Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad

Dos Golden Retriever, adiestrados especialmente para acompañar a personas con discapacidad, son los protagonistas principales de un inédito proyecto en una escuela de Godoy Cruz. Dos chicos de 15 años logran conectar y motivarse con los perros de una manera poco usual para ellos.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Santiago Modón (15) estudia en el Instituto Esperanza (Godoy Cruz). Nació con Síndrome de Down y presenta una importante cantidad de rasgos de desconexión, a tal punto de que apenas pronuncia unas pocas palabras. Y una de ellas es “Alaska”.

Valentina Vitalitti (15) fue diagnosticada con epilepsia desde muy pequeña y en su día a día, a raíz de este cuadro, prácticamente no maneja el lenguaje, está todo el tiempo desmotivada, no tiene iniciativa propia y –al igual que Santi- presenta una desconexión casi total con el mundo que la rodea. Pero el jueves pasado, 30 de noviembre, cuando en el colegio se celebrara el acto de fin de ciclo, se puso de pie repentinamente y se acercó, sonriente, a recibir la distinción que le entregaron a Alaska.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Dolphin y Alaska son dos perros Golden Retriever. El primero de ellos, macho, tiene 9 años y es el abuelo de Alaska (5). Y son los dos perros con que en el ya mencionado Instituto Esperanza están trabajando en el asombroso Proyecto Oro, que consiste en intentar estimular a chicos y chicas con discapacidad y lograr que conecten con el mundo con la intervención de perros adiestrados.

“Si bien los perros están trabajando dentro de esta experiencia piloto con Santi y con Valen de manera bien acotada en este grupo, cuando llegan los dos perritos cambian todo el clima emocional e institucional del lugar. Todos los alumnos y hasta los docentes nos modificamos cuando los vemos y hay hasta un cambio de ánimo y descenso de estrés que son notables”, describe a su turno Elisa Quiroga, directora del Instituto Esperanza, enfocado en educación especial de adolescentes y jóvenes de entre 14 y 20 años con discapacidad intelectual.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

PERROS DE ORO

Proyecto Oro es el nombre que sus responsables eligieron para denominar esta primera experiencia de trabajo integrado entre perros adiestrados y niños con discapacidad y con la que se comenzó a trabajar en el Instituto Esperanza a partir de junio (y hasta el fin del cursado).

“Le pusimos Proyecto Oro, primero por el nombre de la raza de los perros (NdA: Golden, en inglés, es dorado). Pero, además, por el valor que tiene”, explica la directora mientras, a sus pies, descansan Dolphin y Alaska a la espera del reencuentro con Santi y con Valen.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Otros actores fundamentales en este admirable trabajo son los dueños de los dos perros, Beatriz Más (adiestradora y dueño de Dolphin) y Alejandro Ander-Egg (adiestrador y dueño de Alaska).

“Hace 9 años empecé a interiorizarme en este hermoso mundo que es el de ayudar a los demás, el de encontrar una función social. Fue con Meghan, la pareja de Dolphin, que encontré la posibilidad. Y todo esto me ayudó a ‘leer’ al perro y ver que tenía un potencial muy lindo”, destaca Beatriz. Y agrega que la genética es clave para que puedan cumplir estas funciones, ya que –en el caso de los Golden Retriever- se trata de animales con mucha tolerancia y nada de agresividad.

Existen dos maneras de entender los sucesos de la vida cotidiana: casualidad o causalidad. Pero, para entender cómo llegaron Dolphin y Alaska a las instalaciones del Instituto Esperanza y cómo pasaron a ser protagonistas del Proyecto Oro y actores principales en las vidas de Santi y Valen, bien podría decirse que fue una conjunción de causalidad y casualidad.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Y es que Beatriz es vecina de la escuela –ubicada en la calle Armani de Godoy Cruz- y sacaba a pasear a sus perros por el barrio y la plaza que se encuentra pegada al establecimiento educativo. Cada vez que la veían, los chicos del instituto quedaban segundos y minutos enteros contemplando a sus perros –entre quienes, por supuesto estaba Dolphin-. ¡Si hasta ya la habían bautizado como ‘La Señora de los Perros’!

Beatriz y Alejandro –adiestradores de Dolphin y Alaska, respectivamente- son, además, primos hermanos entre sí. Y Alejandro había sido compañero en la escuela primaria de Elisa. Por ello mismo él sabía que ella era la directora de una escuela de educación especial.

Como piezas que van encastrándose entre sí, todos estos factores terminaron dándole forma al Proyecto Oro. Y así comenzó a tomar forma lo que hoy ya es una realidad.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

“En 2020, en el peor momento de la pandemia, mi mamá fue la primera en notar el potencial de los perros, de mi prima y mío. Ella fue la que visualizó todo y vio también el potencial de trabajar en todo esto desde el lado social. Y así fue como surgió todo”, agrega Alejandro.

UN PROCESO

Una vez cumplidas las formalidades para poder implementar el Proyecto Oro en el colegio, llegó el momento de la adaptación.

Primero fueron Dolphin y Alaska a la escuela cuando no había alumnos, con la idea de adaptarse al lugar y a cada uno de los rincones de todos los espacios. Luego fue el momento de hace hincapié en lo terapéutico y de definir qué estudiantes trabajarían ambos Golden.

“Nos enfocamos en aquellos alumnos que tenían no respondían a los procesos, que no se enganchaban y no evidenciaban motivación. Y la experiencia piloto consistió en trabajar con ellos para ver si, a través de la interacción con los perros, podían justamente engancharse”, acota la directora de la escuela.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Si bien desde el comienzo se trabajó con dos chicos, en el medio uno de los participantes debió abandonar el trabajo, pero se reemplazó con otro de los alumnos del Instituto Esperanza. Y así fue como quedaron conformadas las dos parejas: Santi y Valen, alumnos del colegio, y Dolphin y Alaska, los perros de compañía.

Todos los martes y los jueves, de 11 a 12, los dos Golden llegan al Instituto Esperanza. Y aunque sus acompañantes son Santiago y Valentina, todos los chicos y jóvenes que estudian en el lugar se asoman a recibir a los dos perritos apenas llegan. Y es en ese momento donde, como dicen los referentes del proyecto, se transforma (para mejor) el ambiente en la escuela godoicruceña.

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Santi y Valen son muy retraídos y, tal y como describen sus maestras, tienen dificultades para estar conectados y motivados con lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, un brillo especial se enciende en sus ojos y en sus rostros cuando ven cruzar el portón a Dolphin y Alaska.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Sin importar lo que estén haciendo, los chicos se ponen de pie y caminan rápidamente al encuentro de los perros. Los acarician, los abrazan y hasta se agachan para estar más cerca de las peludas y sonrientes caras de los Golden.

“Han logrado entablar un vínculo formal e informal con los chicos y nosotros, de forma directa o indirecta, nos hemos visto influenciados”, cuenta Alejandro Ander-Egg.

“Se ha podido formar una familia hermosa entre todos”, acota, sonriente y emocionada, Beatriz Más. Mientras tanto, Santi y Valen no dejan de abrazas y hacer caricias a Dolphin y Alaska.

Luego será el momento de salir a dar un paseo por la placita de al lado de la escuela, paseo del que participarán Santiago y Valentina –sujetando de la correa a Dolphin y a Alaska, respectivamente-, Alejandro, Beatriz y la directora del instituto.

“A través de los perros hemos encontrado un canal de apertura y un cambio en lo cognitivo, en el lenguaje y en la memoria. Es todo un proceso, el primer día en que vinieron los perros, Santi se escondió del miedo que tenía. Pero después logró conectarse desde un lugar más primario, con la mirada y lo sensoperceptivo”, cuenta Elisa Quiroga, directora del Instituto Esperanza, al que asisten 144 estudiantes.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

“El camino de los papás de estos chicos, a veces, es muy ríspido. Y suelen encontrarse con estructuras formales que no ayudan. Por eso mismo, en un campo que suele ser muy frustrante, encontrar algo que los motiva a los chicos es súper valorable e importante”, agrega la directora.

UN PROYECTO A LARGO PLAZO

A días de completar el ciclo lectivo 2024, tanto el equipo directivo del Instituto Esperanza como los dueños y adiestradores de los perros no tienen ninguna duda en concluir de que la primera experiencia del Proyecto Oro ha sido exitosa, y con creces. ¡Ni hablar de Valen, Santi, Dolphin y Alaska, quienes solamente con sus miradas y actitudes adhieren al balance positivo de los demás!

“Tenemos la idea de poder seguir en 2024 y seguir orientándolo a los alumnos con un mayor desafío”, afirma la directora, Elisa Quiroga. Y aclara que, según tiene entendido, se trata de una iniciativa inédita en Mendoza, al menos en el ámbito educativo.

Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Dolphin y Alaska, los perros que le cambiaron la vida a dos estudiantes con discapacidad. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Beatriz, por su parte, se entusiasma con la posibilidad de que en Mendoza se haga un mayor hincapié en el adiestramiento de perros para estas funciones sociales.

“A futuro tengo la intención de poder sumar a estas funciones a Mitch, que también es labradora y es la hija de Dolphin y la mamá de Alaska, y a los hijos de Alaska. Poder prepararlos me va a tomar un año y medio, pero vamos a trabajar en eso”, concluye.

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