Cuando el amor es mutuo: la historia de una pareja que adoptó a Caro, una niña que “deseaba ser hija”

Griselda es de Mendoza pero desde hace tiempo vive en Buenos Aires con su esposo Fernando. En 2013, decidieron inscribirse como padres adoptivos. El llamado para conocer a Caro, una pequeña de tan solo seis años, llegaría en 2016. Desde ese entonces jamás se separaron.

Cuando el amor es mutuo: la historia de una pareja que adoptó a Caro, una niña que “deseaba ser hija”.
Cuando el amor es mutuo: la historia de una pareja que adoptó a Caro, una niña que “deseaba ser hija”.

El primer encuentro se dio en un hogar de la provincia de Buenos Aires. Carolina, en ese momento, tenía 6 años y estaba de pie esperando en uno de los tantos salones que tiene el edificio. Una de las personas que la cuidaba estaba arreglando su pelo, le hacía unas “trencitas”. Ese no era un día más. Por el pasillo venían caminando Griselda y Fernando. Ambos, expectantes, entraron al cuarto. Caro inmediatamente se dio vuelta y esbozó una sonrisa. No dijo nada más, pero para ellos ya era suficiente.

La conexión entre la pequeña y los -por ahora- desconocidos se transmitió a través de silencios cómplices y gestos cercanos. Días atrás, una de las tutoras le había dicho a Griselda que a Caro le gustaban los animales y la naturaleza. Algo que para la futura mamá significó mucho ya que ella es docente y bióloga investigadora del Conicet.

Las dos primeras horas que los tres estuvieron juntos pasaron entonces entre fotos de imponentes animales y libros dispuestos a albergar garabatos y dibujos. Cuando llegó la hora de despedirse Caro tomó un lápiz y dibujó tres corazones sobre una hoja en blanco. Ese dibujo envió un mensaje claro que Griselda pudo poner en palabras para Los Andes: “Ella quería una mamá y un papá. Ella quería ser hija”.

Búsqueda familiar

Este primer encuentro se dio en el año 2016 pero la historia comenzó mucho antes. Griselda (47) es oriunda de Mendoza, más precisamente del departamento de Maipú. Vivió en San Rafael cuando era una niña, luego se trasladó a Córdoba para estudiar y hoy vive en La Plata, Buenos Aires. Allí conoció a Fernando (49), con el cual está en pareja desde el año 2003. Por sus agitadas vidas laborales optaron por no tener hijos. Sin embargo, el panorama comenzó a cambiar y la idea de ser papás comenzó a gestarse.

“Empezamos con la búsqueda biológica. Pensamos que era tan fácil como dejar de cuidarnos pero no fue así. Entonces comenzamos con los tratamientos. A veces son un poco invasivos e impactan en la psiquis y en la construcción de la pareja”, explica a este medio Griselda.

“Cuando uno transita estos tratamientos de baja y alta complejidad hay momentos de pensamientos profundos. Uno se empieza a cuestionar el porqué y el para qué de lo que está haciendo. Estoy sometiendo a mi cuerpo a esto por qué. ¿Yo quiero tener una panza?, qué es lo que quiero. Yo lo que quiero realmente es tener un hijo. Y en el mismo momento que aparece esta revelación veo el otro costado: hay un montón de niños sin papás. Entonces empezamos a hablar de adopción”, reflexiona.

Griselda y Fernando.
Griselda y Fernando.

Inscripción en el registro

El 8 de marzo del 2013 decidieron inscribirse como papás adoptivos. En un primer momento, la pareja, especificó que estaba dispuesta a recibir solo a bebés hasta los tres años. Sin embargo, con el pasar del tiempo, sus requisitos se fueron flexibilizando. Ante esto, Griselda señala: “Hay una primera mirada que tiene que ver con la exclusividad. Uno tiene la ilusión de vivir con el bebé toda las primeras veces, pero siempre hay primeras veces”.

A partir de allí comenzó el recorrido. Ingresaron a la organización “Ser Familia por Adopción” y esos tres años hasta el encuentro con Caro fueron de preparación. “Uno se empieza a plantear cómo fue como hija. Digamos, hay una revisión constante desde la propia historia. La diferencia, que para mí fue fundamental de ser mamá por adopción, es que el encuentro con nuestros hijos son de niños que han sufrido vulneraciones en el pasado”, afirma Griselda.

Al mismo tiempo, agrega: “Es por esto que uno tiene que estar lo suficientemente fuerte como para sostener duelos de otros. En ese estar bien no es ser ni superhéroe ni decir ´yo todo lo puedo´. Si, yo tengo mucho amor para dar pero también hay que tener herramientas concretas. Por eso nos interesa poner la palabra disponibilidad adoptiva en lugar de voluntad adoptiva”.

Luego de varias reuniones, libros leídos y videos de especialistas que arrojaron luz sobre el tema, un día Griselda y Fernando recibieron el llamado del secretario del juzgado. “Para mi era habitual hablar con él. Una vez cada tanto le pedía que de una charla para ´Familia por Adopción´, entonces lo conocía”, comenta la bióloga.

Sin embargo, esta llamada era diferente. Griselda iba manejando pero automáticamente detuvo la marcha entre lágrimas. Del otro lado del teléfono le decían que una pequeña buscaba una familia. “Yo dije: no lo puedo creer, hay alguien”.

Al otro día fueron a hablar con el juez. Allí conocieron el nombre de la niña y finalmente pautaron el encuentro: “Cuando la vimos por primera vez fue una montaña de emociones. Ella ya no quería estar más en el hogar, si bien la habían tratado de la mejor manera Caro quería un papá y una mamá. Ella deseaba ser hija”.

Caro contemplando un luminoso acuario. Foto tomada por Griselda.
Caro contemplando un luminoso acuario. Foto tomada por Griselda.

Desafío constante

No todo fue color de rosas al comienzo. En la primera etapa de vinculación, mientras se dirigían a una plaza, Griselda le tomó la mano a Caro porque estaban a punto de cruzar la calle. En ese instante, la menor le dijo de forma contundente: “Mirá que yo he tenido otras mamás antes”.

“Entonces ahí me acomodó rápidamente. Fue como decir ´bien, hay algo certero y es que los adultos no siempre funcionan. Esto te hace ubicarte´”, explica Griselda. Si bien llevó tiempo, la familia se ensambló y continúa haciéndolo desde el año 2016.

Hoy Caro ya tiene 12 años. Sigue escribiendo su historia pero esta vez acompañada por sus papás, sus tíos, abuelos y primos que esbozan una sonrisa cada vez que la ven.

Documental

La historia de Caro, Griselda y Fernando aparece en el documental “El día que nos conocimos”, el cual se estrena este sábado a las 20:00 por el canal OnDIRECTV. Los Andes habló en exclusiva con Patricia Carrascal, directora que llevó a cabo el proyecto junto con Camilo Antolini.

“La idea de este trabajo surgió hace algunos años. En 2019 hice una serie para Canal Encuentro que se llamó Historias de Adopción: Familias para armar. Fueron cuatro episodios y después vino este proyecto documental”, comenta Patricia.

Carrascal señala que este proyecto surgió por una experiencia personal. “Veía que faltaba material respecto a la adopción en cuanto a lo audiovisual. A lo mejor había algunos libros, pero tampoco mucho. Los papás adoptivos, cuando quiere arrancar este camino, no saben ni por dónde empezar. De todas maneras, en los últimos años, esto fue cambiando mucho para bien”, explica la directora.

Patricia, en su documental, cuenta cuatro historias que engloban situación con las cuales muchas personas se puedan sentir identificadas. “Hay una una pareja heterosexual que adopta un grupo de tres hermanos; después hay un chico que es militante LGTB que adopta solo una niña que estaba viviendo en un hospital porque tenía algunos problemas de salud. Luego hay una pareja que adopta una nena, que ya había tenido otros procesos y que no habían funcionado (esta es la historia de Griselda, Fernando y Caro)”, afirma Carrascal.

Como cierre, el documental incluye la historia de una mujer que desde que era muy pequeña supo que era una hija adoptiva. “Ella decidió buscar sus orígenes y nosotros mostramos todo lo que eso implicó para su identidad. Me parece importante entender eso que, aunque fue adoptada a los meses de vida, hizo todo un camino de búsqueda. A veces se piensa que porque es un bebé es una hoja en blanco y nunca somos una hoja en blanco. Hay que respetar esa historia”, reflexiona Patricia.

Como consejo para los padres que quieran adoptar, Carrascal comenta: “Yo les diría que si se decidieron a seguir este camino vean, escuchen, miren y se interioricen. Estos son aprendizaje previos fundamentales. Es, digamos, el estar preparado para ese llamado”.

Para finalizar, agrega: “En mi caso yo esperé 4 años. Los tiempos dependen mucho también de la disponibilidad adoptiva. Tenemos que pensar que son chicos reales que están esperando. Por eso hay que ir pensando diferente y ser una familia diversa. Tal vez no es la familia que yo me me imaginé cuando tenía 20 años, pero no importa. Es deconstruir lo que la sociedad nos hizo construir. A los padres que quieran adoptar les diría que aprovechen el tiempo para estar preparados”.

Situación de la niñez y adopción en Argentina

· Según datos de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia en Argentina hay más de 9.700 niños, niñas, adolescentes y jóvenes institucionalizados, es decir que no tienen cuidados parentales.

· Si bien la ley establece un máximo de 180 días de permanencia en instituciones y resolución de la medida, estos tiempos no se cumple en el 79% de los casos.

· En este contexto la adopción es una institución jurídica que tiene por objeto proteger el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia cuando se hayan comprobado que no puede vivir con su familia de origen.

· Hay aproximadamente 2800 matrimonios, personas solas, uniones convivenciales, parejas y matrimonios igualitarios inscriptos en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA).

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