Creían que estaba muerto pero estuvo internado por 20 años y ahora pudo reunirse con su familia

Ocurrió en Río Negro. La emotiva historia de Lito tiene un pasado complejo, pero gracias a los esfuerzos de profesionales de la salud y funcionarios públicos, el presente del hombre de alrededor de 40 años es muy diferente y colmado de cariño.

Hospital Dr. Pedro Moguillansky, ubicado en la ciudad de Cipolletti, Río Negro. Foto: Gentileza.
Hospital Dr. Pedro Moguillansky, ubicado en la ciudad de Cipolletti, Río Negro. Foto: Gentileza.

Una particular historia causa gran conmoción entre los vecinos de la localidad de Cipolletti, Río Negro. Y es que, tras pasar más de la mitad de su vida internado en una residencia de cuidados médicos, Lito, un hombre de poco más de 40 años, se reencontró con su familia, quienes lo habían dado por muerto en un confuso episodio.

El inesperado y emotivo reencuentro fue posible gracias al trabajo transversal y mancomunado entre diferentes profesionales de la salud y funcionarios de la administración pública, impulsados por la intervención en el caso de la Defensa Pública de Menores e Incapaces y la Oficina de Servicio Social de la provincia del sur patagónico.

En rigor, Lito fue internado alrededor de 20 años atrás, cuando fue trasladado a un centro médico por sus padres, con severas quemaduras en su cuerpo producto de haber sufrido un trágico accidente al caer sobre una fogata.

De acuerdo con un comunicado emitido por el área de prensa del Ministerio Público Fiscal de Río Negro, el hombre experimentó diferentes accidentes domésticos durante su infancia, los cuales tenían su raíz en el hecho de que Lito sufría de epilepsia, pero su familia no contaba con los recursos necesarios para tratar debidamente su condición. A ello se suma el agravante de que el paciente no fue diagnosticado correctamente.

Lito residía en una zona rural, precisamente en un campo ubicado a varios kilómetros de un pequeño paraje, lejos de todo centro sanitario, indicaron desde el ministerio. En adición, el hombre creció en un entorno de violencia familiar, con agresiones verbales y físicas, donde él junto a sus hermanos y hermanas crearon un fuerte vínculo fraternal.

Sin embargo, con el tiempo, algunos de ellos comenzaron a independizarse y abandonaron el campo que los vio crecer, dejando a Lito y a otro hermano en el hogar al cuidado de su madre.

Cuando el dramático episodio de la fogata ocurrió, el pequeño fue trasladado por los adultos a un centro asistencial muy alejado de su vivienda, incluso aún más alejado del paraje que se encontraba en las cercanías del campo. Allí, los profesionales de la salud, preocupados por su grave estado, les informaron que Lito debía ser derivado a un centro de cuidados para brindarle un mejor tratamiento.

En este punto, una confusión, sumada al paso del tiempo, derivan en un trágico punto en la vida del entonces pequeño. Por motivos que no se han podido precisar, los padres de Lito pensaron que él había fallecido, por lo que nunca supieron del traslado de su hijo a la residencia de cuidado.

En ese lugar, Lito pasaría más de 20 años internado con episodios de epilepsia y discapacidades “vinculadas al aprendizaje, a la comunicación y a la movilidad que le impiden cuidarse solo y necesita ayuda para realizar actividades cotidianas como por ejemplo higienizarse, alimentarse o tomar la medicación”, puntualizaron desde el ministerio rionegrino.

Por fortuna, esos años de no recibir visitas familiares ni estar en contacto con seres queridos no pasaron desapercibidos. Gracias a que la Defensoría de Menores e Incapaces -responsable de supervisar el lugar donde reside Lito- identificó su caso, la Oficina de Servicio Social impulsó la realización de un trabajo transversal entre referentes del centro de salud que intervenía en la situación, del área de desarrollo humano, de la oficina de personas con discapacidad y profesionales del área de la salud mental para hallar a los familiares de Lito.

Y la buena noticia es que el esfuerzo rindió frutos. Tiempo después, dos hermanos de Lito fueron contactados por los profesionales y fueron los primeros en comenzar a visitarlo. “Al principio no lo creíamos. Pensábamos que se trataba de un error, que nos equivocábamos de persona, pero finalmente nos dimos cuenta que no”, relataron desde la Oficina de Servicio Social.

Luego, la sorpresa del hombre -y la emoción de quienes participaron en la causa- fue mayor cuando Lito pudo reencontrarse luego de más de 20 años con su madre. Quienes presenciaron la reunión, contaron que, pese a ser una mujer de edad avanzada, ambos se reconocieron al instante y la alegría envolvió el aire de la habitación cuando Lito expresó un tierno y ansiado: “Mamá”.

En la actualidad, los profesionales que acompañan al paciente rionegrino aseguran que lo ven más activo y “contento ante las visitas” de su familia. Ahora, con la designación de sus familiares como curadores legales y con su asistencia, Lito tiene la oportunidad de tomar decisiones sobre su situación actual y ejercer los derechos que le corresponden.

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