanezcamos quietos.

Por lo tanto, el sistema vestibular y el visual se complementan haciendo que nuestra orientación espacial sea más precisa, y hay otros sistemas que también contribuyen. Uno de ellos es el propioceptivo, que usa sensores en los músculos, tendones y articulaciones para saber la fuerza y la posición generados por nuestros propios movimientos.

El uso de diferentes estrategias hace que nuestra orientación espacial funcione muy bien en la mayoría de los escenarios. Pese a ello, durante la historia más reciente, los inventos de los humanos han creado nuevas situaciones que suponen un desafío para nuestra orientación espacial, como los parques de atracciones y los medios de transporte.

Cuando leemos o vemos una película dentro de un vehículo en marcha, nuestro sistema visual se concentra en un punto. “Mientras que el sistema propioceptivo nos indica que estamos sentados inmóviles dentro del vehículo, el vestibular nos avisa de que nos encontramos en movimiento. Es decir, a nuestro cerebro llegan informaciones contradictorias a través de estos tres sistemas”, explican los investigadores.

Así mismo puede haber conflicto cuando vemos por la ventanilla pasar objetos a gran velocidad, ya que, al verse borrosos, el cerebro no logra interpretar esa información y esto también ayuda al mareo.

La diferencia con estar sentados adelante, como conductor o copiloto, es que este lugar privilegiado resuelve el conflicto entre el sistema visual y el vestibular debido a que el cerebro recibe información similar de la dirección y de la velocidad del movimiento a través de los oídos y los ojos.

Otra solución a esta guerra entre sistemas es mantener la cabeza apoyada y lo más recta posible para no alterar todavía más el sistema vestibular. Aunque, sin duda, la mejor opción es parar el vehículo de vez en cuando y dar un pequeño paseo para reestablecer el equilibrio entre los sistemas.

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