Mendoza, capital del vino, 140 años de historia

La vitivinicultura es parte de Los Andes. Cómo creció la “industria madre” de la provincia.

Cosecha manual del varietal Malbec en Agrelo, Luján de Cuyo.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Cosecha manual del varietal Malbec en Agrelo, Luján de Cuyo. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Desde su nacimiento, Los Andes ha seguido el desarrollo de la industria vitivinícola en Mendoza en cada una de sus páginas.

Así, si analizamos los últimos 40 años, el sector asistió en los 80 a una sobreproducción de uvas y vino, con precios en picada que terminó dejando como resultado la erradicación de viñedos. Se perdieron más de 100 mil hectáreas cultivadas. Pero también Los Andes mostró la recomposición del sector, es decir, la fuerte etapa de modernización en los 90 gracias a la desregulación de la industria y la inversión extranjera. La etapa de reconversión con sus bemoles y la posibilidad de desarrollar vinos con mejor tecnología y calidad que le permitió estar preparados para competir a nivel internacional. Y con la llegada del nuevo milenio, el impulso para comenzar a competir en el mundo y de exportar nuestros productos.

En la actualidad, Argentina, según datos del OIV, es el quinto productor mundial de vinos, detrás de Italia, Francia, España y Estados Unidos. Y se ubica en el noveno lugar mundial en consumo de vinos.

Con el crecimiento de las exportaciones que se experimentó durante los últimos 20 años, con altos y bajos, la industria del vino desarrolló algo tan valioso como el vino que vende al mundo, que es el turismo. Los privados han invertido fuertemente en el desarrollo del turismo ligado al vino y esto no incluye solamente visitas a bodegas sino gastronomía, tours y otro sin fin de actividades que hacen de Mendoza uno de los destinos top de Argentina.

Hoy la provincia cuenta, a junio de 2023, con 205 bodegas abiertas al público con atractivos turísticos, paseos y degustaciones a lo largo y ancho de la geografía mendocina.

Tan importante ha sido este desarrollo que le ha valido el ingreso a las “Great Wine Capitals”, una red de regiones vinícolas de todo el mundo que comparten un compromiso con la excelencia en la producción de vino y el enoturismo. Esta red, fundada en 1999, se compone de ciudades y regiones vitivinícolas destacadas, incluyendo a ciudades icónicas como Burdeos, Napa Valley y Porto. La inclusión de Mendoza en esta distinguida lista no solo es un reconocimiento a la calidad de sus vinos, sino también un paso adelante en la promoción del turismo vinícola y cultural.

Los resultados están a la vista, la región mendocina ya atrae a miles de visitantes de todo el mundo, interesados en disfrutar de catas de vino, recorridos por bodegas y la belleza natural que nos rodea. Pero además del vino, los turistas, principalmente extranjeros, aprovechan para hacer compras y recorrer otros atractivos.

El crecimiento del turismo del vino trajo la oportunidad de desarrollar otros sectores como la gastronomía, el servicio, entre otros, obligó a los empresarios mendocinos a mirar al mundo y terminaron siendo premiados por el buen desempeño. De hecho, el mes que viene la guía Michelin presentará su primera selección de restaurantes para nuestra provincia, un reconocimiento que nos ubica y mide a nivel mundial.

Hay que reconocer que la “industria madre” ha permitido que Mendoza le siga haciendo honor a “la tierra del sol y del buen vino”. Por supuesto que quedan muchos desafíos por resolver y otros tantos por sortear, pero vale la pena, una vez cada tanto, hacer un descanso, evaluar el camino recorrido con orgullo, sin dejar de pensar en nuevas estrategias para atraer más negocios.

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